Capítulo III. 16

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- Qué mal rollo da este sitio - dijo Elettra mientras avanzábamos por los pasillos de las habitaciones.

- Normal.

- ¿Normal por qué?

- Antiguamente esto era una prisión y aquí es donde estaban las celdas de los prisioneros a los que torturaban - cogí las llaves que me ofrecía para abrir su puerta -. Está todo diferente, obvio, pero se puede percibir todo el sufrimiento que hubo aquí.

- ¿Estas habitaciones están todas ocupadas?

- Algunas si. Por trabajadores, pero solo estamos durante la semana.

- ¿Tú también? - me miró levantando una ceja. No pude evitar sonreír porque era muy expresiva y graciosa. 

- Sí - entramos y dejé la maleta que me ofrecí llevar. Fui a subir las persianas y a abrir las ventanas -. Deja que se ventile antes de la noche, aunque entre un poco de frío, luego enciende la calefacción - y señalé el aparato -. Esto era como el sótano de la cárcel y tuvieron que hacer una obra alrededor de esta zona y bajar una planta del suelo para poder poner ventanas - dije mientras observaba las pocas vistas que había.

Cuando me di la vuelta, Elettra se había quitado la chaqueta, dejando a la luz unos piercings que empezaron a brillar por la luz que entraba por la ventana. Y eso no era lo único que resaltaba: su figura de infarto, sus ojos claros, unos piercings en los pezones que se notaban a través de su camiseta, sus tatuajes... No me puedo imaginar de los hombres que habían caído a sus pies, solo por un pestañeo suyo hacía que te temblasen las piernas hasta terminar de rodillas frente a ella. ¿Y mujeres también?

- ¿Te gustan? - preguntó refiriéndose a los piercings que tenía en los brazos.

Se acercó lo suficiente a mi para poder mirarlos de cerca y posé mis dedos en el piercing de su hombro deslizándolos hacia su muñeca, uniendo el camino con los demás.

- Así da miedo acariciarte por si te hago daño - me salió en un susurro.

- ¿El qué?

Y me vino Andrés a la mente. No Andrés en si, sino mi situación de mierda. ¿Qué diablos estaba haciendo? Me estaba metiendo en un terreno pantanoso y sabía lo mal que podía ir la cosa, aunque para meterse allí debería tener alguna posibilidad y no me iba a engañar... Era Elettra Miura Lamborghini. Y yo era...

Yo no era nadie.

- Digo que te quedan bien - corregí mientras me alejaba de ella y me dirigía hacia la puerta tropezándome con una maleta -. Las... las sábanas están en el armario y eso... En hora y media paso a recogerte.

Estaba muy nerviosa y se me notaba. Ella me miraba confusa pero una sonrisa, como sabiendo lo que me estaba provocando. ¿Tan acostumbrada estaba a que la gente se derrita por ella?

- A buscarte porque... Por Pedro, claro. Que me ha dicho que te lleve - y antes de cerrar la puerta me despedí lo más formalmente que pude -. Hasta luego, señorita Lamborghini.

A pesar de que me dijera que la llamase Elettra, si me recordaba no pasar esa barrera, no pasaría las demás. Al llegar a mi puerta, estaba mi compañero Aless esperándome.

Aless era con el que mejor me llevaba de allí y hablábamos mucho. A veces, incluso dormíamos juntos porque a él le daba pereza irse a su habitación y yo necesitaba compañía. No sé cómo Andrés pudo haber estado celoso de él, si se veía desde lejos que era gay.

No sé cómo Andrés se cree con el derecho de poder estar celoso, a secas, después de todo. Supongo que fue por todo lo que compartía con Aless, con lo bien que me hacía sentir, por el apoyo que suponía, porque incluso le tenía más en cuenta...

Domadora {Blumettra} AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora