CANTAR Y ESCRIBIR - parte 1
CantarCuando era niña soñaba con crear perfumes. No sé porqué, pero me obsesioné con los olores. Luego, cuando nacieron mis hermanas, la idea de enseñarles todo lo que sabía me emocionó tanto, que creí que podía ser buena maestra.
Mas tarde, mucho más, no hacía más que escuchar la radio, así que empecé a imaginar que tenía mi propio programa, y que cuando la gente buscaba algún consejo yo le dedicaba una canción que dijera lo que ellos tanto necesitaban escuchar. Deseaba ser locutora.
Pero dentro de esos sueños siempre hubo uno constante: cantar.
Desde que tengo memoria, cantar me llevaba a lugares increíbles.
Solía llenar mi habitación con muñecos para crear un publico e imaginar que estos eran personas coreando mis canciones y aplaudiéndome, mientras yo, en el escenario, me conmovía por sus reacciones.
Muy por encima de crear perfumes, enseñar, dedicar o sugerir canciones, estaba el interpretar lo que sentía, con mi voz.Cantar era ese sueño que uno cree posible por tenerlo tan cerca, pero que al mismo tiempo está a mil años luz de distancia.
La primera vez que canté para alguien fue para mis hermanas. Ellas claro ya me habían escuchado antes, ellas y mis vecinos, pues me la pasaba encerrada en mi cuarto cantando a todo pulmón, creyendo que solo yo me escuchaba.
Cuando lo hice, sentí alivio. Por primera vez alguien más me había escuchado cantar y le gustaba.Creía que estaba asegurando mi sueño de alguna manera. Después, sin previo aviso, a los dieciséis años, en mi preparatoria se abrió un concurso de canto. No recuerdo cómo fue, pero decidí entrarle, contra todo pronostico: nadie sabía que cantaba, pero quería intentarlo. Además el premio era dinero en efectivo... y nada perdía con hacerlo porque, bueno, según mis hermanas y yo, era lo suficientemente buena como para seguir cantando en mi habitación. Tenía que abrir mis alas y cantarle al mundo.
Un día antes de la presentación los nervios me atacaron. Ya había escuchado cantar a la competencia porque ensayábamos todos juntos, y aunque dentro de mí seguía repitiéndome que podía ganar ese preciado primer lugar, la voz molesta en mi cabeza me decía que estaba equivocada y que tenía que salir corriendo de ahí, o de lo contrario, me arrepentiría para siempre.
Entonces se llegó el gran día. No canté la canción que tanto quería cantar porque me acobardé al ultimo minuto, en su lugar canté otra canción que, aunque me acomodaba bien, no terminaba de llenarme por completo, y al final eso se notó:
Cuando subí al escenario hubo un silencio absoluto; uno que otro aplauso resonó al final por el auditorio, pero la luz cegadora que me pegaba en los ojos no me permitía ver los rostros de nadie, y yo, al contrario de cualquiera, no llevaba más que a dos amigas para apoyarme.Mi familia había pasado de mí, y uno que otro amigo más también.
Cuando empezó la canción recuerdo haber pensando que ya no había vuelto atrás. Lo hice como lo había practicado, y esa luz cegadora me ayudó a perder un poco los nervios, aunque olvidé un poco la letra, pero después, cuando terminé, el auditorio saltó en furor.
Era como si mis presentaciones imaginarias hubieran cobrado vida y todos esos muñecos de peluche también, pero de forma agradable y nada aterradora. Por fin los aplausos eran reales y no un sonido que deseaba escuchar algún día. Estaba feliz, y así bajé del escenario: rodeada de felicitaciones y buenos comentarios; y era extraño, porque gente que no conocía me decía que estaban seguros de que iba a ganar, pero perdí.Mi confianza creció mucho después de eso, y fue curioso porque aunque no tuve el resultado que deseaba, gané algo más importante: el gusto de la gente, pero al mismo tiempo eso me llevó a perderme.
De pronto me entró una urgencia por llegar a la meta y no me detuve a pensar lo que podía perder, y mucho menos lo que necesitaba para llegar a ella, porque me faltaba mucho por aprender.
Todo el mundo me decía que lo hacía bien, y a la hora en la que me enfrenté a profesionales fue imposible no venirme abajo.
El camino artístico es complicado, y en mi mundo perfecto y fantástico no era así; yo quería que todo sucediera tan fácil como lo había imaginado, y fue doloroso darme cuenta de que eso no sucedería porque el talento sin esfuerzo no dirige a ningún lado. Y aunque existen historias en las que eso sí sucede, era claro que mi historia sería diferente, pero me negaba a verlo porque bueno, cantar era mi sueño más preciado, y muchas veces tan así era que prefería ocultar mi verdadero potencial y no compartirlo con nadie por miedo a perderlo, y al final eso de cualquier manera pasó.
Por vergüenza, y el miedo a perder, perdí la voz.
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CÓMO SER UN DESASTRE Y REÍRSE EN LUGAR DE MATARSE
Non-FictionEsta es la historia desastrosa -que se vuelve cómica- de mi vida. En este conjunto de relatos, te cuento mis recuerdos y experiencias, que viajan desde mi primer corte de cabello, hasta mi desastroso aterrizaje a los veintes; el caos del primer amo...