capítulo 3

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Escucho una voz femenina gritar "¡Eh! ¡Imbécil!" La criatura que la tenía de los tobillos la soltó. Incapaz de levantarse trato de arrastrarse nuevamente hasta su amiga, pero la cosa que estaba con Kat se dio vuelta y se abalanzó sobre Tessa. Pudo distinguir más su rostro, ese rostro parecía el de un perro deforme y estaba a centímetros del de ella, esos ojos rojos brillantes y profundos se grabarían en su mente. La criatura la levanto y la siguió olfateando, luego la dejó caer repentinamente, Tessa se golpeó la cabeza con fuerza, pero aún trataba de mantenerse consiente. Escucho unos murmullos, miro a su alrededor y vio a un grupo de personas que vestían unas túnicas rojas, parecían recitar algo, de golpe todo se iluminó para luego quedar en total oscuridad.

Se despertó desconcertada, no se acordaba de lo que había ocurrido. miro a su alrededor, la habitación donde se encontraba era de un color blanco hueso, muy diferente a color rosa pastel de su habitación, era cálida, tenía una sola ventana. Pero Tessa no tenía ni la más remota idea de dónde estaba.

¿Dónde estaba? ¿Y cómo fue qué llego ahí? de repente todos los recuerdos vinieron a su memoria, como si una puerta se abriera dentro de su cabeza, y de ella salieran todos sus recuerdos: Una figura vestida de negro, el golpe, su amiga inmóvil en el suelo, ese perro deforme, una voz femenina gritando, ella tratando de llegar hasta Kat, las personas con las túnicas rojas, la luz y esos ojos rojos brillantes que pertenecían a esas horrorosas criaturas y luego nada, no recordaba nada más.

Se levantó, lo que fue un error, ya que, al hacerlo, todo le empezó a darle vueltas. se agarró de la pared un momento, para recuperar el equilibrio, cuando se estabilizo salió de la habitación.

Al ver un largo pasillo lleno de habitaciones, pensó que estaba en un hotel, había unas escaleras, Tessa imaginó que daban al vestíbulo. No lo pensó dos veces y bajo por ellas.

Al llegar al final de las escaleras se encontró con un enorme recibidor, Tessa cayó en cuenta que no estaba en un hotel, estaba en una casa. Una enorme casa. Parecía una casita de cristal, todo, absolutamente todo, estaba decorado de cristal, plata y bronce. Recorrió todo el recibidor hasta que llegó a una enorme sala. en ella había una chimenea y muebles muy hermosos, parecía estar en una casa al estilo de las películas de la gente de poder en los años antiguos. Oyó unas voces, procedentes de una puerta que se encontraba a su izquierda, la puerta estaba entre abierta, de modo que se escuchaba toda la conversación desde donde ella se encontraba, estuvo a punto de dar la vuelta y revisar el resto de la casa, cuando escuchó algo que llamo su atención.

— Ella no puede estar aquí. — Estaba diciendo una voz femenina, sonaba muy enojada — Yo se que fue atacada por esas cosas, pero eso no quiere decir que se tenga que quedar aquí, no podemos ayudar a todo el que se cruza en nuestro caminó y mucho menos traerla a la casa es una desconocida...

Una voz masculina y gruesa la hizo callar.

— Que no podemos dejarla sola — Dijo aquella voz— Viste lo que paso en el estacionamiento del centro comercial. El que los trajo logró escapar, todavía corre peligro...

la chica soltó una risa hipócrita.

— Lo dice el chico más abnegado del mundo — Dijo sarcásticamente — ¡Ay, por favor Maximiliano! cierra la boca ¿Quieres? a mí no me interesa lo que le pase, puede arreglárselas sola, además él escapó porque tú y Gabriel lo permitieron. Y está casa no es un refugio para personas necesitadas... — Hubo un silencio incómodo — Lo siento, estoy muy alterada. Eso no va con ustedes Cassi.

— Relajante hermanita. Max tiene razón, no podemos dejarla sola — Otra voz masculina intercedía y trato de seguir con el tema principal, reconoció la calmada voz de Gabriel Clearsthon. — Esos Minorix la querían a ella, y alguien los tuvo que haber enviado. No creo que haya sido la persona que escapó, creo que esa persona los estaba vigilando.

Luna SangrientaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora