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CAPÍTULO 14.


-Hola. - saludé cuando me abrieron la puerta. - ¿Se encuentra Nam Gyo?

- ¿Quién la busca?

- Dígale que soy... un amigo. - respondí ante su pregunta.

Luego de desaparecer de la faz de la Tierra por casi tres meses, deseaba darle una pequeña sorpresa. No lo sé, así lo pensé.

-Un momento, por favor. - dijo la señora (que supongo, era la madre) y se adentró en la casa. Al cabo de unos pocos minutos, salió ella.

- ¿Si? - le oí cuestionar al no reconocerme. Claro, yo me había puesto de espaldas a la puerta para poder fumar mientras le esperaba, al parecer ella no me reconoció.

Me di la vuelta lentamente y la expresión en su rostro, cambió por completo.

- ¿Kibum?- preguntó incrédula y yo sonreí.

- Hola, muñeca...

Y no hubieron más palabras. Se lanzó a mis brazos, aprisionando mis labios con anhelo, desesperación, no sabría deciros exactamente, pero ese beso me transformó completito. De un momento a otro, un ligero gusto salado se coló en aquel beso y me extrañé. ¿Qué es lo que sucedía? No podía ser que ella esté...

Tieso. Así me quedé cuando se apartó de mi boca aún con los ojos cerrados y oí un sollozo de su parte al mismo tiempo en que convulsionaba los hombros debido a él.

- ¿Dónde te habías metido, mi amor? - lloriqueó abrazándome con fuerza. - No sabía dónde estabas. No volviste a llamarme, yo deseaba saber de tu estado, si te había sucedido algo. Te extrañé, te extrañé muchísimo. ¿Qué pasó con esa vez en la que vendrías por la noche? Te esperé, ¿sabes? Te esperé, pero jamás llegaste. Hace casi tres meses que no sé nada de ti... - continuó hablando sin dejar de sollozar un solo segundo mientras escondía su rostro en mi pecho.

- Lo siento. Créeme que lo siento mucho, pero es que tuve unos inconvenientes con un tipo de mi barrio y no pude salir por varias semanas. Debí estar en reposo, el maldito me hizo pedazos sin motivo coherente. - expliqué. Sí, lo que están oyendo, le expliqué a Nam Gyo lo que me había ocurrido, o al menos parte de ello.

Y como si fuera poco, también le había pedido disculpas por lo que le hice. ¿Cómo la ven, ah? No lo sé, de pronto sentí la necesidad de rodear su cintura con mis brazos y hundí mi rostro en su cuello. Algo en ella, me daba la confianza que estaba buscando, algo me decía que junto a ella, tal vez, podría comenzar a olvidar a Minho. Pero solo... tal vez.

- ¡¿Qué?! ¡¿Qué te hicieron?! ¡¿Por qué?! - preguntó aterrada apartándose de mi cuerpo y fijó su vista en la mía.

- No, no... tranquila, ya estoy bien. - le calmé tomando su rostro entre mis manos. - Tan solo fueron unos cuantos golpes que ya sanaron, ¿no me ves? Estoy como nuevo. - sonreí y ella luego de pensárselo unos momentos, torció sus labios imitando mi gesto.

Qué hermosa era, joder.

- ¿Quieres... pasar? Es decir, no nos quedaremos aquí de pie en la vereda cuando podemos entrar a la casa, ¿no? - cuestionó tímidamente, algo que me pareció extraño en ella, pero también un tanto... tierno.

Asentí sonriendo y me tomó de la mano para ingresar al lugar que había mencionado.

Me presentó a su madre, la misma señora que me había atendido hacía unos minutos; le saludé cortésmente, no deseaba caerle mal a nadie. Que sea un tío algo frío con las mujeres que me follo, no quiere decir que lo sea con todo el mundo, ¿vale? Y nos encaminamos a su cuarto.

P.O [MINKEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora