Capítulo veintitrés

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Doy un salto y aterrizo en la primera cornisa con éxito. Paro unos segundos para recuperar el aliento y me seco una gota de sudor que se resbala por mi frente. Me impulso y aterrizo bien, pero todavía me queda una cornisa. Salto y tropiezo con un pie, quedándome colgada de la cornisa. Tengo las piernas colgando sobre el vacío, así que intento levantar una, y noto que los dedos se me agarrotan por el esfuerzo. Consigo poner una pierna sobre la repisa y entonces es más fácil ponerme de pie. Me cuelo por la ventana, que está abierta, y compruebo que no hay nadie. Asomo la cabeza por una esquina y veo a los guardias, así que compruebo que mi plan ha funcionado. Voy en la dirección contraria a ellos y veo una flecha que me indica en qué dirección están las celdas.

Acelero el paso y cuando giro una esquina me encuentro de frente con un guardia. Me mira y yo le miro. No hay ni un segundo que perder. Corro hacia él, y antes de que pueda sacar su pistola, le atesto un puñetazo en la cara que le tira en el suelo. Sacudo la mano, que se me empieza a hinchar por el impacto, y le arrastro dentro de una habitación. Es un cuarto de limpieza. Está inconsciente, y eso facilita mi tarea. Le esposo las manos y le pongo cinta americana en la boca.

Salgo de la habitación y voy caminando hacia las celdas. Veo una puerta enorme al final del pasillo y la abro. Hay cientos de celdas, repartidas en varias plantas. Maldigo internamente y me acerco a una pantalla puesta en una pared. Hay una lista de nombres, y busco a Seven. Está en la última planta, en la celda ciento trece. De momento no veo guardias, así que decido subir por las escaleras, pero me paro de golpe y me doy la vuelta. Voy a una sala con las pertenencias de los presos y cojo toda la ropa de Seven. Me la acerco a la nariz y huele a él. Me la meto en la mochila y subo por las escaleras mientras miro a los presos. No parecen mal cuidados, y algunos tienen todavía una bandeja con comida en sus mesas. Me estremezco ligeramente al imaginarme a Seven ahí y vuelvo a mirar al frente.

Cuando llego al último piso, veo a unos diez guardias custodiando la celda ciento trece. Desde mi posición no puedo ver a Seven dentro, pero sé que está ahí. Me acerco a una celda que parece vacía y la abro con la llave electrónica. Oigo un pequeño "click" y la abro con rapidez y para colarme en el interior. Rezo mentalmente para que no me haya visto ningún guardia, y espero unos segundos hasta que me atrevo a moverme. Tengo que darme prisa. Me acerco al final de la celda y me doy cuenta de que no estoy sola. Hay un chico de más o menos mi edad, con un traje naranja de preso. Me mira con los brazos cruzados.

-¿Tú quién eres? -me pregunta.

-No tengo tiempo para esto -digo, mientras me acerco a la pequeña ventana con barrotes. Es mi única salida.

-Contéstame -me exige, mientras se pone delante de mí, impidiéndome trabajar.

-Soy Daniela, ¿y tú?

-Me llamo Saeran, ¿qué haces aquí? Tú no eres un guardia.

-¿Me ves cara de guardia?

-No, por eso te digo que no eres un guardia.

-Vengo a buscar a alguien que no se merece estar aquí. Probablemente tú tampoco seas mala persona, pero la vida es así. ¿Me dejas abrir la ventana, por favor?

Él solo se aparta y le observo. Tiene el pelo blanco y me resulta familiar. Muy familiar. Lo ignoro y saco un soplete de mi mochila. La verdad es que he venido bien preparada. Después de diez minutos, consigo que los barrotes cedan y me guardo el soplete en la mochila. Me asomo y observo con alivio que hay una repisa bastante amplia en cada ventana. Miro a Saeran y él se levanta de la cama.

