La Regla Del Cristal Blanco™ [✔]

X: Valdría la Pena

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Durante varios días seguimos con esos dos entrenamientos, Equilibrio y Fuerza, es decir que me paraba cada día en un cristal y tratar de no caerme en otro que me arrastraba por todos lados. Ya estaba cansada de todo ese entrenamiento, quería ir a la entrenamiento final el cual sería el más difícil de todos, "Velocidad" no tengo ni idea que clase de locuras me pondrá Asleen en esa prueba, capaz y me envía al comedor a correr por mi vida como ese día. La rutina de esos pocos días me estaba cansando, lo único que hacía era entrenar, Asleen era mi entrenador así que se quedaba conmigo en cada momento, mientras que Antón iba a la cosecha y traía comida cada día, cada vez variaban las cosas, unos días eran frutas, como otros era pan, hubo un día que comimos dulces a morir y me termino doliendo el estómago. Le pido a Asleen cada día ir con el último entrenamiento, pero él lo único que me decía era:

- No estás preparada para ello querida Elissa- luego me ponía más entrenamiento hasta que me agotaba, fue entonces que me canse de pedirle lo que quería.

No obstante una mañana me desperté por el sol que se posa en toda mi cara, veo hacia a un lado y veo a Antón aun durmiendo, siento a Asleen en mis pies así que lógicamente aún sigue durmiendo, me despego de él tratando de no despertarlo, lo logro y me levanto para detallar un poco más el lugar. Veo el sol que se posa en la cascada formando un pequeño arcoíris, era hermoso, pero esa hermosura se esfumo al ver la cueva del cristal, esa cueva tan espeluznante a la que muy pronto debería entrar. La curiosidad me invade y quiero ver la cueva más de cerca, volteo para ver si Asleen y Antón seguían durmiendo ya que si me ven entrando a la cueva sé que me destrozaran, para mi suerte aun duermen y decido ver la cueva, estaba hecha por rocas de color azul y tenía la forma de una media luna, desde lejos no se apreciaba para nada el interior solo la oscuridad a pesar de que fuese de día, entro a la cueva y una sensación de escalofríos se apoya a lo largo de mi espalda, está llena de las misma rocas de afuera, estalactitas, polvo por donde quiera y un olor a húmedo que invade todo el lugar, sorprendentemente a pesar de que desde afuera no se ve nada al entrar el sol ilumina toda la cueva, camino con cuidado procurando no hacer ruido, fue en ese momento cuando ya estaba bastante lejos de la entrada que me encuentro con el abismo más profundo que había visto en mi vida, retrocedo para evitar caerme, no creía lo grande que era el abismo era más grande que el que hay entre Alenia y Zelenia, me acerco un poco para ver el fondo que está cubierto por la misma oscuridad que se ve afuera de la cueva es decir que no puedo ver absolutamente nada, parece no tener un fondo a simple vista pero ¿Por qué cuestionarlo?, me arrodillo para intentar ver más de cerca, el suelo rocoso es duro y siento mis rodillas temblar un poco, una brisa se aproxima de repente y empieza a arrastrarme al profundo abismo, enseguida trato de agarrarme de cualquier cosa, logro aferrarme a una estalactita que esta clavada al suelo pero la brisa sigue arrastrarme con toda su fuerza cada vez más y más, no sé cómo un abismo puede producir un viento tan fuerte ya que también empezó a llevarse rocas y la tierra de la cueva, comienzo a pedir ayuda ya que estaba perdiendo las fuerzas para seguir sosteniéndome, la estalactita comienza a estremecerse como mis nervios, mi corazón comenzó a latir cada vez más y más, siento la brisa queriendo apoderarse de mi cuerpo y estaba a punto de lograrlo, pero de la nada Antón y Asleen llegaron para salvarme, me desespero y grito:

- ¿¡De dónde viene esa brisa!?

Asleen me grita con la misma fuerza que yo use y exclamó:

- ¡Es Senzuele tratando de llevarte a su nido!

Antón intento sostener la estalactita mientras que Asleen se aferraba a ella e intentaba salvarme, mis dedos comienzan a encogerse por la presión del viento Asleen con todas sus fuerzas grita:

- Resiste Elissa.

Intento resistir lo más que puedo pero ya la fuerza de la brisa era abismal, por lo que me doy por vencida y dejo que la brisa me lleve tanto a mí como a unas cuantas rocas de la cueva, pero antes de poder entrar en aquel abismo Antón suelta la estalactita y salta hacia aquel abismo que se lo trago como un agujero negro.