Capítulo 31: Name.

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Capítulo 31: Name.

—Quédate conmigo Castiel, quédate con nosotros. —Esa voz grave resonaba en sus oídos, aún tenía el sabor a café amargo en sus labios, el tacto suave de la boca contraria, y la cabeza alzada dispuesta a generar un nuevo beso.

El viento soplaba con algo más de fuerza, a esas horas de la tarde solía ser así, pero los sentidos de Castiel seguían adormecidos, ni la brisa, ni el frio, tampoco las mariposas, que curiosas, revoloteaban alrededor de las flores entre sus manos. Christopher aun esperaba su respuesta, pero Castiel no se encontraba en condiciones de generar pensamiento alguno.

—¿No vas a responder? —Consulto intentando sacarle de sus ensoñaciones.

—Yo... —Musito avergonzado, bajando su rostro teñido de carmín.

—Tú habías dicho, esa vez, —continúo Christopher. Él también tenía vergüenza, tanto que le costaba hablar claramente, algo extraño, pues el empresario poseía el don del habla.

Sus ojos azules se alzaron hasta toparse con esa mirada color olivo, observo en ellos el deseo, la intensidad y la súplica. Castiel soltó una risilla suave y cantarina.

—¡¿De qué te ríes?! —Exclamo Christopher sorprendido. No podía creer que Castiel estuviera carcajeándose en su cara.

—Eres muy tierno, no pensé que fuera posible, —admitió el menor. Sus manos tibias se levantaron hasta tomar el rostro contrario, y como pocas veces había hecho, Castiel observo a Christopher muy directamente, sin intervenciones, ni desviaciones, de frente y con toda seguridad. —¿Estás seguro de lo que pides? —Sabía que esa pregunta podría cobrarle la oportunidad de su vida. Pero él no deseaba dinero, ni lujos, el no quería a Christopher por su físico, tampoco por su cuenta bancaria. Él se enamoró de Christopher porque vio en ese hombre terco y orgulloso, a una persona correcta, honrada, que merecía todo lo que tenía porque él mismo lo había ganado, vio en Christopher más que una billetera, o una oportunidad de salvar a su hermano, mucho más que todo eso. Pero él deseaba ser correspondido, no había anillos, ni autos, ni propiedades, que pudieran compensar la falta de amor, que compensaran el vivir junto al hombre que amaba sin ser correspondido.

Él mayor se estremeció, pocas veces le había visto de esa manera y sin embargo lo recordaba, su memoria mantenía siempre fresco el recuerdo de esa mirada inquisidora, de ese Castiel fuerte, capaz de romper todas sus barreras.

—Yo. —Sintió un temblor en sus piernas que le obligo a callar. ¿Qué estaba pasando? Él no era así, jamás nada, ni nadie, le había hecho temblar de los nervios, entonces, ¿qué sucedía? ¿Qué tipo de embrujo utilizaba ese doncel para generar tantas reacciones en él? —No estoy seguro, —asevero con todas sus fuerzas, segundos después se arrepintió de haberlo hecho.

Castiel soltó el rostro contrario inmediatamente después de oír la respuesta de Christopher. Volteo su rostro, deseando que el mayor no contemplara el daño que había causado con sus palabras. ¿Como darle la ilusión a una persona y luego arrebatarla sin un poco de compasión?

—¡Castiel! —Chris cogió la muñeca del menor y le detuvo. —Pero quiero intentarlo. Sé que soy un egoísta, pidiéndo tu compañía, sin ofrecerte ninguna garantía de las cosas marcharan bien, de que en realidad podremos llegar a ser, ya sabes, —externo con nerviosismo.

—Está bien, —freno Castiel. Sabía a lo que se refería, aquella vez en la que estaba tan molesto que termino delatando sus sentimientos a viva voz delante de la persona que le traía enamorado. —Clarissa siempre dice que no desaproveche las oportunidades que me ofrece la vida. Creo que le hare caso. Podemos intentarlo, ¿no? Si algo no resulta, no importa, siempre tendremos a este bebé uniendo nuestros destinos. —

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