-Ahora tú también eres libre. Si vienes conmigo, no me retrases.

No le espero y salgo por la ventana. Salto a la siguiente repisa, y veo que Saeran me sigue y con agilidad se pone a mi lado. Asiento con conformidad.

-El plan es llegar a la celda por aquí. Entrar por delante es imposible, porque está lleno de guardias. Llegaremos a la ventana, romperé los barrotes, y vosotros escaparéis por abajo, por las repisas de la ventana -le explico.

-¿Y tú?

-Antes tengo que solucionar unos asuntos.

-De acuerdo -accede, después de encogerse de hombros -Tú primero.

Asiento y salto a la siguiente repisa, y sigo hasta que llego a la última. Saeran me sigue dos por detrás, pero yo no pierdo tiempo y me arrodillo para mirar por la pequeña ventana. Ahí está él. Lleva el pelo alborotado, está sentado en la cama con la mirada puesta en el suelo. Casi se me rompe el corazón.

-Seven... -le llamo.

Él mira en mi dirección y parece sorprendido. En cuanto nuestras miradas se chocan parece que nada más importa en el mundo. Le quiero. Y aunque él me odie, siento que el sentimiento es mutuo. No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que Saeran me pica en la espalda y reacciono. Saco el soplete y lo uso con los barrotes.

-Te sacaré de aquí. No te preocupes -le digo.

-Una parte de mí sabía que vendrías. Otra no quiere ni verte.

Abro la boca para contestar, pero noto que Saeran me empuja ligeramente y se agacha a mi lado para ver por la ventana. En cuanto Seven y él se miran, noto una conexión especial, pero rara.

-¿Saeran? ¿Qué haces aquí? -murmura Seven.

-¿Qué haces tú aquí, Saeyoung? -le pregunta el peliblanco, con tristeza en la voz.

-Espera, espera, ¿qué está pasando? ¿Saeyoung? ¿De qué os conocéis? -pregunto, confusa -Olvídalo. Cuando salgamos de aquí ya hablaremos sobre ello. Ahora te sacaré de aquí, Seven.

-No quiero ir contigo -me dice, a lo que yo me paro en seco y enarco las cejas.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Ya no puedo confiar en ti, Daniela. Trabajas para esta gente. Me quieren vender por millones. ¿Cómo sé que eres de fiar?

-Ya no trabajo para ellos. Nunca más. Pensaba que era seguro, hasta que llegaron y me dispararon -me levanto la manga y enseño la herida del brazo, que empieza a cicatrizar.

-¿Qué? ¿Cuándo te hicieron eso? -pregunta, acercándose a la ventana, y tocándome el brazo a través de los barrotes.

-El día de la fiesta. Pensé que lo habías visto. Me estabas mirando.

-Ese día está bastante confuso para mí... No me puedo creer que te hicieran eso -hace una pausa y aparta la mano de mi brazo. Yo suspiro con tristeza y me bajo la manga -Te odio, pero no puedo estar lejos de ti. Sácame de aquí. Me da igual si estás con ellos o no. Soy tuyo. Desde que nos conocimos lo he sido. Haz lo que quieras. Sería un honor que tú me rompieras el corazón.

-Seven, yo... -intento decir, pero me callo al ver que si hablo no soy capaz de contener las lágrimas.

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Qué raro. Yo. Actualizando dos días seguidos. Increíble.
Bueno, sólo decir que creo que la historia está llegando a su fin, y  no quedan muchos más capítulos, aunque a lo mejor me da una venada y hago una segunda parte.
De todos modos, tengo una idea para otra fan fic de Seven, en la que los demás miembros de RFA serán más protagonistas, pero tengo que ordenar todo lo que se me está viniendo a la cabeza.
Gracias por leer, comentar, y votar. Y por las 10K leídas. Lo agradezco de verdad ^^

MUAH 💋

Guerra de hackers [Seven Mystic Messenger]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora