Kiwi-LS

Capítulo 10

Algunas veces la vida suele recordarnos cuantas veces hemos cometido errores cuando conocemos perfectamente esa voz que siempre nos recuerda que lo hicimos mal.

Habían pasado alrededor de viete minutos después de la primera llamada de Louis a Harry y ahora estaba volviendo a llamar. Él no contestó pero siguió intentando.

— Louis, deja de llamar. No me gustó el dildo, no me gusto el tamaño y no me gustó tu regalo — era la decimosexta llamada y no fin se digno a responder.

— Calmate Harry que primero, no era un dildo, era un vibrador. Segundo, mi tamaño esta mejor y creeme que lo sé. Soy perfecto para tu culo — Louis sacaba a flote su lado diva, ese que Harry le había contagiado cuando vivían juntos.

— No. Entiende que mi culo no es para que metas en él tu diminuto pene de chihuahua en celo — estaba molesto porque Louis no pidiera una sola disculpa por regalarle un vibrador a sabiendas de que él no quería nunca más un pene dentro.

— Chica la tendrás tu, vil jirafa con diez centímetros de placer — y así le colgó Louis el teléfono móvil a él.

— No puedo creer que éste me colgara — se quejo Harry y lo lanzó sobre la cama.

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Louis se encontraba lanzando trastos de la casa por doquier con gran frustración.

— Ve el lado positivo. Podrás probar experiencias nuevas. — su amigo intentaba calmarlo y ver el lado amable de la situación aunque por dentro estaba partiéndose de lo lindo de risa.

— Callate maldito flacucho — Louis le lanzó un disco de algún famoso de habla hispana que ni él sabía de donde lo había sacado.

— Para, que acabas de tirar mi disco de Chayanne — gritó su amigo y fue corriendo por el objeto que Louis le había lanzado.

— Me voy — Louis salió de casa y se dedicó a caminar sin rumbo intentando olvidar el motivo de su enojo.
Él no volvió en bastante tiempo.

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— Ok, tu te verás hermoso ahí junto a señor vibrador número uno — Harry estaba acomodando su nueva adquisición en la repisa del lugar junto a su antiguo juguete. A ambos se los llevaría siempre de viaje a cualquier show que él hiciera.

Llamó a su hermana, debía contarle varias cosas buenas que le habían pasado todo ese tiempo.

— Gemma, por fin se me quitó la irritación del trasero de la ultima vez — fue lo primero que le dijo a ella antes de que pudiese decir nada la chica.

— Harry, entiende que tus problemas anales no me importan. — le respondió disgustada su hermana.

— Ok, bueno. Firmé de nuevo con la disquera y los antiguos representantes. Todos, los chicos y yo, necesitábamos un poco de publicidad gratis. También tengo ahora dos vibradores. —  Harry amaba contarle toó a ella y a su madre, aunque algunas cosas tuviera que reservarselas para cuando le contara a ella.

— No entiendo porqué no se te cayó el pene con eso — su hermana se había quedado pesando la parte de él con especias en el culo — ¡Harry!, prometiste no hacerlo más. Además también se lo prometiste a él — Gemma se refería a Louis.

— Él también firmó — Harry volvía tener esa sensación de perdida, sabia que nada iba a quitárselo, nada al menos que fuera Louis Tomlinson y lo abrazara pata decirle que todo iría bien. Louis no estaba ahí.

— Lo siento mucho Harry — ella también sentía lo que él.

— En todo caso. Mi culo está sanado. — volvía a ser el mismo Harry de siempre — Y no me digas cerdo.

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Harry salió a caminar, ya nada era igual y todos lo sabían, incluso el lo sabía.

Estaba mal, vio la silueta de Louis en la lejanía del parque voltear hacia él y lie6go desvanecerse. Sabía que el fin se encontraba ya cerca y no habría nada que pudiera detener la lucha que ellos vivirían. Debía recuperar lo que la fama le había arrebatado.

— He de pagar por todo esto. Sé que me equivoque y sé que aun te amo. Le pregunto cada noche a las estrellas por ti y ellas me responden que estas bien. Yo sé que no volverse. Llegué a mandarte recados con ellas pero tu jamás respondiste — Harry solía pensar que tal vez la luna y las estrellas pudieran, una noche, llevar a Louis su mensaje. Él estaba sentado en el parque viendo hacia el cielo y admirando las estrellas.
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— Mamá solía decirme que no me equivoqué contigo, solía decirme que el amor jamás se equivoca. Fui demasiado estúpido que te dejé perder. Espero una noche las estrella puedan darte este recado — Louis estaba sentado en la banca de alguna calle que el recordaba, era aledaña a su casa, veía las estrellas en el cielo y pedía que un día Harry pudiera oír de ellas lo que el tanto guardaba.
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