Sesenta

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Llevaba media hora revolviendo toda su habitación en busca de algo, cuando notó que pequeños pasos se acercaban a él, para luego sentir como un pequeño cuerpo se subía a la cama. Ni siquiera tuvo que voltear para saber de quién se trataba.

— ¡Papá! ¡Quiero ponerme mi vestido rosa! – chilló la pequeña de pelo rizado, poniendo frente a su padre dicha prenda que quería vestir.

— Cielo, enseguida te ayudo ¿sí? – Le contestó, aún buscando en sus cajones aquel objeto que no encontraba por ningún lado. Era la tercera vez que revisaba ahí, teniendo la esperanza de que apareciera mágicamente.

— Pero oppa está esperándonos – Dijo haciendo un puchero, que seguramente se convertiría poco a poco en un leve temblor. Su hija siempre lloraba cuando no le daban la debida atención y no quería tener que enfrentarse a uno de los tantos berrinches de ella en esos momentos, justo cuando más desesperado se encontraba.

Dejando de lado todo lo que estaba haciendo, se dispuso a vestir a su pequeña princesa. Su hija, era su total adoración a pesar del fuerte carácter que tenía esta. A sus seis años ya sabía manipular como fuera al pobre rubio y a este no parecía molestarle para nada.

— ¿Jimin? ¿Cariño, dónde estás? – Preguntó una voz femenina por el pasillo, apareciendo luego de unos segundos por la habitación totalmente arreglada.

— ¡Aquí! ¿Qué sucede? – Respondió mirando de reojo hacia la entrada para luego poner sus ojos sobre Jinyoung, quién parecía totalmente feliz de que colocarse su vestido nuevo.

— ¡Te he estado buscando por toda la casa! ¡Ya deberíamos habernos ido! – replicó la mujer, llegando a su lado y viendo como la pequeña niña le estiraba los brazos.

— ¿Puedes terminar de arreglarla...? – Le rogó el rubio con un puchero, a lo que la castaña enseguida continuo con el trabajo de él.

— Que harías sin mi...– Se burló, tomando el lugar del rubio.

Jimin volviendo a su búsqueda del tesoro, terminó por dar vuelta por completo el cajón de su mesa de noche. Estaba seguro que había guardado aquel objeto, pero no podía recordar dónde y cuándo.

— ¿Qué tanto buscas? – Le preguntó la mujer, comenzando a peinar con los dedos a Jiyoung y haciendo una linda trenza en su largo cabello.

— Mi cadena. – Respondió luego de varios minutos buscando debajo de cada cosa, pero no había ningún indicio de que se encontrará por ahí.

— ¿La que tiene un símbolo? – Le preguntó, bajando a la niña de la cama y Jimin asintió sin llegar a verla. – ¿No te la has quitado el otro día en la piscina?

— Sí...pero recuerdo haberla guardado...en algún lado. – Se rió de si mismo. Ya era la cuarta vez que se le perdía y siempre terminaba poco menos llorando, cuando al fin la encontraba. Sin embargo, ahora realmente parecía haber desaparecido totalmente y eso le ponía sumamente triste. Aquella cadena era demasiada preciada para él y sobretodo porque había sido un regalo de cierta persona.

Ya dándose por vencido, Jimin decidió que era mejor salir de casa antes que se le hiciera aún más tarde. Había escuchado su teléfono sonar más de una vez en el primer piso y sabía que tendría un par de llamadas perdidas de todos sus amigos. Suspirando con pesadez, se vio por última vez en el gran espejo de su habitación, tomó de la mano a su hija y bajo junto a la mujer que conocía de hace tantos años. En todo lo que llevaba buscando su cadena, no había notado lo hermosa que estaba la fémina que caminaba con gracia a su lado.

Who are you? | YM 🍊🥝 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora