14; Clara.

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Camila lleva a Lauren hasta exactamante seis casas antes de su hogar, las manos de la morena toman la cintura de la niña y sin mayor esfuerzo la acomoda sobre sus piernas, aprisionándola entre su cuerpo y el manubrio.
Les era imposible mantener sus bocas separadas, sus manos quietas, su tensión menos evidente.

Camila acaricia delicadamente el cuerpo de la ojiverde, casi de manera devota, mientras los dedos de Lauren se aferran al cabello de la mayor, apartándola de su boca, y la guía a su cuello.
La ojicafé sabe que no puede marcarla, pero aún así disfruta del sabor natural de la niña, esa exquisita sensación de inocencia y fresas en la lengua que tanto la enloquece.

El teléfono de Lauren vibra interrumpiendo a ambas chicas nuevamente, Camila gruñe enterrando su nariz en el cuello de su bebé.

—Si es mi hermana, juro que la mato.—

Lauren suelta una de sus adorables carcajadas de niña pequeña, guía su nariz a la mejilla de Camila, buscando los labios de la mujer, y besándola dulcemente al encontrarlos.

Sofi Cabello:
"Lauuur, Sí puedo ir mañana a tu casa."

—¿Qué dice mi mala copia?—

—Que vendrá mañana.—

Camila suelta un suave gruñido, la habían pasado tan bien; la tienda de dulces, su oficina, el parque, el almuerzo express que compartieron poco antes de llegar a donde estaban... Camila deseaba pasar el resto de la tarde con la niña, llevarla a ver el atardecer, invitarla a cenar, pasar una noche juntas, y despertarla al otro día con besos repartidos en su pálido cuerpecito.
Lauren deja un dulce beso en los labios de la mayor, pasando al asiento del copiloto, se gira para tomar su mochila y baja susurrando un suave "Ten una linda tarde, Mommy." que aprieta el corazón de Camila con tanta fuerza que pareciera que lo estuvieran exprimiendo.

Camila no se va hasta que Lauren entra a su casa, y cuando la puerta se cierra, la mayor suspira con fuerza, echando su cabeza hacia atrás, y manejando en dirección a su trabajo, aún faltaban varias horas para que terminara el día.

Lauren abre la puerta de su casa con cuidado, pero no sirve de nada, Clara está al pie de la escalera con un cinturón golpeando sonoramente su mano. La niña traga saliva con fuerza.

—¿Sabes qué hora es?— La voz de su madre amortiguada por el constante sonido de aquel maldito accesorio la hace temblar.

—N-no.—

La mujer toma las mejillas de Lauren con fuerza, apretándolas y tirando de su dulce rostro contra el reloj antiguo de piso que tenían. Eran las 4:07 pm.

—Llegas trece minutos más tarde de lo normal...— Toma el cabello castaño con fuerza, jalando de él con tanta rabia que de los lindos ojitos verdes brotan un par de delicadas lágrimas.—¡CREES QUE SOY ESTÚPIDA!—

—N-no, mamá.—

—¡POR QUÉ LLEGASTE MÁS TARDE!—

La niña se quedó en silencio tratando de no llorar, mientras su cabello era jalado con más fuerza.

—¡CONTÉSTAME, MICHELLE!—

—Y-yo... Y-yo... Y-yo me quedé hablando con Sofi.—

Lauren suelta un sutil suspiro cuando su madre suelta su cabello.

—¿La niña que te invita a su casa?—

—Sí, mamá, mi amiga. Vendrá mañana, de hecho. E-espero que no le moleste.—

La mujer peinó su cabello y levantó a su hija de un brazo.

—Ya era hora de que la invitaras, Lauren.— La niña asiente limpiando sus mejillas con la manga de su suéter rosa. El suéter de Camila. —Espero que no se vuelva a repetir.—

𝑜𝒿𝒾𝓉𝑜𝓈 𝓁𝒾𝓃𝒹𝑜𝓈 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora