Capítulo XII. Una (no) última vez.

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Nos sentamos en la cama y la rodeé con el brazo derecho por el hombro, mirándole.

- María, puedes hablar conmigo, yo te escucho.

Alexandra, que estaba debajo de la cama, me dijo que la echase, pues me tenía que contar una cosa, pero es que veía a María realmente mal y no le iba a hacer eso.

- Es Aída. No sabes lo que me hace trabajar, para cobrar lo mismo y... - de repente, dejé de escuchar lo que me me decía porque, al mirarla, veía al fondo el móvil de Alexandra iluminándose y mis ojos se desencajaron, dándome cuenta de la cagada que acababa de hacer dejándole pasar.

Ella es una chica muy discreta pero Alexandra parecía que no pensaba lo mismo y que tenía sus motivos. Eso me hacía desconfiar, aunque personalmente a mi no me había hecho nada.

- ¿Elettra? - la chica llamó mi atención.

- Aída parece una buena persona - mentí -. A lo mejor, como jefa no es la mejor pero siempre hay que exigir al personal para que el negocio te salga bien, te lo digo como jefa que también soy... - intenté animarla sin poder parar de fijarme un par de veces en la mesa del fondo. María se dio cuenta de que desviaba mucho la mirada y giró la cabeza para fijarse en lo que llamaba mi atención...

Cuando la cogí y la besé.

Atraje su cara a la mía, impidiendo que la voltease y nos besamos. Podía haberme inventado otra cosa, pero eso fue lo único que se me ocurrió hacer y se ve que coló bastante bien, a la chica se le había olvidado hasta seguir llorando, mientras lo daba todo contra mis labios.

Al contrario que Alexandra, sus labios eran firmes y su lengua se movía poco, pero no estaba mal, lo podía aguantar un rato, aunque mordiese demasiado. Bueno, mi rubia también mordía pero es que a ella le dejaba hacerme lo que quisiese porque, todo lo que fuese, sabía que lo haría bien y solo de pensarlo me estremecía.

¿De verdad iba a pensar en ella cada vez que me besase con alguien más para compararlo? Lo cierto es que había subido bastante el listón y no creo que me encuentre a nadie que la supere en mucho tiempo.

- Lo siento, me he dejado llevar - dije separando nuestros labios.

- No pasa nada, tú también me gustas - fruncí el ceño.

Pero si yo no había dicho que me gustase. En fin, que se iba a levantar hacía la mesa pero yo no podía permitirlo así que la cogí del brazo, la atraje hacía la cama tumbándola y me puse encima para seguir besándola.

Nos acomodamos y seguimos besándonos, ella con mucha pasión y yo con carencia de esta.

María me gustaba pero no para hacer esto en la primera 'cita'. Quizá para un beso tímido, seguir viéndola, que me conquiste y que surja el amor. Pero no para eso en ese momento.

Con Alexandra si, era la excepción. Con ella lo quise en el primer instante que casi arrasa conmigo en el hall. Podría haberlo hecho, que yo no me hubiese quejado.

María tenía los ojos cerrados mientras notaba que su lengua daba más juego. Bueno, aquello no estaba tan mal, pero no debía de desconcentrarme. Deslicé mi mano hacia el borde de la cama e intenté llama la atención de Alexandra, haciéndole señas con la mano para que fuese a coger el móvil y noté sus dedos rozando los míos, como haciéndome entender que lo había pillado.

Sonreí entre los labios de María, pensando en lo bien que se entendían nuestros cuerpos con apenas rozarse, y esta también sonrió en los míos, pensando que sería por ella por quien yo sonreía.

Cuando vi una figura silenciosa salir de debajo de la cama, la besé con más ganas. Sus manos no bajaban de mis hombros y la chavala no tenía intención de moverlas de ahí.

Domadora {Blumettra} AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora