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CAPÍTULO 4.



Caminé con mi hermano en brazos hasta mi habitación. ¿Por qué hasta mi habitación y no a la suya? Bueno, no lo sé, las cosas se dieron así.

Lo deposité en la cama e intenté despertarlo moviendo su rostro de un lado a otro con una de mis manos, hasta le di leves palmadas en sus mejillas para que reaccionara, pero no hubo caso. Mierda. ¿Un hospital? ¿Debo llevarlo a un... hospital?
No. No debo. La última vez que despertó en uno luego de recibir un balazo en su brazo derecho, casi mata a los que lo habían llevado ahí, que por cierto, eran sus amigos... Perfecto. Esa, definitivamente, sería una muy mala idea.

-¿Por qué estás así? ¿Dónde estuviste? Es mi culpa, ¿verdad? Por mi culpa estás de esta forma, en este estado tan... malo. Te ves mal, Minho. Lo siento tanto, yo no quise que peleáramos de este modo. Seguro saliste muy temprano pensando que aún estaría enojado contigo y mira lo que te ha pasado; te agarraron los matones esos que nos persiguieron el otro día, ¿cierto? - comencé a hablarle como si él realmente estuviera escuchándome. Sabía que no lo estaba haciendo, por eso es que lo hacía.

- Quédate aquí, Minho. Iré a por un vaso de agua. - ¿Por qué coño te hablo, si estás desmayado? Qué idiota soy, ¡por Dios!
Me puse de pie, y corrí en busca del jodido vaso; no sabía exactamente qué es lo que haría con tan solo un vaso de líquido, pero fue lo único que se me ocurrió en ese momento.

Llegué a la cocina y cargué uno con agua suficiente como para, aunque sea, mojarle el rostro, pero cuando regresé, me quedé completamente helado.

Mi gemelo, había desaparecido.

- ¿Minho?- empecé a llamarlo, no podía ser cierto. Hace dos minutos estaba completamente lastimado y golpeado, ¿cómo pudo ser que se haya puesto en pie así como así? Sin mencionar que estaba inconsciente, a menos que...

¡SPLASH! El endemoniado vaso que estaba sosteniendo con mi mano izquierda, cayó al suelo haciéndose añicos debido al impacto, mojando las botamangas de mis pantalones y parte de mi calzado. ¿Qué pasó? ¿Cómo es que ocurrió eso? Muy sencillo, alguien posó su mano en uno de mis hombros, sobresaltándome por completo.
Sin saber qué coño hacer, me quedé petrificado, ni siquiera me inmuté en lo que ese vaso con agua le había hecho a mis preciadas botas. Creo que tampoco respiraba.

-¿Te asusté, Nene? - interrogó mi hermano acercando su boca a mi oreja logrando estremecerme con su cálido aliento. - ¿No contestarás?

-Tú... estabas... desmayado... - tartamudeé con dificultad.

-¿Yo? - no, mi abuela.

-¡Claro que tú, estúpido!

- Yo no me había desmayado. - me dio la vuelta, lo que irremediablemente me hizo mirarle a los ojos.

-Pero caíste entre mis brazos al llegar y... y... te traje aquí inconsciente, no respondías... tú... - expliqué confundido, extrañado, ¡todo junto! No entendía una coña.

- Oh, eso... lamento decepcionarte, pero no fue lo que tú has pensado. - ¿Qué dijo? -

- Solo estaba probándote. - finalizó con una sonrisa maliciosa, para luego marcharse y yo me quedé boquiabierto con millones de dudas, preguntas, ¡y quién sabe cuántas cosas más! ¿Probarme? ¿Lo hizo para probarme? ¿Pero probarme de qué? ¿Qué es lo que quería saber exactamente? Por si no me conoces, les informo que yo no soy una persona que se queda con dudas. No. ¡No soy el típico infeliz sin vida que le importa una mierda quedarse con la maldita duda! Por lo que me apresuré a seguirle el paso para acabar de una vez.
Lo tomé de sus ropas y lo llevé contra la pared. Él hizo una mueca de dolor.
Sí, sí, lo sé, siempre contra la pared, pero es que así es como arreglamos nuestros problemas.

P.O [MINKEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora