Seis

4.2K 294 55
                                        

Verla no había sido fácil. Hablar con ella mucho menos. No podía apartar su vista de aquella preciosa jóven, de los movimientos y gestos que sus labios hacían al hablar y el sonido de la risa embriagadora que emitía. Ni hablar de esos ojos tan intensos y expresivos.

No quedaba rastro de la niña que conoció en Chicago, la pequeña rubia de rizos rebeldes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No quedaba rastro de la niña que conoció en Chicago, la pequeña rubia de rizos rebeldes . Aquella pequeña delgada y graciosa, nada elegante y refinada, la que siempre estaba atormentándolo y suspirando cada vez que lo veía, aquella niña que le robó un simple e inocente beso, ahora era una belleza de mujer. Delicada, refinada y sobretodo elegante.

—No has dicho palabra alguna, desde que llegaste, Archie.—dijo con tono de burla su hermano.—Pareciera que te comieron la lengua los ratones.

—Stear tiene razón.—dijo la pecosa con una pícara sonrisa.

—Eh... Bueno...—tartamudeó nervioso.

—¿Te pusiste nervioso, Archibald?—cuestionó Stear. Provocando las carcajadas de los demás que estaban reunidos en el jardín.

—No creo ser yo la causante de tu mudismo.¿O si?—dijo la pecosa pasando por su lado con gracia.

—Creo que fue tu turno de dejarlo suspirando.—comentó Patty mientras se alejaban de los hombres.

—Estaba tan nerviosa y ansiosa por verlo. Quería ver su reacción al verme—confesó la rubia.

—Candy hay algo...—pero fue interrumpida.

—¡Patty, Patty!—la llamó Anny mientras caminaba a toda prisa hacia ellas toda sonriente.

—¿Qué sucede Anny?—cuestionó la castaña.

—Oh, lo siento.—se disculpó tratando de recuperar la respiración. Luego levantó la mirada y se encontró frente a un rostro conocido que le sonreía.—¿Candy?

—La misma.—respondió con arrogancia.

—¡Por Dios! Si me lo hubieran contado no lo habría creido. Estas...—la miró de los pies a la cabeza. —Déjame verte ¡estas magnifica! Y...

—Lo sé, lo sé. Estoy increíble. Gracias. Y tú... Sigues igual. Siempre tan bien.

—Gracias.—dijo con apenas una sonrisa. Ella sabía bien de los sentimientos de Candy hacia su prometido pero sabía que él no le correspondía más que un cariño fraternal. Pero ahora ella había vuelto y estaba espléndida, hermosa.

—Anny.—dijo Patty llamando la atención de ésta.—¿Qué es lo que querías decir?

—Ah... Oh, si... Llegó tu vestido y el de las damas de honor.

—Oh, que emoción. —dijo dando saltitos—Vamos Candy. Quiero que te pruebes el tuyo.—dijo muy entusiasmada llevando a su amiga del brazo.—Anny, ven. Tu también debes probarte el tuyo.—le dijo ya que ésta se les quedó de pie viéndolas alejarse.

Corazón IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora