XXVI: Destruidas

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XXVI

Dos Guardias me sacaron de la celda, yo iba caminando derrotada por completo, las lágrimas salían como el agua de una cascada a través de mis ojos. Me sacaron del castillo violentamente, vi varias personas heridas en el camino, hasta llegue a mirar muertos en el suelo. Los guardias nos juntaron en especie de pelotón, todos estábamos esposados y comenzamos a caminar y ni siquiera me importa a dónde vamos. Estoy dolida, destruida, el engaño de Asleen fue la cosas más abominable que alguien pude haber hecho, me uso como un juguete, me utilizo cuando me necesitaba y me dejo cuando lo creyó correcto.

Aun llevaba mi vestido blanco, ya se estaba poniendo sucio por la tierra del camino, me quite los tacones y decidí ir descalza, con tal ya me daba igual que me llegara a pasar. Pasamos por el camino donde Asleen y yo estábamos siendo escoltados por primera vez, me arrepiento de no haber corrido la vez que tuve la oportunidad, hubiese sido más fácil de que estar en el estómago del caníbal que quiso acabar conmigo en el Comedor, que Senzuele me hubiese matado en su cueva o que me hubiese dado igual Asleen cuando Iliana lo condeno. Cada Aleniano fue escoltado a su casa de origen, donde debía cambiarse y sería llevado de inmediato a Zelenia, al abrir la puerta de mi casa toda mi familia estaba allí reunida. Les di un abrazo llorando y mi Madre intento consolarme.

— Tranquila Elaya todo estará bien.

Llegue a pensar por un momento que inundaría la casa con mis lágrimas pero sé que era imposible, aunque si pudiese decidiría ahogarme con ellas. Mi Padre no decía ni una palabra y Elay no entendía que estaba pasando, nadie se iba a poner a explicarle nada en estos momentos, lo único que le dijo mi Padre fue.

— Vamos a cambiarnos hijo, tenemos que salir.

— ¿Volveremos al gigante castillo?.

— No Hijo, nunca más volveremos a ese lugar.

Sería el tono de voz de mi Padre que provoco que Elay no dijera nada mas o que el simple hecho de no entender nada fue el que ayudo a aquella situación. Mi Madre y yo fuimos a ponernos nuestra nueva ropa de exilio, seguro Asleen estaba planeando esto en estos dos últimos días, lo único que me preguntaba era si los Ministros conocían el plan de Asleen, aunque si había dinero de por medio de seguro aceptaron sus condiciones. Nuestra ropa de exilio era horrenda, todo giraba en torno al color gris, al ponerme la ropa recordé cuando hace pocas horas me estaba poniendo un hermoso vestido, que hace pocas horas me casaría con un Rey y viviríamos una vida feliz, pero la realidad cambio completo para mí.

Al irme cambiando vi que tenía una enorme marca roja en el estómago, sin duda alguna se trataba del golpe de Asleen, evite que mi familia lo viera ya que no quería escuchar más comentarios sobre Asleen. Todos estábamos listos y decidimos partir con los demás Alenianos, nadie llevaba nada, solamente la ropa que llevábamos puesta, para llegar a Zelenia no bajamos como lo hice con Asleen que me tire de un abismo, caminamos a través del canal de exiliados, era oscuro y no se oía nada, ningún Aleniano ponía resistencia o decía algo, todos aceptábamos nuestro destino aunque fuese lamentable. Al finalizar el canal pude reconocer la entrada a Zelenia gracias a la rejilla con el nombre, pasamos a través de ella y vi a varios Zelenianos burlarse de nosotros.

— ¡Ahora sabrán lo que se siente!

— ¡Son una peste!

— ¡Los quiero ver en el Comedor!

— ¡No duraran una semana!

Los comentarios no me hirieron ya que con el comentario de Asleen fue suficiente para sentir un dolor más allá de lo inimaginable, creer que dijo quererme hasta decirme que era como un cristal vacío fue más doloroso que el golpe en el estómago. Nos dejaron de escoltar y nos dejaron a la deriva en mitad de la calle, nadie sabía qué hacer ni a donde ir, lo único que sabíamos era que este era nuestro nuevo hogar y que debíamos acostumbrarnos a él sea como sea. La noche era oscura, no había ni una estrella en el cielo, el sereno estaba en su más alto punto, la luna esa noche estaba como yo vacía.

La Regla Del Cristal Blanco™ [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora