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Diana me guió por las calles hasta un edificio de unos diez pisos. Lo miré un instante. Quizás ese había sido hasta el momento el instante más largo y doloroso de mi vida. Allí podrían estar los padres de Caro, los padres de Didi. Nos detuvimos y quise bajar, pero ella me tomó de la mano y bajó la mirada. No miraba el lugar, no parecía soportarlo. O puede que no lo mirara porque yo estaba ahí. Sabía cómo llegar desde la casa y eso sólo significaba que había estado ahí otras veces. Cerré la puerta y la pasé a mis piernas, dejando que llore, pero no lo hizo. La rodeé con ambos brazos y permanecimos en la oscuridad unos minutos en silencio mientras el foco de la luz que estaba delante nuestro parpadeaba.
-Papá, vamos a casa.-murmuró y la abracé con más fuerza.
-Te amo, Didi.-dije y ella escondió los dedos debajo de sus mangas. Besé su frente y me llené de ella, me había dicho papá.-Hace frío, ¿no?-ella asintió y reí bajito.-Vamos. Compremos unos chocolates, preparemos dos vasos de leche caliente y vamos a dormir.
-Como cuando...
-Si. Como cuando llegaste a casa y no podías dormir porque te asustaba la casa. Y yo me despertaba cada noche por Caro. Te encontraba sentada en tu cama y nos hacíamos dos vasos de leche caliente para tomar con un chocolate.
-Y no le contábamos a mamá.-rió ella y la abracé con fuerza.-No nos dejaba comer azúcar a esa hora.
-Éramos unos chicos malos.-dije y ella soltó una carcajada antes de volver a su asiento.-Vamos a ser chicos malos, hija.
Arranqué rumbo al mercado que estaba cerca de la casa. Bajamos y ella miró sus pantalones de pijama antes de volver a reír y correr dentro.
-Chocolates.-dije y miré al dueño del lugar que parecía sobresaltado por la entrada de Diana.-Trae dos. No. Trae más, así tenemos para cuando los necesitemos.-me acerqué al mostrador.-Buenas noches, esperamos no haber perturbado su tranquilidad.
-Los clientes no perturban en esta época. Los espero a todas horas. Ojalá entraran con el entusiasmo de esa chica.
-Días malos para el trabajo.-dije y él asintió.-Pero vamos, hombre, las cosas no pueden ser fáciles todo el año. Todos tenemos nuestros momentos. Siempre hay que mantener la cabeza en alto.-miré el pasillo y vi a Didi acercándose con todos los chocolates que podía y solté una carcajada.-Va a tener una muy buena venta de chocolates hoy.
-Eso es un alivio.-rió el hombre y Didi los dejó todos en el mostrador. Le pasé el brazo sobre los hombros y la junté a mí. Tenía las mejillas algo arrebatadas.

Puso un vaso de leche frente a mí y lo tomé. La luz había regresado y ambos estábamos en mi cuarto.  Me dio una barra de chocolate y la metí en el vaso, dándole más y más vueltas.
-Didi, ¿fuiste muchas veces a buscarlo?-preguntó y me encogí de hombros.-No me arrepiento de haberte adoptado. Nunca me arrepentí ni voy a hacerlo.
Mordí el chocolate y me acerqué más a él, dejando mi espalda contra la pared y ambas piernas estiradas. Di otro trago y él igual antes de cubrirnos a ambos con las frazadas.
-Sé que es difícil ser hija única ahora, sé que extrañas a tu hermana y que las cosas no sin iguales sin ella, pero esta es tu casa, hija. Esta es tu casa y Fany es tu mamá. No queres dejarla. Sé cuánto se quieren. -quedó frente a mí y me miró directamente a los ojos un instante.- Didi, no te pido que lo hagas por mí, los dos sabemos que no me ves como a un padre, pero hacelo por ella. Hacelo por ella que te ama como nunca va a volver a amar en su vida.
-No voy a dejarla.-murmuré y me terminé mi vaso. -Nunca dejaría a mamá.
Dejó ambos vasos en la mesa de luz y nos acostamos. Me rodeó con ambos brazos y apagó la luz, poniendo el mentón sobre la cabeza.
-Mi otra mamá murió cuando Caro nació.-susurré y lo miré un instante.-Papá estaba asustado. Dijo que no podía abandonar una hija, que no podía dejarla sola. Así que me dejó con ella.
-¿Qué?-preguntó en un susurro.
-Que él me abandonó para que yo no abandonara a Caro.-casi lloré.-Y no la abandoné. Yo no la abandoné.
-Lo sé.-musitó y me abrazó con más fuerza.-Nunca le faltaste. Fuiste una hermana excelente.-negué.-Si, amor. Lo fuiste.
-No. Estaba enojada con ella. No podía tener papás si ella estaba ahí. Pero quiero que vuelva. Quiero que ella vuelva.
-Mirame. Didi, mirame.-exigió y me tomó el rostro.-Vos tenes una familia. Si necesitas... Si necesitas que busquemos a tu papá, lo voy a hacer. Pero vos vas a tener la familia que necesites y quieras.-juntó su frente a la mía y cerró los ojos con fuerza.- Diana, vamos a hacer que todo sea perfecto para vos.
-No les dijiste cómo pasó.-murmuré.-Dijiste que me habías buscado.
-Y te busqué.-musitó.-Te busqué, pero no podía soportar a nadie más diciéndome que no había noticias de vos.
Guardamos silencio y él acomodó mi cabello sobre la almohada antes de cerrarme los ojos y comenzar a cantar They don't know about us.

Cuando desperté, todavía estaba ahí. Miré la puerta y me topé con la mirada de mamá. Parecía pensativa, perdida en algún lugar muy lejos de ahí.
-Hola, mamá.-murmuré y  ella me miró antes de sonreír y acercarse a la cama.
-Vamos a dejarlo dormir.-dijo y me ayudó a levantarme, haciendo que me apoye en ella.-¿Cómo está esa pierna?
Hice una mueca. En la noche había corrido y, en ese momento, sólo sentía cansancio, pero ahora dolía. Dolía como castigo. Ella deslizó su mano por mi brazo y salimos del cuarto.
-Se cortó la luz anoche.-dije como disculpándome.
-Me enteré. Parpadeaba la luz del aire acondicionado. ¿Todo estuvo bien?-asentí y tomé lugar en la mesa.-¿Eso quiere decir que no perdí la cabeza del todo?
-Mamá, vos perdiste la cabeza.-reí.
-Mientras no te pierda a vos...-murmuró.
-Nunca vas a perderme, mamá.
-¿Lo prometes?
-Te lo prometo.
Rió y dejó ambos desayunos sobre la mesa. Al poco tiempo llamaron al timbre y ella se levantó de un salto a abrir, dejando que un Zacary de jeans gastados y remera suelta entrara a la vez que se tiraba el pelo hacia atrás con su mano.
-Pero que hermosa que es mi novia cuando se acaba de levantar.-rió y se tiró en la silla junto a mí, rodeándome con ambos brazos.-¡Didi, cada día me enamoras más!
-Es todo planeado.-dije y lo besé.
-¿Planeas conquistarme cada día?-asentí.-¿Por si algún día me olvido que me amas?-volví a asentir y me besó riendo sobre mis labios.-Sé que me amas, Didi y vos sabes que te amo.
-Eso los hace perfectos.-dijo mamá dejando otro desayuno.
-Es que ella es hermosa.
-Porque salí a mamá.-dije y tomé su mano mientras ella besaba mi cabeza.
Ahora lo sabía. Nos había escuchado en la noche.

Hey angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora