Capítulo XIII. 69

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Dadle al play cuando os avise

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Era media tarde y yo ya había terminado todos mis quehaceres, así que me fui a la entrada para esperar a que Carla apareciese.

Carla Lladó era la veterinaria que me sustituía los fines de semana, por lo que los viernes, cuando aparecía, tenía que entregarle todos los informes y actualizarle lo que ha pasado durante la semana.

Nos llevábamos muy bien y la consideraba una amiga. Nos llevábamos tan bien que hubo veces que sobrepasamos la línea de una simple amistad, pero la cosa nunca ha ido más allá de un par de besos. Si me hubiese encontrado a esa mujer antes en mi vida le hubiese pedido matrimonio. Pero ella también estaba casada y, además, tiene un hijo. Casi siempre que nos liamos estamos de coña, así que nunca nos lo tomamos como algo con importancia.

- ¿Qué tal, nena? - la saludé dándole dos besos cuando la vi entrar con un pequeño equipaje de mano para el fin de semana.

- Con ganas de que me cuentes, preciosa - y nos dirigimos hacia las habitaciones bajo la mirada de María, a la cual había decidido ignorar completamente.

Mientras ordenaba su ropa le conté absolutamente todo: la aparición de Elettra, lo que habíamos hecho, la visita de Andrés, el nacimiento de Francis, la situación con María y Aída...

- Joder, lo que te pasa a ti en cinco días no se lo cree nadie. Y, por cierto... tengo que conocer a esa Lamborghini.

- Tengo miedo de dejarla sola.

- Yo me encargo, ¿vale? - asentí.

- Te tengo que pasar unos informes y... - miré la hora -. Necesito una de nuestras escapadas.

- Eso está hecho, cariño.

***

El humo inundaba mis pulmones y me sentía relajada mientras le pasaba el porro a Carla y esta le daba una calada. Nuestras escapadas consistían en eso, básicamente. Cogíamos unos caballos que nos preparaba Aless y nos íbamos a un claro adentrado en el bosque, del que solo ella y yo sabíamos de su existencia. Estaba lejos de la cascada y de todo, a quince minutos cabalgando rápido.

- ¿Sabes lo que falta? - dije mirando al cielo medio tapado por las copas de los árboles.

- ¿Cerveza?

- Te quiero, nena - y nos empezamos a reír tumbadas en el césped, la una al lado de la otra.

Me giré para mirarla porque siempre me ha gustado ver a la gente fumar. Le dio una calada larga y, girándose hacia mi, se acercó para echar el humo en mis labios, que lo recibí sin oponerme. Lo aspiré y giré la cabeza para echarlo al aire.

- ¿Ya estás relajada o necesitas más relax? - me preguntó cogiéndome la cara y plantándome un beso en la boca que yo profundicé.

Sus manos se deslizaron por mi cuello, pegando más su boca a la mía. La verdad es que Carla besaba de puta madre, por eso siempre me ha gustado besarla, aunque no hubiese nada entre las dos. Me incorporé separando nuestros labios, para girarme acomodándome encima suyo y seguir besándola.

Domadora {Blumettra} AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora