C1

3.5K 291 125
                                    

Fue empujado de la habitación, cayéndole después a los costados toda la poca ropa que poseía, junto con un par de coverse grises que antes eran negras y un par de ropa interior que era nueva.

- Y no vuelvas!!- Se levantó enseguida yendo hacia la habitación, con la puerta siendo cerrada en su cara, golpeando su respingada nariz.

- Carajo!- Gruñó. - Ábreme Bert!!- Pateó la puerta incluso cuando vio que sus gritos no hacían efecto en el mastodonte drogado que era el jefe de esa familia.

Entonces la puerta se abrió siendo golpeado enseguida con una botella de cristal, perteneciendo a una de vodka, cayendo de trasero, viendo la puerta de nuevo ser cerrada.

Quiso volver a pararse y gritar, quiso esta vez incluso rogar. Podría mentir y decir que esta vez sí daría su culo si era necesario, todo por una oportunidad, pero...

Dios, no!, su culo era sagrado!.

Y la cara se le estaba hinchando gracias al golpe cerca de su ojo derecho.

Hizo un puchero viendo a su alrededor, recopilando toda su ropa en un montónsito, viendo sus calcetines del lunes, que por cierto estaba usando en jueves, tener más hoyitos nuevos, colocándose las converse.

Su pans desgastado aún aguantaba una puesta y su chaqueta de vagabundo podría ser utilizada en vez de una playera.

Limpió las pocas lagrimas que se le escaparon, buscando entonces con su verdosa mirada su libreta de apuntes y...

- Maldición.- Tragó duro viendo la puerta por donde anteriormente le habían sacado, y tomando en cuenta que no había muros en la costa, se aventuró a dar pasos cortos, que más bien se catalogaban como saltitos, y tocó la puerta rápidamente.

- Te dije que te vayas, puta!!- Arrugó la nariz abrazando su ropa aún más a su pecho y tomó aire para responder.

- No soy una puta!, soy un sicario!- Dijo seguro. La risa de Bert se extendió por toda la habitación, y era tal que la sintió como si se rieran en su cara. Se erizó de solo imaginarse sus amarillos y podridos dientes tan cerca. - Olvide mi libreta de apuntes...- Dijo de nuevo, esta vez más bajito. Esperó respuesta pero esta no llegó así que tocó de nuevo tratando de no hacer tanto ruido para que el mastodonte no se enojara. - Bert?... Me la puedes dar... Por favor?- Se mordió la lengua y sintió cosquilleo en sus manos, soltando un suspiro de alivio cuando la puerta se abrió de nuevo dejando ver a Bert McCracken apoyarse en el umbral de esta con los brazos cruzados.

- Por qué eres tan molesto, Huh?- Hizo un puchero balanceándose con los pies de un lado a otro y negó.

- Solo busco una oportunidad.- Repitió como había dicho desde que llegó a la familia de Bert hacía dos semanas atrás.

El castaño gruñó y se revolvió el pelo grasiento mientras trataba de pensar en algo, aunque con ya siete bolsitas de cocaína en su sistema, no podía pensar con claridad.

- Ya te dije que si no das el culo, jamás llegarás a ser alguien.- Repitió como le había dicho desde el principio cuando tocó a su puerta.

- Pero eso no es necesario!... Puedo matar como cualquiera y cobrar lo normal!, solo necesito una oportunidad y las instrucciones necesarias y voala Bert!, enserio. Vamos, solo una, quieres una masacre?, una carnicería?, como si matara a la primera dama?, con clase?, cualquier cosa, yo lo haré!-

- Nadie se pondrá en riesgo por alguien que no tiene absolutamente nada de experiencia!

- La tendría si me dieran una maldita oportunidad!- Gritó de igual modo.

- Oh ya cállate. La tendrías si me hubieras dado el maldito culo como te lo pedí desde el primer día. Pero ya me cansaste!, te di suficiente tiempo y te mantuve por dos semanas sin recibir nada a cambio y sabes que, pequeña puta, ya me canse!-

- No soy una puta!!

- Y no me importa!, lárgate de mi casa, ahora!- Gritó el mastodonte con mucha más potencia que el gordito.

Gerard frunció el ceño retrocediendo y viendo como Bert negaba sacando de entre su brazo su libreta de apuntes, aventándosela: - Si no te largas en diez minutos, llamaré a mis hombres y quién será asesinado como la mismísima primera dama será otro.- Le apuntó severo, cerrando de nuevo estruendosa la puerta.

Y ahí estaba, su última oportunidad de ser un sicario.

Sicario. {Frerard}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora