🌸8: Lullaby

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El día que Mila partió a Moscú fue cuando la ansiedad de Yuuri aumentó en creces, la única persona en la que podía tener algo de confianza en ese momento se estaba alejando por un tiempo definido y Yuuri sabía que iba a volver, pero la constante ansiedad que había creado de manera paranoica en su mente provocaba que sus sentidos estén más alertados de lo normal, para bien o para mal.

Y tal y como había pactado con Viktor, el ruso traía los insumos necesarios para ambos. Yuuri cocinaba todos los días mientras él salía al bosque a buscar leña para el casi eterno invierno de Rusia. Las náuseas matutinas se habían vuelto una rutina para Yuuri, quien no podía evitar salir corriendo al baño a devolver todo cuando estaba cocinando, debido a que el olor de la comida que preparaba, en ocasiones, se las provocaba.

Viktor tampoco hablaba más de lo normal con Yuuri, sólo cuando llegaba y le decía al Omega lo que había comprado, y cuando le preguntaba qué iban a comer cada día. Luego de unos pocos días, Yuuri notó entonces los pequeños deseos de su cachorro por un calor paternal, ya que un día sintió también el olor de su bebé llamando a un padre. Tal olor estaba dirigido hacia Viktor. El japonés se dio cuenta de aquello ya que el ruso terminó de comer, se levantó bruscamente y dejó su plato de comida vacío en la cocina para luego salir de la cabaña dando un portazo.

Aquella relación que no existía entre ambos era extraña, tanto para Yuuri como para Viktor. El ruso todas las noches se encerraba en su habitación y Yuuri se quedaba en la sala frente a la chimenea, viendo el fuego consumir lentamente los trozos de leña que el ruso cada día traía para calentar ese pequeño hogar en el que ambos residían.

En la noche, Yuuri apenas podía dormir debido a que sus pesadillas lo perseguían constantemente, cuando al fin lograba dormirse, era sólo cuando se encontraba en el sofá a altas horas de la noche, abrazando el abrigo de Viktor; aquél olor del Alfa le proporcionaba calma en sus momentos de menos lucidez, para que luego en las mañanas soltase la prenda con disgusto y la dejase en el perchero al lado de la entrada como si nada hubiese pasado.

Mila le había dejado a Viktor instrucciones por si Yuuri llegara a presentar otro ataque, como había ocurrido aquel día en que el Omega rompió la ventana de su habitación. Para la suerte de ambos, Yuuri no había tenido ningún ataque, hasta que un día, dos semanas después de la partida de Mila, Viktor encontró a Yuuri en el suelo de la cocina llorando silenciosamente con los alimentos a medio preparar, algunos trozos de verduras en el suelo y dos platos rotos.

El Omega tenía una mirada perdida,  las lágrimas caían sin permiso, deslizándose desde sus mejillas hasta caer por su mentón mientras abrazaba sus rodillas. Sólo en ese momento, Viktor juntó la poca paciencia que tenía y sedó al japonés antes de dejarlo dormido en el sofá.

— No te acerques... — murmuró el Omega al sentir la presencia del Alfa.

— Guarda silencio — ordenó Viktor, ya con el sedante en su mano y acercándose al menor.

Pudo ver como Yuuri se encogía en su propio lugar, como queriéndose fundir con la pared de la cocina. Una punzada de lastima surcó por el corazón de Viktor, lo que le había contado Mila estaba siendo presentado justo frente a sus ojos, el dolor y miedo de Yuuri eran palpables en el aroma que este desprendía.

Decidió acabar con su tortura, inyectando el sedante en el antebrazo del japonés, no sin antes haber jaloneado con este para que se lo extendiera. Cuando por fin terminó, Yuuri había dejado de llorar en silencio, para sollozar quedamente mientras su cuerpo temblaba perceptiblemente.

Mila le había dicho que el sedante haría un efecto casi inmediato, por lo que no tuvo más opción que pasar uno de sus brazos por la espalda del japonés y otro por debajo de sus rodillas para levantarlo y encaminarse hacia la sala.

Salvation 《Omegaverse》#YoIceAwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora