Cuatro

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DE TODO SE APRENDE

Mi vida es una tragicomedia. A veces me pasan cosas tan malas que me río para no llorar, y otras veces son tan malas que son absurdas, y no queda de otra más que reírse...

Como esa vez en la que estuve en medio de un ir y venir espantoso del que me urgía salir y no sabía cómo y entonces conocí a alguien con el mismo nombre de la persona que me había hecho pedazos...

Por aquellos días mi ex ya era el innombrable; lo último que yo quería escuchar era su nombre o cualquier cosa que tuviera que ver con él, pero entonces conocí a una persona con el mismo nombre que él (aquí lo conoceremos como "B").

Yo no le hallaba la gracia al principio, claro; creía que me había caído una maldición y que el encargado de mi sim era un ser diabólico con un sentido del humor espantoso, pero de ahí aprendí dos cosas muy importantes: que no todos iban a ser como él, y que las heridas hay que lamérselas uno mismo.

El amor propio es el amor más importante y trascendental que un ser humano puede experimentar. Es el acto de fe más grande a uno mismo, y por lo mismo, es muy difícil llegar a él.

Cuando conocí a B, creí que había llegado en un mal momento a mi vida, pero ahora sé que no. De hecho, no pudo haber llegado en mejor momento; yo estaba en mi punto más bajo, pero para entonces ya había reconocido que quería mejorar. No estaba buscando una historia de amor que me salvara de una relación fallida, ni siquiera quería que alguien me mostrara el camino, pero sin querer él lo hizo... haciendo todo lo que no quería que hicieran por mí.

Sé que sus intenciones eran buenas, pero a veces pasa que lo que ofrecemos no es exactamente lo mejor para los otros. Y en ocasiones tampoco es lo que se necesita, y ese era mi caso.

Él tenía un buen corazón; conocía un cachito de mi historia y quería ayudarme con algunas cosas. El problema es que quería hacerlo metiéndome a su mundo, esperando al mismo tiempo que viera las cosas como él y otros lo hacían, pero todo mi cuerpo y mi ser me pedían a gritos que no lo hiciera y casi enseguida entendí que si no tenía cuidado, cualquiera podría llevarse el título de héroe en mi historia, y eso no era justo para mí.

No deseaba ser salvada por alguien más; no quería cegarme otra vez creyendo que en alguien más estaban todas las respuestas a mis dudas o la cura a mi dolor.

Era mi vida, y me quedaba tan claro que me aferré a ella aferrándome a mí al no dejarme convencer por lo que él decía.

La fe no solo se recarga en lo religioso. Siempre he creído que aunque parte de ello, tener fe es creer, y yo por esos días si creía en alguien sólo era en mí. Mi fe era tan pequeña como una semilla, pero me permití sembrarla en mí, y tal cual pasó con mi madurez: dio buenos frutos.

Nadie sabe que hay dentro de los hubiera, y aunque hay veces en las que nos arrepentimos de ciertas cosas y deseamos poder conocer esa historia a la que no le dimos oportunidad, yo nunca me arrepentí de la decisión que tomé. Y puede ser que ahora mismo haya suavizado muchas cosas, porque recuerdo haber estado enojada un par de veces con él por algo, pero todo se reduce a que me elegí a mí en un momento en el que jamás lo hubiera hecho de no haberlo conocido, y por eso lo recuerdo bien; aunque sí, todo terminó extraño: con libros sin devolver, con saludos a medias, bloqueos incomodos y cosas que fueron y no eran, pero para mí, después de haber tenido un final horroroso con otra persona, ese final me supo bien.

Mi vida es una tragicomedia. A veces me pasan cosas tan malas que me río para no llorar, y otras veces son tan malas que son absurdas y no queda de otra más que reírse... pero eso sí, de todo se aprende.

CÓMO SER UN DESASTRE Y REÍRSE EN LUGAR DE MATARSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora