XXIII: Sueños Aventureros

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XXIII

Ya nos encontrábamos en el auto, Asterdón iba manejando, el Juez iba de copiloto y en los asientos de atrás Iba Asleen en la esquina izquierda, mi Padre en la derecha y yo en el medio, mi Madre y mi Hermano iban a llegar allá, ya que después de todo no sabía dónde estaban. El Juez comenzó una conversación para ver las ideas de Asleen, ver que tenía en mente para la formación de Alenia, como haríamos que la gente trabajase y todo eso.

— Debes comenzar estableciendo una economía.

— Yo con los números no me lo llevo bien.

— ¿Cuál será la nueva moneda?

— No tengo idea...

El Juez comenzó a atosigar a Asleen de preguntas y él no sabía que responder a ninguna de ellas, la respuesta de Asleen siempre respondía con "No tengo ni idea", no era un Rey muy prometedor al parecer. Había un horizonte completo de preguntas, resaltando entre ellas.

—  ¿Cambiaras la bandera? ¿Vivirás en el castillo? ¿Cambiaras la decoración del castillo? ¿Si vives en el castillo a quienes llevaras?

Las preguntas fueron tantas que ni siquiera nos dimos cuenta cuando llegamos al castillo.

 Salimos del auto y cuando Asleen pasaba los guardias se le arrodillaban, le deseaban Buenos días y hacían cualquier tipo de protocolo para que él se sintiese bien, fue bastante gracioso ver a uno ofrecerle una taza de té a Asleen y que él no supi...

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Salimos del auto y cuando Asleen pasaba los guardias se le arrodillaban, le deseaban Buenos días y hacían cualquier tipo de protocolo para que él se sintiese bien, fue bastante gracioso ver a uno ofrecerle una taza de té a Asleen y que él no supiese que era la manzanilla. El Juez duraría un tiempo en el castillo acomodando cualquier trámite legal, los Ministros que se sentaron a mi lado iban a ir todos los días a partir de la semana que cursante, mis Padres y yo nos mudaríamos al castillo enseguida como invitados reales, aunque eso ultimo era falso ya que en realidad no éramos invitados, éramos ya una familia, después de todo creo que entre Asleen ya hay más que una amistad.

Asleen fue directo a la enfermería del castillo, para intentar curarle las heridas, aun se estaban usando los cristales para ciertas cosas, pero poco a poco se irían eliminando. Llegamos a la enfermería y nos atendió una enfermera bastante amable, llevaba un conjunto de uniforme completamente blanco, lo único que era de color en su conjunto era la cruz roja en su pecho. Trato a Asleen como lo que era ahora, un Rey, lo cuidaba, lo acariciaba, lo trataba con sumo cuidado, me estaba poniendo celosa en realidad. Le aplico unas vendas y termino dándole un montón de remedios y finalizo con palabras sonrientes.

— Espero que se sienta bien, venga otra vez si presenta alguna molestia.

— Lo hare.

Asleen le dio la mano en señal de agradecimiento, ya no era Asleen el pobre Zeleniano que se le trataba como cualquier cosa, ahora era un personaje importante, pero al parecer no le gustaba mucho la exagerada atención que se le daba. Saliendo de la enfermería empecé a bromear con él y dije graciosa.

La Regla Del Cristal Blanco™ [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora