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-Didi.-llamó Harry a la puerta.-Didi, hice pastas. Vamos, es la hora de comer.- no respondí y lo escuché suspirar.-Por favor. Didi...-se movió con rapidez e intentó abrir la puerta.-Diana, abrime la puerta.-su voz se tornó asustada, como si hubiese recordado lo que yo solía hacer.-Diana, abrime. Por favor.- la voz se le quebró.
Me acerqué a la puerta y abrí. Él entró casi corriendo y me crucé en su trayecto. Me alzó casi de manera inconsciente y juntó mi cabeza a su pecho antes de revisarme. No había forma de evitarlo. Ya lo había visto todo. Me agarró con más fuerza y sentí que lloraría. Nunca se había asustado así por mí.
-Diana, hija, necesitamos... Necesitamos parar con esto de una vez. Por favor.
-Nadie soporta que yo viva y quiera morirme porque Caro no pudo elegir.-murmuré.
-No. Esto no tiene nada que ver con tu hermana. Nadie quiere perderte. No quiero que quieras morir.
-Es tarde para eso.
-Lo sé.-confesó.-Y lo peor es que no sé cómo podría solucionarlo. Creo que no hay manera. Didi...
Me aparté de él y vendé mi pierna con cuidado, tapando las heridas que empezaban a cerrarse. No me gustaba mirarlas y recordar dónde me las había hecho. Sus manos apartaron las mías y me reemplazaron en el trabajo. Era mejor en eso que yo y se notaba.
-Te hice pastas.-murmuró y clavó su mirada en la mía.-Les puse mucha salsa, como a vos te gustan.
-Creí que ya no ibas a cocinar nunca más.
-Hay personas que merecen la excepción.-dijo y me levantó.- Tu mamá nos espera abajo.
-Decile Fany. -dije y miré hacia la escalera.-Es un nombre muy lindo
- Lo es.-dijo él y me dejó en la silla junto a mamá.-Didi, voy a quedarme acá con ustedes. No voy a dejarlas solas.
-¿Mamá?-pregunté y ella presionó mi mano con suavidad.
-Si, mi amor.-dijo.- Va a quedarse. Comé, ¿si?
-¿Vas a quedarte hoy?-pregunté y ella sonrió antes de besarme la mejilla.
-Les dije que estoy enferma.-rió.-Salgo de viaje la semana que viene.
-Creo que Zacky y yo te llevamos por el mal camino.- la molesté.
-No me arrepiento.-dijo.-Comé, Didi.
-Te amo, mamá.-reí y di el primer bocado antes de que ella lo hiciera también.
Fue todo silencio durante la cena. Mamá levantó todo y Harry me alzó. Tomé mi ropa y él se sentó a los pies de mi cama mientras yo lo miraba insistente. Tenía que salir. Quería cambiarme.

Diana me miraba en silencio y yo esperaba. Esperaba que me dijera algo, que se portara conmigo como con Fany, que me quisiera. Extendió su mano y creí que buscaba la mía. Me acerqué, pero ella sólo tomó una media que había quedado sobre la cama y me miró confundida.
-¿Necesitas algo?-preguntó.
No respondí. ¿Por qué no me decía papá? Caro siempre me decía papá. Me acerqué a ella y me dediqué a cambiarle las vendas en silencio, esperando que dijera algo, pero no hablaba.
-Hora de dormir, Didi. -dijo Fany. Entró al cuarto y besó su frente antes de volverse hacia mí.-Vamos, Harry. No puede cambiarse si estás acá.
-Quiero hablar con ella.
-No estás hablando mucho que digamos.-murmuró mi hija.
-Harry, es tarde. Andá a dormir.
La miré. ¿Por qué no podía quedarme con ella un poco más? Diana bostezó y desistí, poniéndome de pie. Salí del cuarto tan rápido como pude, bajé la escalera y salí de la casa. Tenía algo que hacer, un cuarto que visitar. Uno que tenía la puerta cerrada hacía ya demasiado tiempo.

Desperté en mitad de la noche y me levanté. Todo estaba oscuro. Miré a mi alrededor y salí del cuarto. Moví el interruptor dos, tres, cuatro veces. No servía. Avancé por el pasillo y miré la habitación de mamá. La oí roncar y seguí mi camino. No podía despertar a mamá. Le costaba dormir.
Escuché la puerta de entrada y me pegué a la pared, asustada. Miré la escalera y el chasquido del interruptor me llenó los oídos. Los pasos subieron lentamente y volví a mirar. Todo estaba muy oscuro, pero alguien subía. Retrocedí y golpeé la pared con el codo por error. Los pasos se detuvieron. El corazón comenzó a latirme con más prisa en el pecho e intenté dejar de respirar.
-¿Quién está ahí?-preguntó con voz profunda y me llevé ambas manos a la boca a la vez que se me escapaban las lágrimas.-¿Quién...?
-Soy yo.-musité y me falló la voz.
Harry terminó de subir la escalera y no tardó en encontrarme. Me juntó a su pecho y tocó mi rostro, deshaciéndose de todas las lágrimas con su mano enorme.
-¿Qué pasó?-preguntó en un susurro.-¿Estás bien?
- Me asustaste.-confesé.
-Y vos a mi.-casi rió.-Tranquila, Didi.-me levantó y avanzó hacia mi cuarto.-Perdón. Se me hizo tan tarde... No pensé que ibas a estar despierta.
No podía calmarme. El corazón todavía me latía demasiado rápido y la casa seguía oscura. Harry me metió en la cama y se acostó también.
-¿Dónde estabas?
-Fui a buscar una cosa.-murmuró.
-¿Podes quedarte?
Se sacó los zapatos y se metió en la cama conmigo. Acomodó bien las sábanas y me rodeó con ambos brazos con fuerza.
-Didi, tranquilizate. Todo está bien. Estás bien. Sólo cerrá los ojos.-besó mi frente y obedecí a la vez que besaba mi frente.-Estás conmigo.
-Está tan oscuro...-musité.
-¿Sabes a qué me hace acordar la oscuridad?-preguntó y negué mientras él acomodaba la barbilla sobre mi cabeza.-Hay algunos estadios que son muy oscuros. Espero atrás del telón y todo se apaga. Entonces salgo y me paro ahí antes de que las luces lo llenen todo y el público empiece a gritar.
-A mi me...-guardé silencio.
-Decime.-pidió.-¿A qué te hace acordar?
-A cuando papá me hizo bajar por la escalera en medio de la noche. Me acuerdo que tiraba de mi mano mientras con la otra sostenía a Caro. Yo tropezaba con los escalones, pero él no paraba.
-¿A dónde las llevaba?-preguntó con un hilo de voz.
-Salimos y corrimos tres cuadras. Yo corría y él caminaba demasiado rápido. Tenía miedo y frío, pero él parecía más asustado. Doblamos en la plaza e hicimos cinco cuadras más. Entonces dejó a Caro en la tapa del container de la basura y se agachó. Me abrazó y se puso a llorar. Yo también lloraba porque no entendía nada.-sus brazos me tomaron con más fuerza.-Papá se sacó su buzo y me lo puso aunque tocara el piso y me quedara muy grande. Me alzó y a Caro también. Todo estaba oscuro, salvo por las luces de un supermercado que abría las 24 horas. Ya lo cerraron.
-Didi...
-Nos dejó ahí. Me abandonó.- me tomé de él con fuerza.-Y yo no me acordaba cómo volver.
-¿Volviste alguna vez?-asentí.-Didi...
-Él no quería dejarme. Yo lo sé. Él no quería dejarme ahí.
-Didi...
-Volvió. Al rato volvió, saliendo de la oscuridad. Se sentó conmigo y durmió a Caro. Después me agarró a mí y prometió que todo iba a estar bien, pero cuando desperté él ya no estaba.
-¿Sabes qué vamos a hacer?-preguntó y él se levantó de un salto.-Ponete este.-dijo dándome su buzo. Se calzó e hizo lo mismo conmigo. -¿Todavía sabes llegar?

Hey angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora