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Llevé a Diana a casa. No quería dejarla. Ya no quería hacer las cosas mal. Fany me esperaba en la puerta, asustada. Estaba así desde lo de Caro. Todo la aterraba. Perder a Diana sería perderlo todo.
-Se durmió en el camino.-dije, mirando a mi hija.-¿Viste el programa?
-Supongo que me perdí el detrás de cámara.-dijo enfadada.-Ella podrá perdonártelo, pero...
-Entremos, Fany. Entremos y te cuento mis motivos. Ella debería estar durmiendo en su cama ahora mismo. Sólo...
Ella me dejó pasar y yo subí directamente. Quería hablar con Fany, pero también quería quedarme con Diana. La miré, la tapé y besé su frente una y otra vez.
-¿Harry?-preguntó ella.
-No quería despertarte.-murmuré.
-¿Vas a quedarte?
-Tengo que ir a hablar con tu mamá.
Ella asintió aún con sus ojos cerrados. La miré y no pude evitar ver a Carolina tendida en una cama de hospital otra vez. Acaricié su rostro con cuidado y volví a besar su frente. No podía dejarla.
-Quedate.-pidió bajito y me acosté a su lado, abrazándola.-Te extrañé.
-Y yo a vos. Yo te extrañé a vos.-murmuré sin saber si se lo decía a ella o a Caro.-Dormí, Didi. Necesitas dormir.
-Shh, mi Didi.-dijo Fany, acostándose al otro lado de ella.- Es hora de dormir. ¿Vos no te acostabas a las ocho de la noche?
-Ya crecí, mamá.-murmuró ella y se acomodó contra mi pecho.
-No, señorita. Vos seguís siendo muy chiquita.
-Podría entrar en la taza del sombrerero loco.-musitó ella y Fany sonrió antes de abrazarse a nosotros.
-Podrías bailar en su panza después de la hora del té.
-Nunca termina la hora del té, mamá. Siempre es hora del té.
Miré a Fany. Ella besó la cabeza de su hija y sonrió. Estaba tranquila. Realmente lo estaba. Por primera vez desde que la conocía, esa mujer estaba tranquila.
-Duerman.-murmuré.-Ya mañana vamos a ver hasta cuándo dura la hora del té.
-Puede no terminarse nunca.
-Nunca digas nunca, Didi.-murmuré.-Ahora dormite que tu mamá tiene razón, sos muy chiquita para estar despierta a esta hora.
Sabía que Fany estaba mirándome aún con reproche, pero no me importó. Ya nada me importaba.

Fue raro despertar en esa cama, con ambos dormidos a mi lado. Creo que era algo que nunca había experimentado en mi vida. Puede que por eso no lo soportara y huyera de ahí. Escapé, como una cobarde al amor de los padres. Escapé como lo hacía cada vez que adquiría algo que sentía que no me perteneció nunca.
Bajé a la cocina y me topé con una torta recién hecha sobre la mesa y una taza a medio tomar. Acaricié el cabello negro de quien descansaba ahí y besé su mejilla.
-Buenos días, Didi.-dijo y se puso de pie, seguramente para prepararme un café.
-Buenos días, Zacky.
-Entré pero estaban todos dormidos.
-Así que me hiciste una torta.-dije abrazada a su espalda.
-Te gusta la torta.
-Queres engordarme.-aclaré y corté una porción para cada uno.-Ya no voy a poder ser popular.
-Vos no queres ser popular.-rió.
-Nunca más en mi vida.
-Aunque te salía bien ese papel.
-Sobretodo el de estar en las porristas.-acoté y ambos nos sentamos.
-Demasiados ojos en esa pollera corta.
-Incluídos los tuyos.
-¿Qué decís? Yo te miraba los ojos.-reí y él igual.-Los dos sabemos que te miraba los ojos.
-Ajam.-me burlé.
-No quiero volver a verte en las porristas.-dijo.-Mi hermosa Didi. Tantos chicos revoloteando a tu alrededor y yo sin animarme a acercarme.
-Eran todos unos idiotas.-dije.-Sobretodo James.
-No le perdoné nada a ese imbécil todavía.-dijo y apretó la mandíbula. Me junté a él y descansé la cabeza en su pecho.-Tendría que haberlo golpeado más fuerte esa noche.
-Me salvaste esa noche.-murmuré.-Estaba muy asustada.
-Saliste corriendo de la casa, llorando.-dijo él y besó mi frente.

Bajé la escalera al escucharlos y me detuve. ¿De qué demonios hablaban?
-No sé qué hubiera pasado si no te encontraba.-dijo mi hija y subió ambos pues al asiento.-Todos estaban en el hospital. Nadie sabía que yo...
-Nos encontramos, Didi.-dijo su novio y la besó.-Nos encontramos y ellos no pudieron hacerte nada.
-Debería haber un manual de advertencia para las populares. Nunca me hubiera metido en eso de haberlo sabido.
-Ellos te metieron, igual que quiere hacerlo Justin todo el tiempo. Siguen esperando que vuelvas, pero no voy a permitirlo.
Entré en la cocina y ambos me miraron. Había algo de lo que Diana nunca nos había hablado y tenía el presentimiento de que se anclaba directamente con la primera vez que vimos a Zackary y ella llevaba el aspecto de quien volvía de una larga noche de sexo.
Me serví café y besé la cabeza de ella antes de tomar asiento.
-¿Vas a quedarte?-preguntó y asentí a la vez que me quemaba.
-Tengo un show en Los Ángeles en unos días, pero voy a volver.
La miré, pero ella clavaba sus ojos en algún lugar de las paredes. Pensé en Caro. Fany tenía razón. Ellas eran muy diferentes.
-Nosotros vamos a ir a un concierto también.-dijo Zackary y mi chiquita lo miró confundida.-Encontré por ahí dos entradas.
-No sé si...-empezó ella.
-Voy a llevar a tu mamá entonces.-dijo el chico.-Vamos, Didi. Sabes que queres ir.
-Muchas chicas.-dijo ella con una mueca.-Sabes que soy mala marcando territorio.
Ella tenía miedo de perderlo. La había escuchado una vez decir cuánto miedo le daba que él encontrase a alguien mejor. Extendí mi mano y tomé la de ella con suavidad.
-Ni siquieras vas a enterarte que no estoy. Voy a volver antes de que se disipe la euforia del concierto.-dije.-Voy a volver con vos. Andá al concierto y el tiempo va a pasar más rápido. Vas a pasarla bien.
-Gracias, Harry.-murmuró y Fany apareció retorciendo sus manos.
No. Ella tendría que dejarla ir. No lo arruinaría con sus miedos estúpidos.

Hey angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora