[16]
Estaba postrada en la cama con las muñecas atadas a los extremos del cabezal de esta. La boca me sabía a cuero y a ella, que seguía recorriendo mi cuerpo, haciendo lo que quería conmigo.
Llevaba toda la noche encima de mí y aún me quedaban ganas de correrme solo si era en su boca. Sabía en qué puntos darme más placer después de haber estado horas experimentando con lo que más me podía gustar.
Podría quedarme siempre atada dejando que me comiese todo, si no fuera porque yo también quería provocarle todo placer imaginable. Quería soltarme de aquellas cuerdas y volver a atarme pero esta vez a su cuerpo y no soltarme en unas cuantas horas más.
Por la ventana entraba ya un poco de luz, estaba amaneciendo.
- ¿Te lo has pasado bien esta noche? - dijo en mi oído, depositando besos sobre mi cuello y pecho que me hicieron estremecer y querer soltarme para poder clavar mis uñas en su espalda.
Distinguía sus curvas entre las sombras, moviéndose encima de mi. Estaba sentada sobre mi cintura, con mi cuerpo entre sus piernas y cada movimiento suyo se producía un pinchazo en mi entrepierna que me desesperaba. Ansiaba poder tocarla y hacerla mía, como ella había hecho conmigo.
- ¿Quieres hablar? - yo asentí -. Lo siento, pero gemías tan alto que tenía que ponértelo para que no despertaras a nadie, aunque has hecho mucho ruido igualmente - susurró mientras me quitaba el cuero de la boca -. Ojalá hubiese podido escucharte gritar mi nombre mientras te corrías.
- Alexandra... - conseguí decir, entre un suspiro.
Sonrió a milímetros de mi boca y pasó la punta de su lengua por mis labios. La cogí entre mis dientes para introducirla en mi boca y nos fundimos en un beso, que no hizo otra cosa que incentivar mis ganas de recorrer cada rincón de su cuerpo con mis dedos.
- Desátame - dije entre sus labios.
Apoyó su frente en la mía y me clavó la mirada. Sus ojos eran azules, acuosos y, aunque no hubiese mucha iluminación, sentía cómo brillaban. A veces, me recordaban al cielo de Bologna en verano; otras, me imponían lo suficiente para no ser capaz ni de mover un dedo del pie. Me mordí el labio y a ella se le fue la vista a mi boca.
- ¿No has tenido suficiente con que yo te muerda? - cogió mi labio inferior con sus dientes, tirando de él hasta volver a dejarlo libre.
- Nunca tengo suficiente de ti.
Empezó a recorrer con sus manos mi cintura, rodeando mis senos, subiendo hacia mis brazos y acabando en mis manos, desatando mis muñecas. Pude rodearle con mis brazos y tocarle la espalda por primera vez en toda la noche. Su cuerpo desnudo quedó pegado al mío que también lo estaba: nuestras bocas, nuestros pechos y caderas rozándose y buscando más contacto de la otra.
- Es mi turno... No sabes las ganas que te tengo ahora después de toda la noche - dije dándome la vuelta con la intención de quedar encima de ella.
Pero escuché un golpe y me encontré en el suelo de la habitación. Me había caído de la cama y me levanté rápido apoyándome contra la pared. Encendí la lámpara para comprobar que no había nadie.
Estaba sudando, con la ropa empapada y con un sofoco en el cuerpo que con podía con él. Cazzo, debería dejar de fantasear antes de dormirme porque luego soñaba con esas cosas. Pero teniendo a Alexandra tan cerca como la iba a tener durante estos meses, eso iba a ser complicado. No llevaba ni 24 horas en la finca y ya me subía por las paredes, fantaseando con una empleada que no conocía de nada.
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Domadora {Blumettra} AU
FanficCon pasión se gana cualquier guerra. Novela erótica. "Cada lector o lectora puede elegir con qué detalles quedarse. Sobre todo, espero que el libro le haga pasar un buen rato, y que durante el tiempo que dure la lectura no lo pueda soltar de las m...