Uno

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El fic y algunos de sus personajes, son de mi auditoría. Otros pertenecen única y exclusivamente a Kyoko Mizuki y Yumiko Igarashi, Candy Candy.



Lakewood, Chicago.

Con los codos apoyados sobre el césped, y las piernas flexionadas hacia arriba, la joven niña de catorce años observaba atentamente la mariposa amarilla posada en una de las tantas flores que la rodeaban.

—Me gustaría ser una mariposa.—dijo.— y volar por los aires.- se puso de pie—...posarme en cada una de las flores.

Abrió los brazos y comenzó a girar en el mismo lugar con los ojos cerrados. Imaginando ser el pequeño insecto.

Candice White Andrew era la única hija del matrimonio de Albert Andrew y Emily White, quien había fallecido cuando Candy solo tenía tres años de edad.

Luego de la perdida de su esposa, decidió que lo mejor para él y su hija sería vivir en un lugar lejos de Escocia y de los recuerdos de su mujer. Así que se mudaron a Chicago.

Albert se había vuelto un hombre muy centrado en el trabajo por lo que se había descuidado en la educación de su hija. Le había concedido demasiada libertad para que ella hiciera lo que quisiera. Tanto asi que se había convertido en una niña traviesa y rebelde. "Indomable" como los del pueblo la llamaban.

Carecía de modales y no tenía la gracia de una niña refinada y educada como las de las familias adineradas.

Detrás de una ventana del gran salón del primer piso, el hombre de casi cuarenta años, rubio y elegante, observaba a su hija acercarse, cuando el mayordomo anunció la llegada de Amelia White, su cuñada y su esposo, Donald Mcgregory.

Saludó a su cuñada y a su marido con cordialidad.

—¡Que placer después de tantos años!—dijo Amelia—Estoy tan contenta de estar aquí. ¿Dónde está Candy?

—Estamos impacientes por verla.—agregó su esposo.

—Acercate a la ventana y la veras— dijo Albert. Amelia obedeció perpleja.

Descalza. Con las botas en mano y el vestido lo llevaba unos centímetros recogidos para no enredarse con el. Dejando ver la piel blanca de sus delgados tobillos, la niña de catorce años regresaba corriendo, alegremente de su paseo por el lago. Su cabello lo traía suelto adornado con pequeñas florecillas amarillas que ella misma las había colocado. Parecía una pequeña hada de los bosques.

Amelia no emitió palabra alguna y dejó vagar su mirada sobre su sobrina. "Es muy bonita, igual que su madre. Tendrá sin duda su sonrisa, su amabilidad y dulzura natural". Dijo para si misma.

—Candy tiene un comportamiento escandaloso. Es un verdadero dolor de cabeza.—sonrió con tristeza—Tanto que desespera a los que la rodean y me mete continuamente en dificultades.— comentó Albert.—Sé que soy el único responsable en ello.—les indicó que tomaran asiento y luego él hizo lo mismo— He intentado por todos los medios de que cambiara pero no he podido lograrlo.—se notaba frustado.

—Es por ello que me has pedido que me ocupe de ella.—dijo Amelia.

—Si. Sé que puede sonar como si quisiera deshacerme de ella.—su cuñada lo miró atentamente.—Amo a mi hija. Es lo mas importante que tengo y no quisiera que por su comportamiento arruinara su vida. Además ustedes están al tanto del futuro de Candy. Por eso preciso de su ayuda. Es necesario que comience por comportarse antes de su presentación en sociedad.

Corazón IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora