Capítulo XVII. Marco.

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Escuché unos ruidos en el pasillo que me despertaron y me estiré desnuda entre las sábanas, dándome cuenta que Alexandra ya no estaba.

'07:22'

No me di cuenta de cuando se fue porque me quedé dormida, así que no me iba a molestar por eso, aunque en el hotel comprobé que entre sus brazos se dormía muy agusto.

'¡Que si, que ya voy!' - escuché sus gritos através de las paredes y, tras eso, un portazo.

Aquella era su voz. O no, así que me puse el pijama y fui a ver qué pasaba.

- Mira que eres pesada, colega. ¡Que ya voy! - me gritó desde dentro cuando golpeé su puerta.

- Cabreada me pones muy cachonda - le dije para que supiese que era yo y tardó dos segundos en abrirme, metiéndome en la habitación.

- ¿Qué haces aquí? - me dijo mientras se vestía a toda prisa.

- Que me habéis despertado con el ruido y me he venido a ver qué pasaba.

- Neptune se ha puesto de parto y ha venido María a decirlo y a tocar los huevos, de paso.

- ¿Neptune? Pero si le faltan más de dos meses.

- Ya lo sé, Elettra - dijo con tono desesperante.

- Oye, si te molesto me voy.

- No, no - terminó de calzarse y se acercó, rodeándome la cintura para empezar un beso que me volvió loca.

Me ponía mucho verla en ese plan, que sus manos entrasen por mis pantalones para agarrar mi culo, que su mandíbula estuviese tensa y una de sus venas se marcase en su cuello. Sus besos duros iban encenciéndonos hasta que me empotró contra la puerta.

- Joder, ya podrías no ponerte el tanga nunca - dijo cuando nuestros labios se separaron un segundo mientras me apretaba hacia ella.

- ¿Te molesta un hilo de tela tan fino?

- Me molesta todo lo que separe nuestras pieles.

- Cazzo, ya podrían cabrearte así todos los días - dije riéndome.

- No, por Dios, solo quiero perder a esa de vista para siempre - sacó las manos de mis pantalones y se alejó -. Tengo que irme ya, nena.

- ¿Puedo quedarme a dormir aquí? - le pregunté antes de que abriese la puerta y me miró levantando una ceja -. ¿Qué? Me apetece.

- Bueno, cierra con llave la puerta de tu habitación, te vienes aquí y cierras también, ¿vale? - asentí y me dio sus llaves -. Duerme mucho por mi.

Cuando se fue, hice lo que me pidió y me tumbé entre sus sábanas, quedándome dormida abrazada a su almohada.

***

Dormí un par de horas más, que me sentaron de maravilla, y me levanté para ver cómo iba el parto. Al subir las escaleras, escuché un nombre en boca de María que me tensó todo el cuerpo.

- Andrés.

- Hola, guapa. ¿Qué tal vas? - dijo una voz masculina.

¿Andrés estaba ahí?

- Pues aquí como siempre. ¿Y tú?

- Vengo a ver a Alexandra, que ayer por la noche la estuve llamando y no me ha respondido aún.

- Pues ahora está ocupada y anoche también estuvo ocupada - dijo con segundas.

- ¿Entonces la cena no sirvió para nada? Sabía que ir por las buenas con esa zorra no era suficiente.

Domadora {Blumettra} AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora