CAPÍTULO 16.
- Dios, ayúdame... - supliqué sintiendo las lágrimas correr con desesperación por mis mejillas.
El coche comenzó a moverse, quién sabe en qué dirección y me tomé la cabeza con ambas manos cerrando los ojos con fuerza. Sí, estaba cagado de miedo. Lo acepto. Si Minho fue capaz de matar a sangre fría a la pobre de Nam Gyo, ni quería imaginar qué es lo que me haría a mí. Juro que no reconocía a mi propio hermano; él... él realmente estaba loco.
- Minho... ¿quién eres?
....
Un par de vueltas por Dios sabrá qué lugares, y al fin detuvo el auto. Oí la puerta del mismo cerrarse luego de que se movió un poco; claro estaba que se había bajado, entonces otra vez el puto sentimiento del miedo, se deslizó de mis pies a mi estómago. Así, en un abrir y cerrar de ojos, ya había recorrido la mitad de mi cuerpo. Cuando menos me lo esperé, abrió la puerta del baúl y la puta luz, dio en mis ojos, encandilándome totalmente. Me tomó por lo brazos obligándome a salir de allí adentro entre tropezones, ya que el vehículo tenía su cierta altura y no me quedaba más que separar mis piernas y así colocar una fuera y la otra dentro para impulsarme de una mejor forma. Cuando me hube encontrado del todo fuera, con ambos pies apoyados en el piso, tiró más de mí colocando mis brazos detrás de mi espalda como si se tratara de un preso al cual acababan de trasladar de cárcel.
Cómo desearía ser un preso en este mismo momento... apuesto a que ni ellos la pasan tan mal.
- Minho... no me hagas daño, te lo suplico... - rogué consumido por el terror que se desarrollaba a través de mi sistema.
- Cállate. - fue todo lo que dijo; tiró el cigarro que tenía en la boca luego de haberme soltado con una de sus manos, e ingresamos a la casa. Qué cara tenía, encima que iba a hacerme quién sabe qué cosas, el muy infeliz, se daba el lujo de fumar frente a mis narices. Me llevó directo a su cuarto y, tras oír el sonido de la puerta cerrarse tras de sí, supe que estaba en manos del peor psicópata que jamás hubiera podido imaginar. Me lanzó sobre la cama como si hubiese tirado un jodido costal de papas, haciendo que al chocar contra el colchón, me mordiera la lengua involuntariamente.
Joder, hasta esa suerte tenía.
Cuando apoyé mis manos sobre la cama, me giré y clisé mis ojos en los suyos. Palidecí al ver lo que estaba haciendo, o bueno... lo que estaba a punto de hacer.
- M-Minho... ¿q-qué harás? - pregunté tartamudeando al ver cómo se desabrochaba el cinturón mientras sonreía de lado.
No... Jesús, por favor, no...
- ¿Qué crees que haré, Nene? - cuestionó relamiéndose los labios. Se quitó la sudadera y bajó sus pantalones. - Te haré entender que tú solo eres mío. - finalizó quedando solo en boxers y yo no supe qué hacer. Comencé a desesperarme de sobremanera, la adrenalina empezó a infiltrarse en cada mililitro de mi sangre, hasta que me salió por los poros al transformarse en sudor.
Clavé mis pies en la cama en el intento de huir, quería ponerme de pie y así lo hice; me abalancé sobre la ventana de la habitación, (que por cierto estaba cerrada), y noté que mi gemelo rebotó en el colchón al no poder alcanzarme, pero se enderezó de inmediato agarrándome nuevamente por el cabello y me estampó contra la pared. Se inclinó un poco y del cajón de la mesa de luz, sacó una soga blanca.
¿Qué diablos hacía una soga en ese cajón? No lo sé, solo mi hermano tiene la respuesta, todo eso y lo que les parezca en cierta forma, extraño, tiene que ver con su locura.
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P.O [MINKEY]
FanfictionPeligrosa Obsesión - ©Leonela P. ¿Mujeriego? ¿Mentiroso? ¿Manipulador? ¿Enfermo? Presente. Sí, así soy yo y no me arrepiento de ello; o al menos no de todo. Mujeriego, porque amo follarme a cuanta tía se me cruza por la cabeza; mentiroso, ya que o...