Capítulo 3

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Él estaba ahí, delante de mis ojos. Con un pantalón beis, una blusa de botones y una pajarita. Se había cortado el pelo. No sonreía, pero tampoco mantenía una mirada seria. Estaba formal.

-Buenos días...-Digo a su lado, se levanta y me da dos besos.

-Buenos días, mi pésame por lo de tu padre. Realmente que lo siento mucho.

-Gracias...-Digo bajito.

-Bueno, os dejo para que habléis...-Dice mi madre sonriente. No mamá, no has hecho una buena acción. Sale de la sala y Louia y yo tomamos haciéndo, yo al lado de él.

-Veamos, lo primero que debes hacer es una línea de porcentaje de pérdidas y ganancias. Además tienes que tener una tabla de estadísticas...

Sigue hablando pero no escucho nada, ¿Todo es matemáticas? ¿Hola? Odio las matemáticas y hace dos años que lo máximo que calculo es dos cafés: 1,90 + Una magdalena: 2,50. Dios, que todo me suena a sueco, encima la tela de la falda me está haciendo daño en mi intimidad.

-¿Entendiste?-Las palabras de Louis me sacan de mis pensamientos.

-Si te soy sincera... No.

Se ríe y se apoya a la silla. Muerde su bolígrafo mirando sus papeles y guarda silencio. Me quedo sorprendida tras el silencio. Vuelve a mirarme.-¿Qué tal estás?

-Pues no muy bien. He tenido rachas mejores en las que no tenía que calcular porcentajes y estadísticas...-Digo golpeando con mis uñas la madera de esa mesa larga.-¿Y tú?

-Bien. Antes vi salir a Liam de aquí, ¿Con él todo bien?

-Sí, por esa parte está bien...-Vuelvo a golpear la madera con mis uñas.

- Estás más... Rubia... Osea, no rubia sino que... Se te ha aclarado el pelo.- Dice nervioso.

-La costa... ¿Recibiste mis cartas?

-Sí, pero hubo una cosa que no terminé de entender... ¿Tenías una tetería?-Asiento.- Entonces dejaste los estudios.-Volví a asentir.- Bueno... Me pasaré por aquí siempre que pueda para ayudarte con la empresa.

-¿Apuntas mi número?

-¿Lo has cambiado?-Volví a golpear la madera, siempre que hablaba me impacientaba. Negué con la cabeza.- Entonces lo debo de tener apuntado..

-Vale...-Digo y espero a que se levante. No lo hace, supongo que seguirá hablando.

-Me alegro mucho de volver a verte. - Ahora si se levanta, me levanto y da un suave beso en mi mejilla.-Para lo que necesites contacta conmigo.

-Lo haré...- Le sonreí y se alejo hacia la puerta. Dios, que estúpida me he sentido. ¿Estadísticas?, ¿Porcentajes?... Pensará que soy una cateta y que sin él todo se irá ala ruina.

-Disculpe, señorita Watson... ¿Le ocurre algo?- Levanto la mirada y me encuentro con una de las empleadas de mi padre, bueno... Una empleada mía. Me volví a sentar en la silla.

-No... Para nada... ¿Tú eres?- Mi padre se sabía los nombres de todos y cada uno de sus empleados. Yo hasta ahora solo conocí a esa Margaret Rose. Apodadada por mí La camionera. ¿Cómo había llegado tan lejos con esa voz de mavho fornido que tenía?

-Soy Julia. La secretaria.- Dice sonriente y ocupa una silla. Parece simpática.

-Pues encantada.-Le extiendo la mano.

-Quería decirle que yo no comparto opinión con Margaret, pienso que si el señor Watson la eligió es porque creía que usted es lo realmente buena.

-Muchas gracias... Y por favor, tuteame, si no pareceré mayor.-Le sonrío divertida.

-Oh, por supuesto. Si necesita algo estaré en mi puesto de trabajo.-Se levanta de la silla y se marcha. Me ha caido bien. Me elevanto de mi siento, compruebo que mi falda no deje al descubierto mi feminidad y camino hacia mi despacho. La camionera estaba sentada encima de la mesa de uno de los trabajadores, con una pose sexi y hablándole muy de cerca.

-Yo no sé cómo llevaba esto mi padre, pero desde luego yo no le voy a pagar por hablar señorita Rose. Así que si no le importa, vuelva a su puesto de trabajo.

Se levanta de la mesa y vuelve a su asiento, me siento como una profesora de física y química en mitad de una jauría de adolescentes en celo muertos por tener a Margaret sobre ellos. Estúpidos. Volví a mi puesto, recorriendo de izquierda a derecha todo en busca de una calculadora para empezar a hacer las tablas de estadísticas.

Transcurrió el día y ya todo el mundo iba saliendo de allí. Tras cerrar bajé los escalones en busca de Liam, estaba con Margaret, hablaba con ella y se reían. ¿A caso se conocían?. Me acerqué a ellos con sigilo.

-____, mi amor.-Me da un suave beso en los labios.-¿Qué tal?

-Bien... Supongo.-Miro a Margaret que seguía con la mirada cada paso que daba Liam, camionera, asquerosa arpía. Es mi novio.

-Bueno, Margaret... Nos vemos otro día.

-Vale, chao.-Le da dos besos en la cara.

Entro en el coche junto a Liam en silencio. Conducía sonriente. Nada más que espero que la sonrisa que está en su cara no sea por Margaret porque le quito la silicona de los pechos a base de puñetazos. Cruzo mis piernas.

-¿Me devuelves mis braguitas?-Digo borde, la idea de que conozca a Margaret me hervía la sangre.

-Me lo pensaré... se ha corrido la voz de que con 20 años eres una de las chicas más importante de la ciudad y quieren hacerte una entrevista en la radio...

-No voy a ir.-Digo seria y giro la cara hacia la ventanilla.

-Si vas a ir. Es para mi cadena de radio. Mañana a las 9.

-No voy ir.-Vuelvo a repetir.

-Veremos...

-¿De qué conoces a Margaret?...

Tarda en contestar, su cara se vuelve pálida y traga saliva.- Pues...

Soy tuya. [Segunda parte de El Hijo Del Director]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora