Capítulo VII. Cena

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- ¿Qué me pongo, tío?

Aless y yo estábamos en frente de mi armario abierto y él pasó la mano por las prendas colgadas.

- Algo que sea fácil de quitar - terminó diciendo antes de volver a tumbarse en mi cama.

- De verdad, pareces el más inocente del mundo pero a veces te clavas, colega - dije haciéndole soltar una carcajada -. Uhmm... me voy a poner este vestidito grisáceo que me deja al descubierto el tatuaje de la barriga y es bastante informal.

- ¿Es fácil de quitar? - puse los ojos en blanco.

- No seas pesado, solo es una cena.

- Ya, ¿estás tan nerviosita por saber cuál es el menú? - y se rió.

Se ve que le hacía mucha gracia esta situación y no me extrañaba. Ahí estaba yo, a punto de cumplir 35 años, tan nerviosa como si fuese una quinceañera en su primera cita.

Esta tarde en el entrenamiento, Ivonne me tuvo que echar varias veces la bronca porque sentía que no estaba centrada y acabó desistiendo, gritando que había echado a perder un día importante. La verdad es que era un poco exagerada, pero cuando Ivonne cuando se enfada... acojona.

¡Cómo voy a estar concentrada si no me saco a Elettra de la cabeza!

Me maquillé y me puse las botas negras. El vestido era muy cómodo, me llegaba casi hasta los tobillos y estaba rajado por los laterales, así me sería más fácil sentarme.

- ¡Vámonos! - Aless se levantó rápido, salimos al pasillo, en el que, afortunadamente, no había nadie, y cerré la puerta dándole la llave a él.

- ¡Go, baby! Que vaya super bien - me arregló un poco el pelo y fue hacia su habitación, que estaba casi en frente de la mía.

Respiré hondo avanzando por el pasillo.

***

No había decorado de ninguna forma su habitación, solamente estaba su maleta que apenas se veía debajo de la cama. Al pie de esta, había unos cojines en el suelo y unas bolsas de comida encima de la cama.

- ¿Vamos a comer aquí? - pregunté rompiendo el silencio que se había formado.

- Si, me pareció buena idea. ¿No te gusta? Si quieres voy a pedir dos sillas y comemos en el escritorio este o...

Hablaba atropelladamente, se notaba que estaba nerviosa y, además de mona, me pareció muy graciosa. Me tuve que reír.

- ¿Qué pasa? - preguntó confusa.

Se había arreglado más que yo. La verdad es que estaba bastante buena y elegía unos looks que mejoraban su figura.

Había elegido un mono con transparencias en el escote y media espalda descubierta. De cintura para arriba, el mono estaba ajustado a su cuerpo, se podía divisar que no tenía sujetador y, como siempre, los piercing de los pezones resaltaban más que otra cosa; de cintura para abajo, no era tan pegado a su cuerpo, sino bombachos, acabando en sus tobillos, llevando unos tacones no muy altos.

Desde luego, que si quería impresionarme, lo había hecho.

- Está todo perfecto, no te preocupes - y era verdad, desde pequeñita estaba acostumbrada a comer en el suelo, de rodillas, sentada en una almohada o como sea. Era un alivio.

- Ponte cómoda - me invitó alzando la mano para señalar los cojines.

- Gracias.

Me quité las botas y me senté en uno de los cojines que ella había preparado, apoyando un brazo en el borde de la cama, donde había un hule extendido para no manchar las sábanas. Ella sacaba cosas del mini bar.

Domadora {Blumettra} AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora