XIII: La Libertad

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XIII

Un frio recorre por mi sangre, mis venas y por lo tanto por todo mi cuerpo, es estruendoso, casi aterrador pero de igual manera fue una sensación que jamás olvidare en mi vida, al ver a esa enorme bestia tan poderosa, tan incomprendida, tan ella me quede simplemente sin palabras. Senzuele el búho, aproximadamente de 3 metros, unas plumas del mismo contorno que el aparato de Asleen, unos ojos de color rojo como el amanecer, unas garras de color marrón claro que poseían varias rasgaduras, su cabeza era algo ovalada, sus orejas del mismo color de sus garras y se encontraban hacia arriba, su pico formaba una especia de corazón expandido y un rugido que casi hace que mi corazón se detuviese. Quedo tan asombrada que casi se me olvida que la bestia puede matarme, con lo que Asleen me agarra por una mano y comienza a correr, no puedo apartar mi vista de Senzuele para nada, aunque aparto mi vista hacia el cuándo empieza a volar sobre nuestras cabezas y casi intenta atraparnos, me pongo súper nerviosa y aprieto la mano de Asleen tratando de transmitirle mi miedo, las gotas de lluvia siguen cayendo y en mayor cantidad, ya siento el agua más cerca, estamos perdidos los hoyos cada vez se hacen más grandes, crecen como nuestra inquietud y sobre todo crecen como nuestra desesperanza.

Senzuele sigue revoloteando por todas partes, no podemos hacer otra cosa que correr, no quiero dar nada por perdido pero siento que ya todo lo está, Asleen sigue corriendo pero antes de pisar un hoyo que de seguro nos llevaría hacia nuestra perdición alguien nos embiste salvándonos la vida, y no era cualquier persona ¡Era Antón! el cual muy vacilante nos dice:

— Senzuele estaba tan tranquilo que ni siquiera me sintió pero ustedes deben traer una energía muy fuerte.

Asleen inmediatamente le da un apretón de manos que termina en un abrazo. Tan solo al verlo la culpa se va, me siento feliz porque al menos ya uno de los objetivos que teníamos en mente se cumplió encontrar a Anton. No dábamos todo por ganado ya que faltaba la corona y con Senzuele persiguiéndonos no iba hacer para nada fácil, Asleen ya contento por reunirse con su gran amigo solo le puede decir:

— ¡Necesitamos la corona pronto!

Antón sonríe vacilante nuevamente y dice:

— ¿Te refieres a esta corona?

De su bolso saca una corona con un esplendor tan grande que al ser revelada Senzuele se da cuenta de lo que no estamos llevando y de inmediato se vuelve al menos un 150% más violento de lo que estaba, sus embestidas son más precisas, su vuelo más rápido, su puntería cada vez más certera y sus rugidos cada vez más temibles. Antón guarda la corona y seguimos corriendo, ya me estoy cansando y el agua ya empieza a estar sobre nuestros pies, se nos hace difícil seguir corriendo y llegamos a una zona de la cueva dividida por 2 estalactitas, Senzuele en nuestras espaldas a puntos de destruirnos, buscar un lugar donde planear una estrategia es lo mejor que podemos hacer, pero antes de poder hacerlo Senzuele ataca y toma a Asleen con sus garras, el patalea y golpea como puede pero no logra nada, la desesperación crece como mi estrés y busco la manera de salvarlo antes de que lo mate, Antón comienza a lanzarle rocas pero no logra nada y solo hace que Senzuele se vuelva cada vez más violento, sigue elevándose llevándose a Asleen cada vez más lejos de nosotros, mas lejos de mí, aquel chico que me salvo tantas veces no puedo dejar que muera, no me lo perdonaría nunca, con mis manos en mi cabeza intento pensar una idea pero no llega de ningún lado hasta que Antón dice:

— Si pudiese distraerlo tal vez pudiese soltar a Asleen.

Una distracción es perfecta para esta situación, con lo que rápidamente le digo:

La Regla Del Cristal Blanco™ [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora