Capítulo 15: Dulces de un amargo pasado.
La noticia le había caído como balde de agua fría sobre el cuerpo, aun se sentía remecido por los fuertes temblores, ¡Ya quisiera que fuera el frio quien los causara! Pero para su mala suerte estaba muy errado, no era frio, si no miedo, el terror corría por su torrente sanguíneo dispersándose sin piedad en cada uno de sus músculos. El estómago le dio un vuelco y la comida que antes le pareció deliciosa, ahora no era más que la causante de todas sus nauseas, se alejó de ella procurando cubrir su nariz y boca, el plato quedo olvidado a medio comer y Castiel se encerró su cuarto, muy lejos del nauseabundo alimento.
¿Qué haría ahora? No había planeado nada para esos momento, estaba consciente de que debía llegar, sabía muy bien que estaba cerca, pero aun con todos sus conocimientos, no pudo paliar el dolor y la impresión que esa realidad estampo como una firme y dura bofetada sobre su hermoso rostro. Mentir, esa sería su solución, debía buscar la mentira más creíble y reproducirla delante del rostro inocente de su hermano, enrollándose más aun en ese torbellino de hipocresía, que bien sabía, en algún momento le pasaría la cuenta. ¿Pero qué haría sino? Contar ahora la verdad no era una opción. Tal vez el embarazo no se notaría, podría esconderlo con sus ropas más anchas y... ¡Diablos, se sentía tan abrumado que ya no pensaba con raciocinio!
Nunca antes la habitación había dado tantas vueltas, incluso tendido sobre la cama sentía el vértigo de aquel poderoso mareo. ¿Sería su hijo quien causaba esos estragos? ¡No, claro que no! Eran sus nervios, sus miedos, sus reproches. La bruma de pensamientos que le inundaba la mente, era eso lo que causaba su malestar y desequilibrio. Ahora tendría que levantarse de la cama y posar la mejor sonrisa en el rostro.
—¿Terminaste de comer? —Pregunto aparentando serenidad, una de sus manos se sujetó tensa al borde de la silla y con ella se hizo de apoyo para no ir a dar directamente al suelo.
—No pude con todo, —respondió Giulian acomodándose sobre los almohadones para quedar sentado en el catre.
—¡Vas a tener un verano muy aburrido si no te esfuerzas en tu recuperación! —Exclamo agarrando la bandeja con el almuerzo a medio comer. —Se supone que te llevaría a la playa este año, deberías poner un poco más de empeño, —menciono aprovechándose de los puntos débiles de su hermano.
—No me siento mal, —reprocho de inmediato Giulian. —Es solo que las comidas en esta casa son muy abundantes y tú sabes que con tanto medicamento se me va el buen apetito, —defendió.
—¡Medicamentos! ¿Te tomaste las pastillas que te traje? —No espero su respuesta, tomo la tira de pasillas entre las manos y las conto mentalmente, luego dejo la bandeja de comida a un lado, saco tres capsulas de diferentes colores y las extendió junto al vaso de agua. —Luego intentas convencerme de que si te cuidas bien, —Soltó con algo de sarcasmo observando al menor. Giulian se encogió de hombros soltando un "ya me las iba a tomar", haciendo que el mayor negara con la cabeza.
Recibió el vaso y se marchó de la habitación sin decir nada más. Ya tenía la mentira en mente, pero el solo hecho de ver a su hermano al rostro le causaba remordimiento, angustia y miseria, prefería esconderse de esa mirada dulce, al menos el tiempo que pudiera hacerlo.
Cuando volvió a asomarse a la habitación de Giulian, este veía la televisión con total calma, decidió no interrumpirlo y se marchó a su propio cuarto, en una orilla le esperaba la tentadora cama, ese espacio que le parecía tan cómodo como perturbador, el lugar donde tomaría asiento para sumirse en sus más oscuras divagaciones. O al menos así lo creyó antes de quedarse nuevamente dormido y sumirse en un mundo de fantasías, el cual no duro más de treinta minutos.
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Vientre de Alquiler
Любовные романыVientre de Alquiler. Perdió a sus padres desde joven, la única familia que le quedaba era su pequeño y enfermo hermano, su único tesoro, su mas grande adoración, por quien se desvivía y se desvelaba, también la razón principal de que decidiera ven...