Treinta y seis

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Que unos dedos estuvieran recorriendo su espina dorsal con tanta suavidad, no le dejaba conciliar el sueño. Llevaba algunos minutos despierto, aunque no se había movido para nada de la posición en la que se encontraba. Sabía que Yoongi se había despertado minutos después que él y que se había dado unas cuantas vueltas por la habitación, antes de volver a acostarse en la cama.

— Deja de hacerte el dormido.

No pudo evitar sonreír, delatándose. Abrió lentamente sus ojos, encontrándose bastante más cerca de lo que creía al peliverde.

— Déjame dormir~

— Podemos hacer "cosas" mejores que dormir...– Enfatizó la palabra, enarcando una de sus cejas.

Jimin aún se mantenía desnudo en comparación a Yoongi, que ahora llevaba una camiseta bastante grande. El menor arrugó la nariz contra la almohada -al estar boca abajo- y miró interrogante al chico.

— No sé si me estás proponiendo que tengamos sexo o solo me estás chantajeando porque tienes hambre y quieres que te haga el desayuno.

— Fue solo una vez. – rió enseñando sus rosadas encimas al chico, seguido llevó su mano a la cabellera anaranjada frente a él. – Aunque no me molestaría que me hicieras el desayuno. Yo ya te lo he hecho a ti.

— Una vez. – murmuró, imitando el mismo tono que el mayor había ocupado con él.

— Bueno, bueno. Tú ganas. – respondió, levantándose de la cama. Siendo detenido por el pelinaranja al segundo.

— ¿A dónde vas? – preguntó extrañado.

— A hacer el desayuno. – respondió devolviéndose en sus pasos, para depositar un suave beso en los labios de Jimin. – Enseguida vuelvo.

Y seguido a eso, Yoongi desapareció de la habitación. Por alguna extraña razón, el pelinaranja sentía que había pasado algo realmente importante en su vida y no podía recordar de que se trataba. Intentaba buscar en su mente algo que pudiera vislumbrar que era lo que lo tenía tan intranquilo, pero nada aparecía.
Hasta que volvió a la noche anterior.

Se había quedado dormido con Yoongi en sus brazos. Sin embargo, aquello no tenía nada relevante. Más bien, era lo que le había dicho el susodicho antes de que se durmiera profundamente.

"Te quiero, Jimin"

Aquellas simples palabras eran las que su cerebro había querido olvidar. ¿Cómo era tan estúpido de haberse dormido justamente después de tal confesión?
Tenía claro que Yoongi iba en serio con él. Pero que se lo confirmará con tal frase, le ponía los nervios a flor de piel. ¿Qué debía hacer? ¿Decirle que también lo quería?...Pero, ¿Él acaso lo quería?

Llevaban bastantes meses en lo que fuera que tenían, siendo más que claro que no era una simple atracción física. Sabía de antemano que su corazón se aceleraba de sobremanera por cada detalle del pálido, aunque no era suficiente como para hacerle confirmar aquel sentimiento por él.
En su antigua relación le había tomado casi un año darse cuenta que en verdad estaba enamorado. Así de lento era. Pero no es porque quisiera ser así, simplemente le costaba mucho afirmar algo tan grande como el querer a alguien. Quizás sólo le estaba dando demasiadas vueltas y tan sólo debía dejar que las cosas fluyera con el tiempo.
Tampoco es como si Yoongi le estuviera obligando a decirle que lo quería. Él muchacho más que nadie manejaba las cosas a su manera y jamás le había hecho sentir forzado para que sucediera algo entre ellos.

Deseaba hablar urgentemente con su mejor amigo para que le hiciera entender que era lo que sucedía con él. Si es que alguien más no le confirmaba nada, no podía simplemente lanzarse al vacío.

Sin darse cuenta, había estado arrugando en un puño las sabanas y solo el repentino hormigueo en sus manos quedándose sin circulación, le habían hecho volver a la realidad.
Se mantuvo boca arriba observando mejor la habitación de Yoongi, olvidándose de sus problemas. A decir verdad no esperaba que tuviera demasiadas cosas en el lugar, por el solo hecho de que estuviera siempre en la casa de su hermano. Pero al notar los estantes con libros, un escritorio repleto de maquetas de diferentes estructuras y la cantidad de fotografías por todas lados, supo que el peliverde si que pasaba tiempo en el departamento.
A pesar de estar acostado a varios metros del escritorio, pudo notar algunas fotos de él junto a Yoongi. Algunas habían sido tomados por Tae cuando estaban en la universidad, y había otras algo borrosas, que habían sido tomadas por el pequeño Jae. Cada foto marcaba un lindo recuerdo de un buen dia junto al chico que le tenía la cabeza hecha un lío. Le gustaba mucho Yoongi. Y aún así dudaba de los sentimientos del peliverde por él. Temía que quizás todas las cosas que aún no sabía de él fueran el gran impedimento que no le dejaba quererle por completo.

Cuando ya se disponía a lloriquear y a tirarse del pelo, por todas las cosas que estaba pensado, de la nada la puerta fue abierta con cuidado, dejando ver al mayor con una sonrisa ladina en su rostro, mientras escondía algo en su espalda.

— ¿Yoongi...?– Quiso preguntar, pero su duda pasó a segundo plano al notar la cara que tenía este. – ¿Qué es lo que estás escondiendo?

El pálido sin dejar de sonreír, se acercó a la cama. Manteniendo la mirada pegada en Jimin, gateó hasta él para seguido sacar un bote de lo que parecía ser crema batida.

— ¿Q-qué haces? – Tartamudeó el pelinaranja al notar como el mayor esparcía la crema del bote en su abdomen desnudo. – Y-Yoongi.... ¡Mmh! – jadeó en cuanto sintió la cálida lengua del peliverde en su piel.

— Estoy desayunado, cariño. – contestó a la vez que limpiaba aquella piel canela con su húmedo músculo.

Dejando a un Jimin bastante jadeante ante la repentina acción, Yoongi volvió a esparcir más crema por el cuerpo del menor haciéndolo temblar.
Los besos del pálido pasaron a ser mordidas por su piel y los besos cada vez iban más abajo por su cuerpo. Todo en él había perdido la noción del tiempo, concentrándose tan solo en las excitantes sensaciones.
Por instinto llevo sus manos al cabello del mayor, tirando un poco de sus mechones al sentir como quitaba la única tela que cubría sus partes íntimas, estremeciéndolo.

— ¿Quieres que coma aquí también? – preguntó juguetonamente el peliverde, hablando demasiado cerca del miembro de Jimin.

Sin vergüenza alguna, asintió desesperadamente. A lo que no tardó en sentir como el otro succionaba su longitud sacándole suspiros.
Todo lo que tenía pensando preguntarle al peliverde en cuándo entrará por la puerta de la habitación, se le había olvidado en un segundo.

Ya tendría tiempo más tarde para cuestionarse todo lo que quisiera. Pero ahora, deseaba disfrutar de su desayuno.






NILA

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NILA

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