Capítulo veintiseis

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-Chica, puedes irte ya.

Levanto la mirada y veo a un policía que abre las rejas. Asiento y me despido con un simple "adiós". Cojo mi mochila y salgo por fin de aquella prision, literalmente. Fuera me espera mi madre, y veo a su lado a Adrián. Dos años después y ha cambiado demasiado. Estoy segura de que mamá le había dicho que se mantuviese distante, pero corre hacia mí y me abraza. Yo le cojo por la cintura y lo alzo del suelo. Empiezo a llorar. Él empieza a llorar. Mi madre empieza a llorar. El guardia que nos mira, aparta la mirada y se va. Seguro que también está llorando.

-Dios mío, lo siento tanto. No volveré a hacerlo. Lo prometo -digo, sin soltar a Adrián.

-No pasa nada, cariño. Creo que esto ha sido castigo suficiente -me tranquiliza mi madre -Tengo que decirte una cosa.

-Dime, mamá -suelto a Adrián y agarro el asa de mi mochila con fuerza.

-Sólo has estado aquí metida dos años, y sé que te resulta extraño. Habrías tenido por lo menos diez. Tu amigo Jumin ha conseguido reducirte la sentencia.

Sonrío inconscientemente y asiento. Ya lo sabía. Me meto en el coche de mi madre y ella empieza a conducir. Yo miro mi móvil, aunque no tengo mensajes, así que me lo guardo en el bolsillo. Lo mejor será que nadie sepa que he salido. El coche se para y voy a bajarme, pero veo que no estamos en casa. Estamos en un aeropuerto.

-¿Qué? ¿Por qué estamos aquí? -pregunto, confundida.

-Anda toma -dice mi madre, dándome un billete de avión y un fajo de billetes -Vuelve con tus amigos. Ahí eres feliz.

-No, mamá, no puedo aceptarlo.

-Cógelos y corre, que vas a perder el avión -dice Adri, a lo que yo me río.

-Venga, ve. Antes de que me arrepienta.

-Gracias a los dos. Os quiero muchísimo.

Les doy un beso en la mejilla a cada uno y corro hacia el avión. Casi lo pierdo, pero ahora estoy sentada y me espera un viaje de doce horas.

Cuando me despierto, veo que estamos aterrizando y me espabilo de repente. En cuanto el avión se para, me desabrocho el cinturón y salgo corriendo, empujando a todo el mundo que se entromete en mi camino. Me meto en un taxi y le doy la dirección de Yoosung. Todavía me acuerdo. No he tenido la oportunidad de agradecerle todo lo que ha hecho por mí. Él tiene que ser el primero al que vea. Después de media hora llegamos, y pago al taxista. Pico al portal de Yoosung.

-¿Quién es?

-¡Yoosung!

Silencio. Unos segundos después la puerta se abre y yo empiezo a subir las escaleras. Me choco con alguien. Levanto la mirada y veo una cabellera rubia con un par de orquillas. Sonrío y me lanzo a sus brazos. No ha cambiado nada.

-¿Daniela? ¿Eres tú? -pregunta cuando nos separamos.

-Sí, eso creo -digo, mientras me toco los brazos y piernas.

-¿Qué haces aquí?

-Soy libre, ¿no estás contento de verme?

-¡Claro que sí! Solo que no me imaginaba que fueses a salir tan pronto... Dios, te echamos todos de menos.

-¿Dónde están los demás?

-Jumin y Jaehee trabajando, creo. Los demás no lo sé.

-Pues vamos con ellos.

Le cojo del brazo y vamos juntos hasta el edificio de Jumin. Entramos, porque los guardias conocen a Yoosung, y vamos al despacho de Jumin. Yoosung pica y abre la puerta. Dentro está Jumin leyendo unos papeles y Jaehee mirando su móvil. Los dos levantan la mirada a la vez, pero Jumin no parece sorprendido. Sonríe casi de forma invisible.

Guerra de hackers [Seven Mystic Messenger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora