16; Guilty.

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Camila observa el rostro de Lauren mientras duerme, le encanta como las oscuras y espesas pestañas contrastan contra la piel pálida, los labios y mejillas de un dulce color rosa le recuerdan a un bello atardecer, la paz que irradia le hincha los pulmones y causa cosquillas en su abdomen.
No puede explicar lo que siente, lo que piensa. Es algo tan nuevo que duda que alguien más lo haya sentido antes.

Ve el reloj, casi las seis con diez de la mañana, se levanta con cuidado, se viste de manera silenciosa y cubre por completo el cuerpo desnudo de Lauren con la manta, deja un dulce beso en los labios rosados, causando un aleteo en las pestañas de la niña, que despierta ligeramente desorientada.

—¿Camz...? ¿A dónde vas?—

—Shh... Laur, debo irme o tus padres me matarán, descansa.—

La ojiverde asiente, cubriéndose y vuelve a dormirse.

Camila pasa sus manos por su rostro sin apartar la vista del pequeño cuerpo, no podía creer que acababa de acostarse con una niña, porque eso era, una maldita niña. ¡Podría ser su hermana!
Jala de su cabello con fuerza, este lado de ella, tan irracional y disperso, no le gustaba. Se caracterizaba por su caracter ordenado y serio, no por... Por andar violando niñitas.

Camila baja por la ventana con su torpeza característica, se escabulle por el patio del vecino de Lauren, y corre en dirección a su auto, una vez en él, golpea el manubrio con fuerza y grita antes de romper a llorar, no podía creer que acababa de hacerle eso.
Dios, era una niña.
No podía creer que acababa de arrebatarle su juventud de esa manera. ¿Su juventud? Su niñez.
Maldita sea, si la hubiera conocido dentro de unos años, cuando Lauren tuviese 20 y ella 36, todo sería distinto, más sencillo.

No se había arrepentido de hacerlo, lo hecho, hecho está, pero verla tan dulce, tan delicada, tan joven... Le había dolido, la había perforado por completo.
Porque sintió ganas de despertar cada día con Lauren, de verla dormir por el resto de sus días... ¡Y Lauren tenía dieciséis años, por la mierda!
Otro golpe al manubrio.

No iba a arrastrar a la niña con ella, aún le quedaba demasiado por vivir, demasiado por conocer.

Su nueva meta sería apartarse de Lauren, dejarla libre.
Incluso si con eso perdía su única oportunidad de ser realmente feliz.

Jamás sintió sus treinta y dos años con tanta fuerza como en aquel momento.
Le quemaba la idea de su niña con alguien más, pero no podía quitarle a Lauren tantas cosas que aún podía vivir.








Lauren abre sus ojos por segunda vez en el día, alza la manta que cubre su cuerpo y abraza su almohada con fuerza, apoya su nariz en ella y sonríe con las mejillas enrojecidas, tiene el aroma de Camila impregnado.

Baja las escaleras después de ponerse un diminuto short y una sudadera color celeste, antes de que suene su alarma para desayunar, encontrándose de lleno con la imagen de Sofía comiendo waffles en compañía de Clara y Michael.

–Laur...– Suspira la morena al ver a la ojiverde bajar aún en pijama, sus ojos castaños la recorren lentamente, qué ganas de comérsela ahí mismo.

–Buenos días, Michelle. Despertaste más temprano.–

–Buenos días, Mamá. Es que dormí muy bien.– Menciona con las mejillas enrojeciendo un par de tonos más, mientras una preciosa sonrisa se extendía por sus rosados labios.

–¿No será porque oíste la voz de Sofi? –La molesta Mike, recibiendo un beso de su hija y terminando de tomarse su café. Ambas chicas se sonrojan, y Lauren toma asiento junto a Sofía.

–¿Qué haces aquí?– Susurra inclinándose ligeramente hacia la latina.

–Quería verte...– Responde con una sinceridad sobrecogedora que haría suspirar a cualquiera. –Siempre quiero verte.–

La ojiverde asiente regalándole una pequeña sonrisa y recibe su desayuno, un poco de fruta picada con avena, hace una mueca que no pasa desapercibida para Sofi, quien le indica con un gesto que se ponga de pie.

–Señora Jauregui, Lauren irá a arreglarse porque debe acompañarme a buscar unos libros a la biblioteca.– Menciona la niña comiendo sus jugosos Waffles.

–Michelle, date prisa, no quiero que retrases a Sofi.–

Lauren le susurra unas delicadas gracias, a lo que Sofía le responde con un guiño cómplice, y sube corriendo a su cuarto.

Antes de entrar a la ducha, le textea a Camila con el corazón completamente desbocado, su piel se eriza ligeramente y su estómago cosquillea.

Babygirl:
"Hey, ya la extraño. ¿Le apetece vernos más tarde? No puedo dejar de pensar en usted."

Camila lee el mensaje con una sensación amarga en la garganta, lanza su teléfono contra la pared logrando que se destruyera, y cubre su rostro con una almohada.
Grita desesperada, como si la estuvieran matando, y se acomoda en posición fetal aferrándose al almohadón.
Era un monstruo, una asquerosa pedófila.
Se había cegado a su placer sin tener en mente las consecuencias, incluso le había quitado la virginidad de manera insípida, sin pétalos, sin música, ¡MALDITA SEA, NI SIQUIERA LA HABÍA DEJADO GEMIR!








Al no recibir respuesta Lauren bufa saliendo de su cuarto con su centro algo sensible.

—Te ves hermosa.— Le susurra la menor de las Cabello al verla, toma una de sus manos y la acaricia con sutileza.

—Gracias, Sofi. ¿Qué haremos?—

—Vi que no te gustó el desayuno, ¿Qué te parece si vamos por unos churros rellenos con chocolate?—

𝑜𝒿𝒾𝓉𝑜𝓈 𝓁𝒾𝓃𝒹𝑜𝓈 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora