III: La Regla Del Cristal Blanco

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III

  Con mi Madre fue distinto, sentía que ella tenía la culpa, me sentía furiosa con ella, que por su culpa debían abandonarme, ¿Por qué no dejo al niño morirse de hambre?, todo eso pasaba por mi cabeza mientras que la ira se apoderaba de mí, finalmente fue liberada por un abrazo tan suave como un centenar de telas, tan dulce como una montaña de azúcar y tan reconfortante como mirar un atardecer. Ese abrazo fue único, me libero de todo ese maldad que tenía por dentro, aunque al despegarse de mi me volví a sentirme vacía, no compartí muchas palabras con mi Madre ya que ella sabía exactamente como me sentía, así que la despedida fue corta y abandonada con unas cuantas palabras que simplemente se las llevo el viento:

— Adiós Elaya, sé que no valdrá de nada pero Lo siento sé que es mi culpa y que no hago nada con admitirla, pero sé que al menos tuve el valor para decirlo.

Yo mientras tanto ni siquiera me inmutaba, mis ojos se apartaron completamente de ella y fui dejada solamente con Fenol que por ser un animal no entendía y sufría tanto como yo.

— ¡AHHHH! —grite tan fuerte que volví a la realidad.

Parece que me quede dormida dentro de mis pensamientos. Los guardias entraron a mi casa sin aviso, supongo que por mi ruidoso grito. Yo solo restregué mis ojos húmedos, y me dirigí a la sala, y ahí estaba él. Se dieron cuenta de mi reacción y el cómo miraba con desprecio a Asleen.

— Lo sentimos señorita pero como se realizó una sola afiliación para los dos deberán quedarse con él mientras tanto y será su compañero de exilio mientras se encuentra aquí en Alenia— El guardia se dio cuenta de mis ganas de apuñalarlo he intento calmar la situación—En Zelenia si quiere puede hacer que no existe pero aquí no puede hacer eso—dijeron mientras volvían a la entrada y me dejaban sola, todo esto sin antes dejar entrar a Asleen a mi casa.

Ósea es decir que debo estar con la persona que acabo con mi vida y mi poca estabilidad, debía estar con él mientras tanto. Eso era algo que simplemente no quería. Como Asleen sería mi compañero de exilio opino que debo hablar con él, ¡Si, hablar con la persona que literalmente me acaba de destruir la vida suena como una increíble idea!.

Siento un sonido desde afuera y me doy cuenta de que los guardias nos encierran en la casa, sin más nada que hacer actuar como una loca no ayudaría así que no tuve más remedio que recuperar la compostura y comenzar a entablar una conversación con Asleen, me siento en el sofá de la sala.

— ¿Cuál será el plan ahora?—digo con voz sarcástica.

Su mirada de «¿Estás hablando en serio?» Me sorprende, no me importa lo que el sienta ya que en realidad la que debería estar molesta y formar un melodrama seria yo, y el solamente está ahi y me sigue mirándo.

— No sé qué harás tu pero yo no escape de Zelenia para volver allí nuevamente, viviré aquí en Alenia cueste lo que cueste.

No pude evitar reírme y decir de forma juguetona:

— ¿Entonces lucharas con los guardias de allá, escaparas, buscaras una casa y vivirás felizmente aquí en Alenia?

— No es precisamente el plan pero, si entiendes el objetivo—dijo subiendo sus hombros en indiferencia.

— No seas tonto ¿Cómo puedes decir tal idiotez?

— Es mi plan no sé qué harás tú.

— Ósea aparte de arruinarme la vida por una mentira con la Reina, me dices que ¿No te importa ni siquiera lo que haga con mi vida?

— Exactamente, sí que eres inteligente.

Me puse furiosa por sus respuestas, lo dejo sólo en la sala y voy a hacer mi cena, ser exiliada da bastante hambre en realidad. Debe ser por el estrés. Ya en la cocina comienzo a preparar un emparedado de pollo con ensalada que había deseado con el cristal ayer por la noche, solo debía calentar el pollo y armar el emparedado tenía mi mente en estado de shock y no quería preparar algo complicado porque lo que menos quería hacer ahora era incendiar la casa que dejaría de ser mía mañana, noto que Asleen se aburre y entra a la cocina.

La Regla Del Cristal Blanco™ [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora