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Tenía un contrato para pasar una semana en el programa de James Corden. Él me cae bien, es una persona realmente agradable con quien sentarse a hablar o simplemente a conducir un programa. El problema era que, literalmente, debía quedarme una semana ahí. Querían algo real, querían a Harry Styles durmiendo en ese sofá y yo había firmado. Claro que sí. Harry siempre firma, Siempre dice sí antes de pensarlo o eso es lo que dicen. Sobretodo Fany con respecto a nuestro matrimonio. Éramos jóvenes y yo no sabía decir que no.
El primer programa había terminado y el sillón se me antojaba incómodo. Un canal de televisión a oscuras, luego de que todos se vayan y la máscara se caiga, es algo deprimente. Luce como un lugar que espera el gran suceso una y otra vez, eternamente. Ser parte de eso era como ser abandonado, guardado en un salón de vestuario hasta que alguien quiera volver a interpretar la vieja obra.
-¿Harry?-preguntó alguien y me levanté con rapidez.-¿Harry, dónde estás?
Era una voz pequeña. Una voz que parecía atemorizada por ese lugar oscuro y abandonado. Y yo conocía esa voz.
-Acá, Didi.-dije al verla y ella corrió hacia mí retorciendo sus manos.-¿Qué haces acá?-ella negó y se escondió en mi pecho luego de mirar todo lo que nos rodeaba.-¿Peleaste con tu mamá?-ella asintió.-Didi, tenemos que hablar.
Me senté en el sofá con ella y la dejé quedarse entre mis brazos porque lucía asustada. Había hablado con Fany y, quisiera o no, sabía cuál era la pelea y sabía que era mi culpa.
-A tu mamá le duele tener las cosas de ella ahí, hija.
-No puede sacarlas.-musitó ella.-No puede llevarse a Caro.
-No se la está llevando.-suspiré y la abracé con más fuerza.-Caro ya no está ahí. Ella... Tenemos que dejarla ir.
-Vos no queres dejarla ir.-dijo.
-Lo sé. Pero es algo que tengo que hacer y vos también.-ella negó y comenzó a llorar.-No. No llores. Didi... Podemos llevarlas a mi casa. Podemos guardarlas en su cuarto. No vamos a tirarlas. No va a pasar. Lo prometo.
-La extraño.-lloró.-Quiero que vuelva.
-Vení acá.-dije, acostándome y dejándole un lugar para que lo haga también.-Ella está mejor ahora. Ya no le duele más, ya nada la molesta. Didi, ya no puede volver.
La sostuve contra mi pecho hasta que se durmió, no quería que supiera que yo también lloraba. Fany tenía razón, estaba destruyendo a mi propia hija con todo eso. Repasé su cabello con mis dedos y recordé cuando era más pequeña y le temía a la oscuridad, puede que por eso se viera tan aterrada antes. Recordé también cuando ella y Zackary peleaban y ella se lastimaba porque no creía ser lo suficiente. Aún lo hacía y yo lo sabía. También que no estaba yendo al psicólogo desde lo de su hermana y que no quería tomar sus pastillas. Puede que ella estuviese más destruida que yo después de todo, y que me necesitara ahí.
Desperté con ella ahí. No sabía cuándo había sido la última vez que había pasado. No lucía tranquila. Diana siempre había sido una de las pocas personas que yo había visto intranquilas al dormir, como si temiese no poder abrir los ojos, o quizás abrirlos muy pronto. Noté que el desayuno estaba allí, servido y humeante junto a nosotros. La gente no tardaría en llegar.
-Arriba. -susurré en su oído.- Tu mamá debe estar preocupada.-saqué el celular y me llevé las manos al rostro.-Por el amor de Dios, va a aniquilarme. ¿Cómo es posible que haya hecho tantas llamadas en una noche?- miré a Diana y ella comenzó a estirarse, ajena a la situación.-¿Sabes? Ni siquiera cuando se filtró mi número tuve tantas llamadas perdidas. Tu mamá es el terror mismo si tiene un celular.-ella rió bajito y volvió a cerrar los ojos.-Acá vamos otra vez...-suspiré y atendí. ¿Para qué?

Mamá me abrazó con fuerza a penas salí del canal. Me quedé ahí unos instantes antes de abrazarla también. No quería asustarla.
-No vuelvas a irte así, sin decirme nada, sin...
-Perdón, mamá.-murmuré.-Sólo vine a ver a Harry.
-Está bien.-dijo y besó mi cabeza una y otra vez.-Eso está bien. Sólo avisame la próxima. Ahora vamos a casa, tenes clase en un rato y no la conté a Zackary.
-Iba a asustarse.-dije y ella asintió.
-Saludá a tu papá y vamos.
Me volví hacia Harry y besé su mejilla antes de subir al auto. La gente comenzaba a llegar al estudio. Era la primera vez que dormía con mi padre. Nunca lo había hecho antes. Siempre estaba Caro ahí. Yo no era la que necesitaba que la cuidaran, era ella. Pero sí me había gustado. Claro que sí. Cuando dormía con Zackary no era lo mismo, sabía que había ahí alguien que yo decidí amar y él decidió amarme. Sin embargo, con mi padre era distinto. No me gustaba pensarlo de ese modo, pero era casi un amor por obligación y eso sonaba realmente horrible.
Me di un baño y esperé por mi novio, quien no tardó mucho en llegar. Se veía como siempre y quizás un poco como nunca. Tan ajeno a la situación que me daba paz. Eso era. Zackary me daba mucha paz. Con paso cansado por la hora, se acercó a mí. Llevaba el pantalón obligatorio del uniforme color gris claro y lo acompañaba Con una campera de cuero que la directora ya había prohibido al menos siete veces ese mes.
-Hola, Didi.-dijo posando sus labios en los míos. Tomé sus mejillas y luego me abracé a él.-Wow. Hoy me amas más que ayer.
-No lo puedo evitar.-reí.
-¿Los llevo?-preguntó mamá y Zackary miró la hora después de saludarla.
-Si. Salvanos del tarde.-dijo y tomó mi mochila.-Vamos.
No hablé durante el viaje, pero retuve su mano entre las mías largos instantes para luego jugar con sus dedos y volver a dejarlos quietos.
-Cada día sos más rara.-dijo y me besó.-Creo que por eso te amo tanto.
Sonreí a medias y miré la escuela y luego a él. Había duda en su mirada. Sabía que Zackary no quería que volviera a ser la de antes, la que fui desde que Caro nos dejó. Tomé mejor su mano y bajé.
-Estoy tranquilo.-dijo entonces.-Lo estás intentando.
-Quiero que todo vuelva a estar bien.-admití.-Creo que voy a... Voy a llamar a mis tíos.
-¿De verdad?-preguntó emocionado y asentí.-Eso sería genial. Más que genial. Didi.-me levantó del suelo y reí. Me gustaba poder ser quien lo hiciera feliz.
-Voy a llamarlos.-murmuré y entramos al salón.
Una que otra mano se alzó en nuestra dirección y un moreno cayó sentado en mis piernas. Miré a Justin y luego a Zackary. Sí. Él acababa de arruinarlo todo.

Hey angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora