Estar de camino a un pueblo Sevillano que ni siquiera es conocido no es algo que tenía pensado hacer Elena aquellas vacaciones de verano. Mientras sus padres se divertían en Miami a Elena no le quedaba otra que pasar unas aburridas vacaciones junto a su tía Carmen. No es que su tía le cayera mal, todo lo contrario, Carmen era una persona encantadora pero pasarse todo el verano allí no era muy agradable. Según sus padres el pueblo era muy tranquilo; un lugar ideal para conocer gente y pasárselo bien.
-¿Preparada para llegar a Mairena de Aljarafe?-Preguntó su tía Carmen sacándola de sus pensamientos.
-¿Qué?-Preguntó un poco desconcertada.
-Que si estas preparada para llegar a Mairena de Aljarafe.-Dijo su tía de nuevo.
-Si te soy sincera, no. Por mi puedes darte la vuelta y dejarme de nuevo en mi casa.-Dijó de brazos cruzados.
-No seas aguafiestas. Estoy segurísima que a finales de Agosto le vas a suplicar a tus padres que te dejen vivir conmigo en Mairena. -Dijo su tía adentrándose en el pueblo ese cuyo nombre era demasiado raro.
-¿Esto es Mairena de Alfaraje?-Preguntó inventándose el nombre.
-Mairena de Aljarafe.-Repitó su tía por decima vez.
-Bueno, lo que sea. Suena parecido así que se puede tomar por válido.-Dijo mientras miraba por la ventanilla del coche.
-Bienvenida a Mairena de Aljarafe!-Dijo su tía con un tono de voz alegre.
El pueblo tenía pinta de ser aburrido y repleto de ancianos. Elena estaba segurísima que de su edad pocos vivían allí. A los pocos minutos su tía aparcó el coche delante de un chalet bastante bonito. Se bajó del coche y cogió las dos maletas que traía. ¿Tantas cosas traía? Elena juraría que no pero después de comprobar lo que pesaban cambió de idea. Entraron al chalet y su tía le acompañó hasta la que iba a ser su habitación durante todo el verano.
-Bienvenida a tu habitación.-Dijo su tía cediéndole el paso para poder entrar.
-Vaya, es preciosa. Buen sitio para pasarme los días encerrada hasta que el verano acabe.-Dijo depositando sus maletas al lado de la cama.
-Ni lo sueñes! No pienso dejar que te pases los días aquí encerrada.-Dijo de brazos cruzados.
-Si mis padres me hubieran dejado quedarme en casa ahora tendría con quien estar.-Dijo sentándose en la cama.
-Eres demasiado pequeña para quedarte sola en casa. -Dijo su tía y nada más escucharlo Elena bufó.-Bueno, te dejo descansar. De mientras voy a salir un rato.-Dijo su tía y acto seguido se fue.
Perfecto. La última semana de Junio y Elena estaba encerrada entre cuatro paredes. Se levantó de la cama y se asomó por la ventana. A parte de ser un pueblo aburrido hacía un calor insoportable. En esos instantes el timbre sonó y Elena se asustó un poco. Bajó a la planta baja y abrió la puerta de mala gana.
-Mmm...¿Está Carmen?.-Preguntó uno de los dos chicos.
No sabía si era por el calor o algo pero los dos chicos que Elena tenía delante en ese momento eran idénticos. Eran morenos, como Elena, y mucho más altos que ella.
-Eooo.-Dijo el otro chico pasando su mano izquierda por delante de su cara.
-No, no esta.-Dijo desconcertada y sin pensárselo dos veces cerró la puerta.
Elena se quedo quieta pensando lo que acababa de hacer. De nuevo, los dos chicos, volvieron a tocar el timbre sacándola de sus pensamientos.
-Tenemos que hablar con Carmen. ¿Te importa que esperemos a que vuelva?-Preguntó el que había hablado al principio.
-Esta bien. Pasar al salón.-Dijo de brazos cruzados.
Los dos chicos pasaron al interior de la casa y el último que entró no pudo evitar sonreír a Elena. Al llegar al salón les indicó que se sentaran en el sofá y así hicieron.
-No sabía que Carmen tenía una hija de nuestra edad.-Dijo uno de ellos que no dejaba de mirarla.
-No soy su hija, soy su sobrina.-Contestó tímida.
-Ya decía yo... Por cierto, somos Dani y Jesús.-Dijo uno de ellos.
-Y tu eres...-Dijo sin terminar la frase ya que no sabía quien era quien.
-Yo soy Dani y el es Jesús.-Dijo Dani sonriendo.
-No creo que consiga distinguiros, sois iguales –Dijo Elena sin dejar de mirarlos.
-Yo soy más guapo que Jesús y por si no lo sabias estoy libre.-Dijo Dani haciéndose un poco el creído.
-Si quieres ganarte mi confianza de esa manera no creo que la consigas.-Dijo Elena poniéndose borde.
En esos instantes Carmen entró al salón ya que acababa de llegar a casa. Elena, al verla, desapareció del salón para encerrarse en su habitación. No llevaba ni dos horas en aquel pueblo y ya había perdido la oportunidad de hacer amigos. Y todo por culpa de su timidez y lo borde que solía ser con la gente que no conocía. A los pocos minutos su tía abrió la puerta de su habitación enfadada.
-Podrías haberlos tratado mejor. Por si no lo sabías son nuestros vecinos y su madre es amiga mía desde que me mude a Mairena.-Dijo Carmen de brazos cruzados.
-No quiero que sean mis amigos. No quiero hacer ni uno en este aburrido pueblo. Quiero volver a mi casa. -Dijo de mala gana,
-Tarde. Esta noche cenamos en casa de ellos y no te va a quedar otra que estar con ellos.-Dijo su tía.
"Perfecto", pensó para sus adentros. En cuanto su tía se fue se dio una ducha rápida. Acto seguido se vistió; se puso una falda granate y una camiseta de tirantes blanca. Cogió una chaqueta vaquera por si refrescaba y finalmente bajó al salón donde su tía la esperaba.
-Estas guapísima!-Exclamó nada más verla bajar por las escaleras.
-Tu no te quedas atrás.-Dijo sonriendo.
Salieron de casa, como no Elena refunfuñando, y en menos de dos minutos ya estaban en casa de los vecinos. Entraron al salón donde estaban los chicos que había conocido esa misma tarde. Al verlos se dio la vuelta y su tía al notarlo le susurró al oído "Compórtate". Su tía se junto con Eva y Carlos, los padres de Daniel y Jesús. Ellos tres se fueron a la cocina para conversar más tranquilos. Elena se quedó paralizada al notar que estaba a solas con ellos dos y retrocedió un paso asustada.
-No tengas miedo, no mordemos.-Dijo uno de ellos sonriendo.
Elena se empezó a reír ante lo que había dicho uno de ellos. Quizás su tía tenía razón y ellos eran los adecuados para pasar un verano inolvidable.