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Entró con las manos en los bolsillos delanteros de su jean. Me miraba con cierto miedo, como si fuera a saltarle a la yugular si él abría la boca.
-Muy bien. Creo que es hora de que prepare la cena. Lo de tu mamá lo dejamos para mañana temprano. ¿Está bien?-asentí y me dejé caer en el sillón con el celular sobre el estómago.-Podemos poner algo de música.
-¿Puedo poner Demi?
-No. No podes poner Demi. Didi, quiero que estés bien.
-Controlan mi música como si fuera la razón por la que me hago esto.
-¿Y cuál es entonces?-preguntó sentándose en la punta del sillón. Aparté la mirada.-¿Cuál es? ¿Es Zackary? Haces todo esto desde que...
-No es Zackary.-le corté y dejó caer ambas manos sobre mis piernas.
-Entonces, ¿qué es?-negué y me enderezé.-Vos no me lo queres decir y yo no quiero que escuches cierta música. Estamos a mano.
-Que ella se haya autolesionado no tiene nada que ver con que quiera escuchar su música.
-No me importa. No podemos...-se llevó ambas manos al rostro.-Tu mamá acaba de irse y esto ya está mal.
-¿Te sorprende?-me molesté y subí mi cuarto.

El que Fany se fuera era mucho más complicado de lo que parecía. Diana y yo nunca tendríamos la relación que ellas tenían. Mi hija no me quería ahí y yo no sabía cómo cambiarlo.
Abrí la alacena dispuesto a cocinar y encontré tres fotos en el fondo. Los ojos de Caro me atravesaban desde aquellos trozos de papel. Entonces entendí por qué Fany recordaba el vestido del día de la adopción y yo no, por qué le dejaba comida lista a Diana, por qué no había fotos de Caro en la casa.
Acaricié con mis dedos la foto de aquel día en que todo cambió. Fany la tenía en brazos y yo sostenía su pequeña mano. Los dos estábamos con Caro. Diana, tomada de la mano de Fany, nos miraba. ¿Quién había tomado la foto? ¿Cómo la habíamos hecho aparté desde el primer día?
En la segunda foto estaba yo durmiendo con Caro sobre mi pecho. Ya era un poco más grande, pero aún parecía estar sana. Y en la última foto Fany reía a carcajadas y Caro también.
Las escondía. Las escondía donde Diana nunca iba a buscarlas. Yo sabía que mi hija nunca había visto esas fotos o eso esperaba. No podía sentirse peor de lo que se siente siempre.

-¿Cómo está?-pregunté casi temiendo la respuesta.
-Mejor de lo que decía.-rió Zackary.-Mamá va a matarlo en cualquier momento. Exageró todo y ella se asustó.
-¿Eso quiere decir que todo va a estar bien?
-Claro que si. Mañana vuelvo a casa, lo ayudo a instalarse y nos cemos.-rió.-Te extraño. ¿Quién habrá logrado sacarte de tu cuarto mientras yo no estaba? Seguro que ni apagaste Netflix.
-Mamá.-reí bajito.-Se fue hace rato.
-¿Cuánto tardó tu papá en arruinarlo?
-Una conversación.-suspiré.-Zacky, cuando vengas tenemos que volver a cambiar mi cuarto. ¿Queres?
-Dale. Ahora, ¿hace cuánto no ves a tus tíos?
-Unos días.
-Deberías verlos mañana.
-¿Por qué mañana?
-Así te encuentro de buenas cuando llego.
Suspiré y me tiré en la cama.
-Mi malhumor viene en combo conmigo.
-Corrección, en combo con tu papá.-volvió a reír. Su alegría era inusual. Nunca reía tanto. Miré el teléfono, las ocho y media. Noelia ya tendría que haberlo llamado a comer, pero algo era diferente.-Todo va a estar bien, nena.
Me senté en la cama. Zackary jamás me decía nena. Él volvió a reír y una risa pequeña se sumó a la suya. Un pedido de silencio y otra risa. Zackary no estaba solo.
-Creo que tengo que ir a comer.-murmuré.
-Está bien. Adiós.
La llamada se cortó. Ni un te amo, un nos vemos, nada. Zackary estaba con alguien y no quería que ese alguien supiera con quién hablaba. Sentí que el pecho empezaba a dolerme, el aire no entraba, yo no lo dejaba entrar. Vi la tijera sobresaliendo entre mis lápices y subí ambas rodillas a la cama, sintiendo que caería. Me dolía algo.
¿No era suficiente? ¿Ya no me amaba? ¿Ya no quería estar conmigo? Me dejé caer de lado sin contar siquiera con las fuerzas para sumirme en una autolesión que me recordaría que merecía vivir sufriendo, prohibiéndome suicidarme por mis acciones.

Serví la comida y me senté en el sofá. Unos mails más y daba mi trabajo por terminado. Revisé lo que debía hacer al día siguiente. Un show. Diana no lo aceptaría. Tenía que evitar que se enterara. Parecía realmente asustado desde aquel último concierto.
Podía llevarla a la escuela y dejarla con alguien. Niall podría buscarla. Todo iba a estar bien. Si ella no lo sabía...
-¿Diana?-llamé, percatándome del silencio. No hubo respuesta.-Mierda.
Corrí escaleras arriba. No estaba listo para afrontar sólo uno de sus cuadros, no podría reaccionar bien. No estaba preparado incluso después de tanto.
Entré en el cuarto y la encontré tendida de lado. La remera se le había levantado en la parte trasera y vi el paso del tiempo marcado en sus cicatrices claras. Caro tenía las mismas. Ambas compartían más que la sangre. Pero a Caro no le importaban, en cambio Diana nunca las dejaba a la vista. Ella había dado todo, pero nada evitó que perdiéramos a su hermana.
Me aproximé y le aparté los brazos. Estaban sanos. Suspiré con el corazón en la boca y reparé en que no dormía.
-No lo hice.-musitó.
-Vamos a comer.-pedí bajito y ella volvió su vista a la pared.-Didi, vamos.
-No tengo hambre.
-Lo sé. Queres que ella vuelva, pero tenes que comer.-le acaricié el pelo y negó.-Si. Vamos, Didi.
- No me siento muy bien hoy.-murmuró.-Me duele la cabeza.
-Voy a buscarte una pastilla.
-No. Así está bien. Sólo quiero dormir.
No me atreví a mirarla. No después de escuchar tanto dejo en su voz. Ella se metió en la cama y yo apagué su luz. Bajé y comí sólo, frente a un plato sin dueña. Al subir, pasé por su cuarto y me senté junto a la cama. A Caro no le gustaba que la dejara sola cuando se sentía mal.

Hey angelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora