Capítulo 3: ¿Cómo he llegado a esto?

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Capítulo 3: ¿Cómo he llegado a esto?

—No has tocado tus galletas, —la vista del empresario se posó seria, sobre dicho aperitivo, su dedo índice las apunto provocando que Castiel mirara hacia ellas.

—No quiero comerlas —Contesto al instante, una sonrisa afloro en sus labios, cogió una servilleta y dentro de esta puso cada una de las galletas sin desperdiciar siquiera las migajas, estaba a punto de guardarlas en sus pantalones cuando Christopher le interrumpió.

—¿Qué estás haciendo? —Pregunto con seriedad el mayor, tenía un tono de voz molesto y sus ojos parecían irradiar rabia.

—Las guardo, quiero llevárselas a mi hermano. —Susurro cohibido ante la mirada.

—¡¿Bromeas?! —Exclamo molesto. Agarro la servilla sin preguntárselo al menor y volvió a volcar todas las galletas sobre el plato, hastiado llamo a mesera, sin siquiera mirar a Castiel. —Prepárame una porción de estas galletas, por favor. Para llevar —La muchachita asintió, luego hizo una breve reverencia y volvió a la cocina para entregar el pedido —Come —Dictamino Owen sin cambiar de animo.

Las manos delgadas y pálidas del menor se extendieron hasta el plato, tomo una de las galletas acercándola a su boca y de ella saboreo el dulce gusto que poseían, le sorprendía el saber que no tuviesen azúcar.

—¿Están buenas? —Pregunto el mayor, quien por supuesto ya había terminado la mitad de sus propios bocadillos. Castiel solo asintió a la pregunta, mientras se llevaba otra galleta a la boca, deseaba ignorarlo, pero en ese momento se le hacía imposible negar que estaba hambriento, muy hambriento.

El resto del tiempo se dedicaron a observar el rostro del contrario, bebían y comían a ratos, con lentitud exasperante, cuando Castiel dio el ultimo sorbo a su jugo, Christopher se levantó de la mesa, pago su cuenta en la caja, retiro un pequeño paquete de bordes rosados y finos diseños, el cual contenía la porción de galletas que había encargado anteriormente, regreso a la mesa y se las extendió al menor.

—Llévaselas al crio —Indico sin una mínima de tacto, cosa que Castiel ignoro con maestría, pues le estaba regalando galletas para su Giulian, no había forma de que el lenguaje del empresario arruinara dicho acto de caridad.

—Gracias —Una bella sonrisa brillaba en sus labios, cogió las galletas con cuidado, era una caja preciosa que robo su atención por breves segundos, luego fue Christopher quien le sorprendió, abrió la billetera, está llena de varios billetes, todos de alto valor, uno solo de ellos era mucho más de todo lo que le pagaron a él por venderse aquel día, agarro el billete y lo dejo sobre la mesa, en una pequeña bandejita de plata.

—Vámonos —Apunto serio, Castiel deseaba seguirle, sin embargo, no podía dejar de pensar en aquella cantidad en la mesa, queriendo llevarla él hasta su casa, pensaba que era una excentricidad dejar tanto dinero botado en aquel restorán —No saques eso, es la propina de la muchacha que nos atendió —Advirtió el hombre casi leyendo las intenciones del doncel.

Castiel bajo la cabeza y le siguió de cerca, por supuesto, ese dinero lo había ganado la chica de una forma digna, limpia, no como el, su dinero barato solo venia de un trabajo cochino del cual jamás sería capaz de enorgullecerse, pero esa era su forma de ganarse la vida y si de algo estaba orgulloso era de salir cada día de su casa para conseguir dinero y mantener a su hermano vivo.

—¿No te duele el cuello? —Preguntaron, de pronto salió de su ensimismamiento.

—¿Qué? —Castiel levanto la vista, Owen era varios centímetros más alto que él, no había forma que viera al otro sin alzar los ojos.

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