Capítulo 32

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Me había vendado los ojos al subir al coche, según él, así era más romántico.

-¿Queda mucho?-pregunté por enésima vez.

-No, ya hemos llegado.-sentí que el coche frenaba.

Bajó y me ayudó a hacer lo mismo.

-Sinceramente, esto no es lo mío, Avery me ha ayudado bastante. Es muy típico pero...joder, no tengo ni idea de citas.-habló un poco nervioso.

Reí y caminé junto a él.

-Tranquilízate, mientras esté contigo me da igual estar en el centro de París comiendo en un restaurante de lujo que debajo de un puente comiendo un sándwich.-respondí.

Caminamos unos pasos más y me quitó la venda. Estábamos en una colina, desde ahí se veía toda la ciudad, ya iluminada por las farolas, un precioso atardecer asomaba por detrás de los altos edificios de la ciudad.

-Esto es increíble Zar...-murmuré pasmada.

-Me alegra que te guste, estaba nervioso...bueno, lo sigo estando.

-Lo he notado pero no tienes nada de lo que preocuparte, es perfecto.

Nos sentamos en una manta que había en el suelo y Zarek sacó unos bocadillos enormes de una cesta que ni siquiera sabía que estaba ahí. Me tendió uno y yo lo miré como si estuviera loco.

-Eso no me cabe en el cuerpo.-le dije con los ojos como platos.

-Eso dicen todas.-me miró con cara de pervertido.

-¡Gilipollas!-carcajeé mientras le daba un puñetazo en el hombro, haciéndolo reír conmigo.

-Así me quieres.-me pasó un brazo por los hombros.

-Sabes que sí.

Nos besamos y empezamos a comer mientras hablábamos. Pasó media hora, hablando de tonterías y alguna que otra pregunta personal. Acabamos tirados en la manta mirando el cielo y contando anécdotas.

-Una vez, con una de las familias que me adoptaron, mi hermano Hugo me llevó al parque e intentó impresionarme haciendo un mortal desde lo alto del tobogán y se cayó de culo.-empecé a reírme al recordarlo.-Al principio me asusté pero después me reí de él una semana entera porque le dolía sentarse.

Le echaba de menos, fue el mejor hermano que podías tener.

-Me acuerdo de un día, hace unos años, mi padre y yo habíamos ido a pescar, pesqué un pez enorme que tenía más fuerza que yo y me caí de la barca. Mi padre no me quiso ayudar a subir y me enfadé con él. Lo bueno es que conseguí coger el pez y me fui orgulloso a mi casa.

Me vino a la cabeza una imagen de su padre, no se parecían en nada, ni siquiera parecían familia.

-Tu padre y tú no os parecéis en nada.-comenté.

-No es mi padre realmente, era amigo de mis padres biológicos, ellos me adoptaron cuando mis padres murieron.

-¿Qué les pasó?-pregunté con curiosidad, aunque me arrepentí al ver la mirada de Zarek oscurecida.

Cogió aire y empezó a cantar.

- Ellos son jóvenes, quedan por la noche en la entrada del bosque, para descubrir lo que este esconde. Fogata, sonrisas novatas, cervezas baratas. La noche es fría en este día en el que la filosofía inunda sus cuerpos, preparando un futuro nuevo. Un futuro juntos pero los dos tienen demasiados humos, aun así quieren intentarlo, probarlo, como será el futuro de ambos. Como será tener al otro al lado, apoyándolo a cada rato.-una sonrisa triste se posó en su cara durante esa parte pero se volvió serio en la siguiente.- La cosa va bien durante unos años, mariposas volando por el estómago de ambos pero la cosa va cambiando cuando el primer golpe resuena en la cara de ella, despertando sus fantasías y manías. Tras ese golpe vinieron muchos más que ella no podía parar. Los moratones cada vez eran más constantes al igual que sus viajes al estante. Golpes, amenazas, ella se cansa. Decide pedir ayuda pero no se apura, paliza brutal es la que le depara en esa esquina de la casa. Un par de mantas y cinta aislante le sirven de cama esta tarde. El maletero está abierto, ella está dentro.-sus ojos se humedecen, al igual que los míos, pero sigue cantando.- Él está asustado, la ha destrozado, ha roto su único apoyo en este mundo frío e inmundo. Sabe que es culpa suya y eso no le ayuda. Recuerda a los niños, que va a hacer ahora con sus hijos. Él se siente una mierda, ha hecho que todo lo pierda. El arrepentimiento es su único sentimiento. Cae en la droga, sus amigos ya no lo apoyan, servicios sociales se han llevado todo lo que le quedaba ahora qué más da si se disparaba. Coge la pistola de la vitrina, su dolor ya no lo calma una aspirina. Cuenta hasta tres y ahora todo negro ve.-de mis ojos caen un par de lágrimas que quito rápidamente, su voz se entrecorta.- El suelo se tiñe de rojo, él ya no tiene vida en sus ojos, él creía que en la vida era un estorbo. Iba de camino hacia lo que más amaba, era lo único que pensaba cuando sus ojos se cerraban, terminando así la historia que contaba.

Los ojos le brillaban por las gotas que retenían. Lo abracé fuertemente y lo escuché sollozar durante un par de minutos. Finalmente se calmó, se secó la cara y me miró.

-La canción la escribí con 15 años, en el aniversario de la muerte de mi madre.-informó.- ¿Y qué pasó con tu familia adoptiva?

-Es una historia complicada...

Stay With MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora