Dieciocho

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El hecho de tener una presentación en menos de cuarenta minutos y que aún no llegará al teatro, era suficiente como para que ya entrara en pánico.
Había tomado enseguida el metro y se encontraba corriendo calle abajo hasta el gran edificio en donde había estado ensayando hace algunas horas.
Mentalmente estaba ordenando que debía hacer primero al llegar. Debía ponerse su vestuario, que le maquillaran un poco y lograr que su cabello estuviera más decente de lo que lo llevaba ahora. A pesar de que se había puesto una gorra para disimular el desastre que tenía, estaba seguro que demorarían bastante en lograr que tomara forma. Ni si quiera había alcanzado a lavarse la cara y estaba seguro que tenía manchas de saliva en una de sus mejillas.

Todo era un desastre gracias a su examen de anatomía. Se había quedado hasta muy tarde el día antes de la evaluación y para más, se había quedado hasta muy tarde el día de ayer ensayando la coreografía. Su cuerpo pedía a gritos que durmiera un poco más y no pensó que terminaría quedándose dormido mientras almorzaba. Igual que un bebé.

Ahora veía las consecuencias de haberse dormido, pero al menos ya no estaba tan cansado y podría realizar la rutina sin mayores problemas.

Le faltaban unos metros para llegar al lugar, cuando justo al dar vuelta en la esquina chocó con un chico de su misma estatura. Sin siquiera reparar en él, se disculpó con rapidez y se echó a correr hasta lograr entrar al teatro con bastante gente en su interior. Sin darse cuenta que había chocado con Suga.

Esquivó a la multitud que estaba atestando uno de los pasillos para lograr llegar a los vestidores y cuando estuvo en ellos, tiro todas sus cosas al suelo. Se desvistió frente a la mirada de todos sus compañeros sin darle mayor importancia. Necesitaba estar listo en algunos minutos así que daba igual. En otra ocasión podría haberse puesto rojo como un tomate o hubiera querido ocultar la nada de marcas que quedaban por su cuerpo, pero ahora la circunstancia era diferente. Heechul lo mataría si no estaba listo y verlo a él enojado era algo que debía evitar a toda costa.

— ¡Por fin llegas! – exclamó una voz femenina detrás de él asustándolo.

Momo le miraba interrogante con los brazos cruzados, mientras que él terminaba de colocarse la camisa blanca de la primera presentación. La chica rubia era una de las pocas personas con la que había hecho amistad en sus pocos meses en el club y casi parecía su madre. Una que siempre estaba regañándole.

— ¡Momooooo! – lloriqueó cuando ya estuvo vestido por completo. — Ayúdame. – hizo un puchero tendiéndole todas las cosas que habían en la mesa y la chica en seguida se acercó a maquillarlo.

— ¿Qué serias sin mi, Chim? – sonrió.

Jimin haciendo muecas tiernas, se dejó caer en la silla más cercana que tenía, mientras la chica comenzaba a sacar los utensilios necesarios, además de unas cuantas toallitas húmedas para limpiar el rostro del chico.
Pasó con cuidado estas por el suave rostro del pelinaranja, eliminando todo rastro de saliva de él, sin poder evitar reírse bastante cuando este le terminó contando el porqué había llegado tan tarde.

Luego de varios minutos de conversación, Momo terminó el maquillaje no exagerándolo demasiado dejándole una apariencia bastante natural, pero con menos cara de muerto. Con el cabello del chico tuvo que batallar un poco más, pero logró mantenerlo en su lugar y no sé viera como si trajera la almohada pegada a la cabeza.

— Como nuevo. – dijo cuando vio terminado todo su trabajo, satisfecha.

— Gracias, pensé que no lograría estar listo a tiempo. – suspiró y echo la cabeza hacia atrás, apoyándose en el respaldo de la silla.

Who are you? | YM 🍊🥝 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora