CÓMO SER UN DESASTRE Y REÍRSE EN LUGAR DE MATARSE

Trece

POCAS VECES ME ENOJO

Estoy harta y adolorida.
No solo quiero que todo termine, quiero que sientan lo que he sentido por años; que la profundidad de mi herida los consuma como a mí y vean el dolor personificado. Quiero que vean sus rostros en el espejo de la vida, mismo que me ha golpeado centenares de veces gracias a ustedes.
Estoy harta y adolorida, porque siempre acuden a mi las mismas expresiones; soy su salvavidas y a quien dejan a la deriva, quien no puede seguir caminando y al final lastiman. Soy los pedazos de pan que dejaron para no perderse en el bosque. Me redujeron a migajas, y estoy harta.
No soy lo que ustedes crearon, soy lo que yo cree desde su olvido. Soy todo lo que me dijeron que no sería y más. Soy mucho más porque estoy harta y herida.
No soy madre, no soy hija, soy yo misma; quien de frente te dice que no merece ser arrojada a su suerte, pero que al final agradece la soledad a la que decidieron exponerla, porque por ello es más fuerte.
Todos mis demonios me han tratado de convencer de lo contrario, de que la oscuridad me aterra, de que debo cubrirme los ojos, los oídos y en ocasiones la boca, pero con cicatrices en los brazos descubrí que solo era un truco para no reconocerme.
Y me ha costado. Me ha costado mi propio reflejo, mis sueños y mi propio bienestar, pero he estado bien. Siempre, al final y pese a sus torpes intentos, estoy bien, aunque harta y adolorida, siempre estoy bien.
Pocas veces me enojo, pero cuando lo hago, exploto; porque tengo derecho a explotar de furia, tengo derecho a sentir que me queman las injusticias y gritar para ayudarme. Tengo derecho a salvarme, a declararme en contra de lo que no me haga bien y descubrir el daño que me provocan las palabras ajenas.
Tengo la fuerza y el derecho a señalar tus faltas, aquellas que no dejan de abrir y lastimar la misma herida todos los días.
Estoy harta y herida, pero jamás me cansaré de pelear.
Por mí. Por lo que amo y lo que voy a ser.