Veintiuno

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Aquella simple frase le había caído como un balde de agua fría y no podía dejar de mirar con sorpresa al pálido chico. Quizás había sido muy mala idea acompañarle hasta la casa de su hermano, ya que no se esperaba para nada encontrarse con algo como esto y menos enterarse que el chico tenía un hijo, cambiando la situación radicalmente. Aunque a decir verdad ver a Suga cargando al pequeño, era la cosa más adorable del mundo.

El niño los sacó del ambiente tenso que se estaba generado al comenzar a removerse en los brazos de su padre intentando alcanzar el bolso de la cámara que llevaba colgada en el hombro.

— Fotos, fotos. – Balbuceó y le quitó del hombro el bolso, para sostenerlo en alto frente al rostro de Suga.

— ¿Quieres verlas? – le habló a su hijo y este asintió vigorosamente.

Jimin al estar tan embonado observando al peliverde no había notado que la mujer que antes estaba en las escaleras se encontraba a su lado, asustándolo.

— ¡Hola! – habló haciendo una leve reverencia. – Soy Sunhee, la cuñada de Yoongi.

— ¡Hey! – le gritó el otro cuando se encaminaba a los sillones de la sala de estar, regalándole una mirada asesina.

— ¿Qué? – preguntó ella con aires de inocencia. – Supéralo, ese es tu nombre. – se burló y volvió a poner toda su atención en el pelinaranja. – Y tú cielo, ¿cómo te llamas?

— Ji-Jimin... – tartamudeó inclinándose para mostrar respeto a la dueña de casa.

— ¡Qué lindo eres! – chilló.

Y sin que se lo esperara la joven mujer le apretó las mejillas con fuerza, tal y como hacía su abuela cuando lo veía, haciéndolo sonrojar.

— ¡Sunhee! Déjalo tranquilo. – gritó Yoongi desde el sillón en el que se había sentado junto a Jae.

— Qué malo eres y yo que cuido a tu hijo todo el día, y así es como me pagas. – fingió llorar y se abrazó al cuerpo de Jimin, quién se puso tenso enseguida por la cercanía de la mujer. Le incomodaba bastante su presencia. – ¿Como es que lo soportas? Es huraño, flojo, siempre anda con esa cara y habla poco. – habló enumerando cada cosa que decía sobre el pálido.

Aquellas descripciones que estaba diciendo la mujer sobre el chico, no llegaba a ser procesaba por su cerebro, al tener una imagen totalmente distinta de él. ¿Acaso Suga era todo eso?
En su mente, solo habían recuerdos de sonrisas por su parte y esté siendo alguien sumamente dulce con él. Por el contrario de todo lo que había enumerado la chica.

— Dios, no sé cómo puedo ser familia de esa cosa. – rió apuntando al susodicho. – A todo esto, ¿de dónde se conocen?

— De la-

— ¡NO TE IMPORTA! – gritó nuevamente el peliverde interrumpiendo a Jimin. – Sunhee hermosa, no es por querer echarte. Pero, ¿no se te hace tarde para tu cena? – habló con una sonrisa fingida y la mujer observó al instante su reloj, espantándose.

— ¡Oh! Tienes razón. Pórtense bien y tienen la cena en el refrigerador. – dijo y comenzó a colarse un abrigo, a la par que sacaba un juego de pantuflas para Jimin. – Cariño, siéntete como en tu casa. – le incitó para que pasara a la sala de estar con un golpecito, mientras se ponía sus tacones. – ¡Nos vemos! – canturreó marchándose. 

El pelinaranja pegado al piso, no sabía qué hacer, ni a donde a ir. Estaba aún en estado de shock y pensaba seriamente que todo era un sueño, o simplemente se había desmayado en el teatro y todo esto era parte de su imaginación.

Who are you? | YM 🍊🥝 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora