12; Lucía.

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Camila se estaciona con elegancia, gira su mirada hacia la menor que tiene las mejillas enrojecidas y con un poco de azúcar, se inclina hacia Lauren con suavidad, limpia la tersa y pálida mejilla con su pulgar, dejándolo más tiempo del necesario, y no se resiste, jala del rostro sonrojado hacia ella, uniendo sus labios con lentitud y de manera húmeda, Lauren apoya sus manos en el asiento de Camila y presiona aún más sus bocas.
Se separan con ganas de más, ambas respiran con un ligero esfuerzo, las mejillas de la niña están más rosadas y su cabello oscuro está un poco desordenado. Luce irresistible.

Camila baja del auto para abrir la puerta de su acompañante, apenas desciende la mayor cierra la puerta del auto con el cuerpo pálido, tomando la cintura de la ojiverde con firmeza, presionando su cuerpo contra el de Lauren y el auto, su lengua reclama lo que le pertenece y es aceptada en la cavidad bucal con sabor a dulces sin ninguna duda.
Camila siente espirales en su columna vertebral, presiona sus caderas contra las de su ojiverde y debe apretar sus ojos ante el quejido de Lauren.
La tensión es tan palpable que ambas se sorprenden cuando Camila termina el beso con uno dulce y pequeño.

Toma la mano de la ojiverde y la guía dentro del edificio con un vaivén que exhala éxito, elegancia y poder. A Lauren le encanta.








Lucía se pone de pie al ver el ascensor en su oficina abrir sus puertas, Camila baja de la mano de una chica... No, una niña.
Su sonrisa se curva delicadamente hacia arriba, la niñita es hermosa.

Camila nota la mirada de su compañera en su pequeña ojiverde, que está distraída mirando todo a su alrededor en vez de notar la evidente manera en la que la desnudan con la mirada. La morena aclara su garganta para que los descarados ojos de Lucy se fijen en ella.

—¿Me necesitabas para...?—

—Sala de juntas. Los ejecutivos tendrán una reunión por Skype con el mercado holandés.—

Lauren mira con una ligera ansiedad a Camila, estaba nerviosa, no quería quedarse sola.

—Pequeña, iré a la reunión, quédate en mi oficina, no tardaré.— Le da un pequeño beso en los labios a la menor y una ácida mirada a su compañera que relame sus labios con una sonrisa lasciva.

—Tranquila, Cabello, yo procuraré que no se aburra.— Mencionó Lucy mientras las puertas del ascensor se cerraban, pasando una de sus manos por la muñeca de la niña. Camila intenta reclamarle pero el metal se interpone y comienza a descender, golpea el espejo y trata de calmarse para poder terminar lo más rápido posible con la junta.

Lucía mira de reojo a la ojiverde mientras la latina desaparecía por el ascensor.
Aclara su garganta, llamando la atención de la menor y extiende su mano hacia ella.

—Soy Lucía Vives. Mucho gusto.—

—Lauren Jauregui, igualmente, señorita Vives.—

Lucía se derrite ante el timbre de voz de la niña, se imagina a sí misma follándola en el sofá de su oficina, como lo había hecho con la hermanita de Camila en México.
Sofía Cabello había cedido un año atrás, cuando acompañó a Camila al cumpleaños de la niña. Deliciosa, sin duda. Pero Sofi era obstinada, dominante, demandante. Hace muchísimo que no se topaba con una niña con todas las de la ley.

Lauren jalaba sus manitos con un ligero temor, sus ojos turquesa se topan con los chocolates de Lucía, que le regala una dulce sonrisa.

—¿Te gusta la música Lauren?—

Asiente.

—¿Algún artista en particular?— Lucy se acomoda en el sofá de cuero de tres cuerpos que hay en su oficina y le indica a Lauren que se acomode, la niña obedece sin replicar.

—Me gusta mucho Lana del Rey.—

Los ojos de Lucía se amplían con sorpresa.

—A mí también.—

—¿En serio?—

Lucía asiente extendiéndole su teléfono, donde descansa en la parte trasera del aparato la firma de Lana del Rey, Matty Healy, Andy Biersack y Francés Cobain.

—Habría vendido mi alma al Diablo por la de Kurt, pero se hace lo que se puede.—

Lauren suelta una risita infantil, no ha notado que Lucy se movió un par de centímetros hacia ella.

—¿Cómo las consiguió?—

Lucía aprieta sus piernas ante el "usted" implícito que emplea Lauren.

—Esfuerzo, dinero y problemas.—

La menor asiente y entrecierra sus ojos para mirar a Lucy, es linda. Tiene una sonrisa deslumbrante y es el tipo de persona con quien no le molesta hablar.

La conexión de ambas miradas es interrumpida por el teléfono, Lucy contesta con un gruñido, sin molestarse en mirar el identificador.

—Lucía debes bajar, y trae a mi bebé a la sala de juntas, la reunión vía Skype se pospuso para mañana, así que la reunión de ejecutivos será ahora.—

Lucy sintió el impulso de estrellar su teléfono contra el suelo, pero no lo hizo. Miró a la niña a su lado, presionó sus labios en la rosada mejilla de Lauren y le dijo que las esperaban abajo.




Camila siente su estómago voltearse al ver a la ojiverde a través del cristal, Lucía le dice algo a lo que su niña le responde con una sonrisa, los celos la devoran.
Lucy entra con una disculpa y antes de que se siente, la latina llama a su nombre.

—Vives, dile a mi bebé que entre.—

—¿Qué?—

—Hazla pasar.—

Lucía asintió, llamando a Lauren desde la puerta, la menor entra con la mirada fija en el suelo y las mejillas encendidas.
Lucy y Camila desean comerla a besos, los otros tres socios simplemente ignoran lo que sucede.

La menor busca un asiento disponible por la sala, antes de que Camila la llame con ternura, y golpee sus muslos para que Lauren obedezca.
La ojiverde se acomoda algo avergonzada sobre el regazo de la mayor de costado, acostándose contra el hombro de la latina, que comienza a hablar sobre el alza de los productos en el mercado Ruso.

Luego de un par de minutos Lauren siente sus ojos cerrarse, el cuerpo de Camila es cálido y cómodo, además del delicioso aroma que la embriaga sin cuidados, pero sus párpados se abren con fuerza al sentir la mano de la mayor posarse en la cara interna de su muslo apenas cubierto por su short.

—Señorita Cabello...— Suspira contra el cuello moreno.

—¿Sí?—

—Quiero besarla.—

Camila relame sus labios ante la timidez con que Lauren ha expresado sus deseos, qué ganas de probar ese centro virgen y tímido.

Camila aclara su garganta, exige que los avances estén listos para dentro de cuatro horas, y se retira de la mano de su chica en dirección a su oficina bajo la irritada mirada de Lucía.

Apenas se abren las puertas del ascensor la latina toma las caderas de Lauren, presionando su cuerpo contra el lateral metálico, y tomándose su tiempo para mirar a la pequeña niña que se retuerce ansiosa en búsqueda de sus labios.

Entonces estrella sus bocas con firmeza, ganándose un suave jadeo que humedece su centro y amenaza su autocontrol. Lauren enreda sus piernas alrededor de la cintura de Camila y corresponde con toda la pasión que existe.
El ascensor se detiene en la oficina de Camila, la mayor se baja con la niña en sus brazos sin dejar de devorarle su boquita, empuja el sillón giratorio, sentando a Lauren en ella, mientras frota la pelvis contra su centro, desesperada por rasgar todas las prendas de la menor.
Su cuerpo arde, duele, anhela con tanta fuerza poder comerse por completo a la ojiverde que ya no piensa con claridad.

Lauren corresponde a cada golpe que Camila da a su centro, es tan delicioso, tan placentero, que teme despertar en cualquier segundo y darse cuenta de que era otro sueño húmedo con la hermana mayor de su mejor amiga como protagonista.

𝑜𝒿𝒾𝓉𝑜𝓈 𝓁𝒾𝓃𝒹𝑜𝓈 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora