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CAPÍTULO 6.


-Nada, me he caído, ¿vale? - mentí para luego moverme un poco en el intento de zafarme de sus manos, lo cual no pude. Jaló más fuerte de mi cabello y me quejé.

-No me mientas, Nene. Sé muy bien que eso no es lo que pasó. - me giró hábilmente aún sin soltar el cabello de mi nuca.

Quedamos enfrentados.

Mi corazón se aceleró de sobremanera y mi respiración se tornó entrecortada.
Entreabrí mis labios un segundo para tomar una buena bocanada de aire, y continué mirándole.

- No estoy mintiéndote. - volví a engañarle con los nervios formando un maldito nudo en mi estómago, el cual se agrandó al ver cómo se acercaba peligrosamente a mi rostro sin dejar de penetrarme con la mirada.

- ¿Qué haces?

- Te partieron el labio. - respondió fijando ahora sus ojos en mi boca.

Me sentí un imbécil por dejar que estemos en esta situación tan comprometedora, sin embargo... no lo podía evitar. Todo últimamente se había vuelta tan extraño...

- Sí, déjame. - le aparté con lentitud, empujándole por los hombros. - Estás drogado otra vez, ¿cierto? - cuestioné posando una mano en su mentón para movilizarle el rostro de un lado a otro, observándole, tal y como lo había hecho la vez pasada.

- No tienes remedio, Minho. - añadí caminando hasta la puerta de la habitación y salir. Oí sus pasos seguirme, ni yo entendía mi propio comportamiento, mucho menos entendería el suyo.

Me tomó del brazo e irremediablemente me volteé a verle.

- ¿Quién te golpeó? - insistió creo que por... doceava vez, o no lo sé, pero ya estaba hartándome.

Rodé los ojos fastidiado por su constante preguntadera, y me zafé de su agarre sacudiendo el brazo un poco.

- Me agarré a hostias con un tío, porque quería follarme, ¿ya? - le solté molesto y él abrió mucho los ojos.

-¡¿QUÉ?! - ¡Bien! Se había cabreado, lo sabía. Sabía que no debería haber abierto mi gran bocota más de la cuenta.

- Bueno, lo que pasó fue que... - no me dejó continuar. Cuando estuve a punto de contarle algo de lo que había ocurrido, le vi enfilar directo a la puerta de salida de la casa. ¡Iba que se lo llevaba el diablo! ¡Iba furioso!

- ¡Minho, espera! ¡¿Adónde vas?! - pregunté desesperado mientras le seguía el paso.

- ¿Adónde crees que voy? - se dio la vuelta enfrentándome yo me quedé petrificado ante esa mirada de completo demonio que me estaba echando.

Claramente no era para mí, sino para el tío al cual iba a matar. Sí, conozco a mi gemelo como a la palma de mi mano. Si encontraba al tipo, lo haría pedazos.
Primero le torturaría, lo haría sufrir de la peor manera, para lueeeeego, cuando ya no tuviese más qué hacer, le volaría la cabeza de un tiro.

Volvió a emprender camino hacia la puerta.

-¡Iré a buscar al mal nacido que te hizo eso!

- ¡No! - le frené tomándole de un brazo.

- ¡Déjame!

- ¡No! ¡¿Adónde piensas ir?! Así, sin saber quién coño me lo hizo, es decir... quién me golpeó. - fui bajando el tono de mi voz, no quería seguir gritando como un desquiciado. Aquí el maniático no era yo, sino él. - No me hizo nada más que esto, yo le gané.

P.O [MINKEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora