Elena salió de la piscina tiritando a pesar del calor que hacía fuera. Jesús y Daniel ya se había ido a casa junto a sus padres ya que se habían tirado al agua con ropa y estaban calados. Elena se dio una ducha rápida antes de comer. Acto seguido se vistió y bajo a la cocina donde su tía estaba poniendo la mesa. Una vez de estar la mesa puesta comenzaron a comer.
-¿Te gustan?-Preguntó su tía sin apartar la mirada de su sobrina.
-Si, están muy buenos.-Dijo Elena refiriéndose a los macarrones.
-Me refería a los gemelos. ¿Te parecen guapos?-Preguntó su tía con una sonrisa pícara.
-¿Qué? ¡No!-Dijo Elena poniéndose nerviosa.
-Te recuerdo que yo también he tenido catorce años.-Dijo sonriendo.
-Créeme, no me gustan. Los conozco desde ayer y como bien sabes no creo en el amor a primera vista.-Dijo Elena.
Carmen se quedó en silencio mientras comía sin creerse nada de lo que su sobrina le acababa de decir. En cuanto Elena terminó de comer subió a su habitación y se tumbó en la cama para hablar con Lorena por teléfono.
-¿Diga?-Preguntó alguien al otro lado de la línea.
- Lore te echo de menos.-Dijo Elena mientras miraba al techo.
-¿Tan aburrido es ese pueblo?-Preguntó Lorena confusa.
-Si estuvieras aquí lo entenderías todo.-Dijo Elena haciendo sonreír a Lorena.
-Ojalá estuviera allí. Yo también te echo de menos a pesar de estar acompañada.-Dijo Lorena.
-Y eso que solo han pasado dos días desde que no nos vemos.-Dijo Elena haciendo reír a Lorena.
-¿Y que? ¿Algún chico guapo por allí?-Preguntó Lorena curiosa y Elena se quedó en silencio.
-Bueno...no.-Dijo Elena confusa.
-Ese bueno dice muchas cosas. Me tendrás que mandar una foto para darle el visto bueno.-Dijo Lorena sonriendo.
-Lo haré.-Dijo Elena riendo. -Bueno te dejo que los vecinos me están mirando.-Dijo al ver que estaban en la ventana mirándola.
-Adiós fea.-Dijo Lorena despidiéndose.
-Adiós idiota.-Dijo Elena y acto seguido finalizó la llamada.
Elena se levantó de su cama y se acercó a la ventana. Su ventana estaba a menos de cinco metros de la de ellos y eso a veces era algo incomodo. La abrió para poder hablar con ellos.
-Hola idiotas.-Saludó Elena sonriendo.
-Hola guapetona.-Dijeron los dos al unísono.
-A veces me asustáis.-Dijo Elena refiriéndose a decir lo mismo.
-Nuestra nueva meta es asustar a la nueva vecina pero tss que luego se pone borde y se enfada con nosotros. -Dijo Dani bromeando.
-Pues comportaos bien con la nueva vecina que según dicen por el barrio tiene mucho carácter.-Dijo Elena siguiéndole la broma a Dani.
-Lo tendremos en cuenta.-Dijo Jesús riendo.
-Bueno guapetona, nos tenemos que ir. -Dijo Dani al ver la hora que era.
-Adiós guapetones.-Dijo Elena y acto seguido cerró la ventana.
Iba a tumbarse de nuevo en la cama cuando su móvil comenzó a sonar la preciosa melodía de "She looks so perfect" de 5SOS. Eran sus padres.
-¿Elena?-Preguntó una voz femenina al otro lado de la línea que debía de ser su madre.
-Hola mamá.¿Qué tal os lo estáis pasando?-Preguntó Elena sentándose en la cama.
-Bastante bien la verdad. ¿Y tu que tal en Mairena?-Preguntó sonriendo.
-Bueno... Por ahora solo conozco a dos chicos que encima son mis vecinos.-Dijo Elena.
-Ya veras que acabas conociendo a más gente.-Dijo su madre.
-Eso espero. ¿Qué tal esta Ángel?-Preguntó Elena refiriéndose a su padrastro.
-Cariño se que es difícil pero por lo que más quieras llámale papá. Sabes que no le gusta que le llames por su nombre.-Dijo tensa.
-No, no pienso llamarle papá. Las cosas como son y paso de discutir sabiendo que estas a miles de kilómetros.-Dijo Elena.
-Bueno te dejo que me llama Ángel. Adiós cariño.-Dijo su madre finalizando la llamada.
Ángel era el novio de su madre desde que ella cumplió los diez. Era simpático y divertido, el novio perfecto para su madre, pero para Elena su padre siempre iba a ser Carlos. Falleció cuando Elena tenía nada más y nada menos que cinco años. Elena a pesar de no tener una clara imagen de su padre no pudo contenerse y se puso a llorar. Su tía entró a la habitación para informarle que iba a salir cuando la vio tumbada llorando en la cama.
-¿Estas bien mi amor?-Preguntó Carmen sentándose junto a Elena.
Al no obtener respuesta por parte de su sobrina, Carmen, la abrazó para consolarla. Pasaban los minutos y Elena seguía llorando abrazada a su tía en silencio. El móvil de Carmen comenzó a sonar al poco rato. Entonces se separó de su sobrina y lo cogió. Elena observaba en silencio a su tía que por su culpa no había podido salir. Cuando finalizó la llamada se volvió a sentar junto a ella.
-Era Eva. Había quedado con ella hace media hora para ir a hacer unas cosas que teniamos pendientes. ¿Te importa que venga Jesús mientras estoy fuera?-Preguntó su tía acariciándole el pelo.
-Esta bien. Vete tranquila, voy a estar bien.-Dijo Elena limitándose a sonreír.
Su tía se despidió de ella con un abrazo y en menos de cinco minutos ya estaba Jesús en su habitación. Elena tenía los ojos rojos de llorar así que decidió evitar el contacto con los de Jesús.
-¿Estás bien?-Preguntó Jesús al notar que lo evitaba.
-Si tranquilo.-Dijo Elena sonriendo.
-Mirame.-Le ordenó Jesús serio.
Elena nunca había visto a Jesús tan serio. Alzó la vista y lo vio preocupado.
-Sabes que puedes confiar en mi.-Dijo Jesús al saber que había llorado.
-Gracias Jesús, pero no me apetece hablar sobre el tema.-Dijo Elena.
-Esta bien tranquila.-Dijo Jesús sonriendo.- Y ahora anima esa cara que nos vamos a la calle.
Elena y Jesús se fueron a dar un paseo por el pueblo. Al principio fueron en silencio, un silencio bastante incomodo. Ese era el problema que tenían ellos dos, que al ser tan tímidos ninguno se atrevía a romper el hielo. Finalmente, Jesús lo rompió.
-Y bueno...Te gusta este pueblo?-Preguntó Jesús tocandose la nuca.
-Me encanta. Es tan divertido... -Dijo con ironía.- Necesito volver a mi casa. No puedo estar todo el verano aquí.-Dijo Elena poniendose seria.
-Juro por mi pie sordo que vas a pasar el mejor verano de tu vida. Va a ser inolvidable, ya veras.-Dijo Jesús sonriendo.
-Te deseo suerte porque eso es imposible.-Dijo Elena riendo sarcástica.
Jesús había conseguido alegrarle la tarde a Elena así que conseguir que ese verano fuera inolvidable para ella no iba a ser nada nuevo para el. O quizás si.