Capítulo 23

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Louis dio dos pasos hacia atrás, tenía la mejilla roja y me miraba con los ojos bien abiertos. Nunca creí que llegaría el día en el que esto pasará, le había metido el mayor bofetón que nunca había pegado. Respiraba rápido sin quitarle la Mirada de encima. Pestañeó.

-Louis... ¿Por qué lo has...?

-No, no digas nada.-Suspira.- Ya me ha quedado claro tus sentimientos por mí.

Empezó a caminar y bajó las escaleras. Yo ya no cabía en mí. ¿Le había pegado? Sí, pero también se lo merecía. ¿Cómo era capaz de besarme sabiendo todo lo que estoy sufriendo?... ¿Y de qué sentimientos hablaba? Creo que tenía más claro que nada que el y yo sólo podíamos ser amigos. ¿Por qué?. Los dolores me empezaron de nuevo. Me dolía. Pero no podía quedarme ahí. Bajé por las escaleras y en cuestión de segundos me metí en un taxi y di la dirección. No quería ir en el mismo coche que él. Llegué antes que él, y cuando él llegó pude ver que realmente estaba enfadado. Un hombre Italiano de unos 27 años se acerca a nosotros y me estrecha la mano a mí primero. Me mira de arriba a bajo.

-buenos días, la señorita Watson ¿verdad?

-Sí.

-Un placer conocerla. Soy Alexandre Giovanelli. El dueño de este edificio.

-Ah, muy bonito.-Digo sorprendida. Los italianos siempre están intentando ligar pero yo no pensaba en eso, sino en que iba vestido igual que Liam en la boda de Louis. Suspiré.

-¿Le importa? No tenemos todo el día.-Dice Louis tras mí.

-Oh, perdón. -Dice el hombre y enseña los planos de la casa. Nos damos una vuelta y después me tiendo unos papeles para que los firme.-Señorita, si quiere podemos tomar algo en lo que se piensa si firmar.

-No, gracias.-Digo seria, ¿Los hombres sólo piensan en eso?

-¿Y a cenar?

-No...-firmo el papel.- Aquí tiene. Encantada de hacer negocios con usted, Alenxandre Giovanelli.

Le doy los papeles y sin más me separo de allí intentando meterme de nuevo en un taxi.

-¿A dónde vas?-Grita Louis.- Yo te llevo.

-No creo que...

-Sube.

Asiento y entro sin decir nada.

-Lo siento... Lo siento mucho por lo que hice, sé que estoy casado y que... Tú amas a Liam.

Suspiro.- Ya...

-¿No dices más nada?

-¿Y qué voy a decir, Louis? Mi vida es una mierda... Rompo con mi novio, odio la empresa y a quien yo consideraba mi amigo ha dicho que no le importo...

-Pero sí me importas.

-Eso no quita nada... Las palabras pueden hacer más daño que dos cuchilladas.

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Liam se despertó en el sillón, con dolores por todas partes. Se despertó solo, ni siquiera se había atrevido a subir a la habitación porque sabía que todo le iba a recordar a mí. Se acercó a un armario donde guardaba la bebida, sabía que a mí no me gustaba mucho que bebiera y la tenía guardada solo para beber en fiestas o cuando había visitas, nunca quizo hacer nada que me llegara a molestar. Metió la mano en el mueble y sacó una botella de vino, no había otra cosa. Se sirvió su primera copa a las 10 de la mañana... Y su primera botella acabó a las dos horas. Su móvil empezó a sonar, ilusionado lo agarró, miró el nombre, no lo veía pero algo le decía que podría ser yo.

Soy tuya. [Segunda parte de El Hijo Del Director]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora