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CAPÍTULO 15.


No tengo la más mínima idea de cuánto tiempo corrí, la cuestión es que tan solo estaba a unas dos cuadras de la casa de Nam Gyo. No veía el auto de mi gemelo, no... no estaba, eso me daba algo de esperanza que aún no hubiera llegado, o increíblemente, se hubiera arrepentido de camino allí y hubiese vuelto a casa. No lo sé.

- Nam Gyo, Nam Gyo, Nam Gyo... - comencé a susurrar bajito mientras me acercaba a la casa. De pronto... Mierda.

La puerta estaba completamente abierta y al adentrarme un poco, no se oía ni un solo ruido; nada. Silencio total. ¿Había escapado tal y como yo le dije? ¿O mi hermano la atrapó antes y se la había llevado a quién sabe dónde en su vehículo?

Mis preguntas internas fueron acalladas tras oír unos gritos.

Corrí nuevamente en dirección a donde provenían y... no...

Me detuve.

Estaban más alejados del lugar, una calle más adentro, una calle completamente solitaria, oscura, y no lo digo porque haya sido de madrugada, sino que en sí, esas calles son de esa forma. Se los dije en un principio.

Me horroricé ante la escena; Nam Gyo se encontraba de rodillas en el suelo, suplicando por su vida y mi hermano tenía un revólver apuntándole a la cabeza, allí, sin ninguna distancia; a quema ropa, como le dirían.

- Por favor, Minho, no... no lo hagas, te lo suplico... - gemía Nam Gyo, llorando desconsoladamente.

- ¡Cállate, maldita perra! - gritó mi gemelo presionando el arma contra su cabeza.

- ¿Gozaste el haber follado con mi hermano? ¡¿TE GUSTÓ?!

- M-Minho... por favor, te lo ruego...

¿Qué clase de diálogo era ese que establecía? ¡¿Por qué le hacía esas preguntas tan estúpidas?! Yo estaba que me salía de mí mismo, miles de sensaciones juntas recorrieron mi cuerpo en ese instante mientras me acercaba lentamente a ellos; en el estado de loco desquiciado en el que se encontraba Minho, si me veía de repente, tal vez dispararía sin ningún problema.

El llanto de ella se hizo más intenso y llevó una de sus manos a su vientre, mientras que la otra la mantenía delante de su pecho, temblando como una hoja, temblando del puto miedo que la poseía al tener a ese enfermo amenazando con acabar con su vida en un abrir y cerrar de ojos.

- ¡Minho, no lo hagas, te lo suplico! - gritó rompiendo en llanto aún más si se podía y yo corrí la poca distancia que me quedaba hasta llegar a ellos.

- Espero que lo hayas disfrutado, ¡porque ha sido la última vez! - ¿Qué?


¡BOM! El disparo resonó en todo la zona desierta cuan un eco en el vacío, ensordeciendo cualquier oído que le pudo haber escuchado, al mismo tiempo que daba fin a la vida de una mujer.


Perplejo. De piedra. Inmóvil... aterrado. Esa, esa era la palabra exacta, la expresión correcta: Aterrado. No era capaz de creer lo que mi gemelo acababa de hacer.
Asesino. Maldito enfermo. Demente. Loco desquiciado. ¿Cuántas cosas más podía decirle? Acababa de darle un tiro en la cabeza a Nam Gyo, una mujer, una joven de 17 años... ¿c-cómo fue posible? ¿Cómo es que había llegado hasta ese extremo? La mató. ¡Le voló la tapa de los sesos!

No... aire, necesito aire... ¿Cómo pasar aquel suceso que acababa de presenciar frente a mis narices? ¿Cómo hacer que las imágenes se borrasen de mi mente? ¿Cómo poder continuar viendo a mi hermano con la misma cara que le veía siempre? No... esto se había salido de control...

P.O [MINKEY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora