Siete

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En la sala ya estaban los caballeros y algunas de las damas. Solo faltaban...

—Lamentamos hacerlos esperar.—se disculpó Patty en cuanto ingresaron. Los ahí presentes se pusieron de pie.

—No se preocupen. Aún no han servido la mesa.—dijo Sarah.—Candy, cariño.—dijo acercándose a la joven para tomarla del brazo y llevarla a donde estaban los hombres.—Déjame presentarte a nuestro invitado de honor.

Las mujeres se detuvieron frente a él quien sonreía complacido.

—Duque de Grandchester. Quisiera presentarle a la señorita Andrew.

Éste tomando la mano de la pecosa, dijo:

—Ya nos hemos conocido—dijo Terry.
Las mejillas de ella enrojecieron bajo la mirada burlona de éste. Si se atrevía a decir algo de lo ocurrido, solo para avergonzarla delante de ellos iba a matarlo.—Fue en casa de Los Leblanc.

—Oh, vaya. Me alegro, así se sentirá mas cómodo, ya que todos se conocen.—dijo muy sonriente.

—Señora, la mesa ya está servida—anunció la criada.

El rubio se apresuró al lado de la pecosa para ofrecerle su brazo, quien con una sonrisa aceptó. Contraria a la que el castaño le brindó, una fulminante, al imprudente, y no quedando otra que escoltar a la señora de la casa.

En la cabecera de la imponente mesa rectangular, estaba el señor Cromwell, a su derecha su esposa, le seguía Patty y la abuela Martha, Candy, Anny y en el extremo contrario al jefe de la casa estaba Stear. A la izquierda de su padre estaba Archie, Antony y por último Terry, quien estaba al frente de la pecosa y no le quitaba la mirada de encima. Sabía que la incomodaba pero le gustaba hacerla enojar.

La comida iba de lo más amena al igual que la charla, hasta que ...

—Se por buena fuente que tú presentación en París fue todo un éxito, Candy.—comentó Sarah.

—Eh...—dijo conteniéndose para no patear por debajo al joven que la miraba divertido y la hacia sonrojar con facilidad. Buscó a Tony con los ojos, éste le sonrió y ella repitió incansable las mismas respuestas a las preguntas sobre su estancia en Paris.—Asi es, señora. Me fue muy bien. He sido muy afortunada en encontrarme a personas tan generosas que ayudaron a que mi estadía fuera placentera.—dijo con sinceridad.

Luego se oyó la risa maliciosa de la morena que agregó:
—Oí decir que en Paris habías provocado varios espectáculos y que es totalmente indeseable para la alta sociedad de Paris—contaba Anny.

Se hizo el silencio.

La rubia respiró profundamente. Iba a responder cuando Terry se le adelantó.

—Si a lo que se refiere con espectáculo, es el hecho de que la señorita Andrew haya cautivado a decenas de los caballeros de Francia y que se peleaban por cortejarla, entonces puede decirse que sí.—dijo el duque.—No creo que ningun hombre haya presenciado mayor espectaculo que la belleza de la señorita Andrew.—todos quedaron sorprendidos ante el comentario. En especial la halagada que lo miró con agradecimiento. Luego siguió Antony.

—Candy dió mucho que hablar. Eso era de esperarse ya que su belleza no tenía competencia. Las personas que hicieron sus comentarios de seguro fueron todas aquellas que le envidian. Ella deslumbró no solo por su belleza, sino también su elegancia y gran simpatía. Supo ganarse la atención de todos. Además de ser una mujer inteligente, como muy pocas suelen serlo.—dijo Antony con sinceridad.

—No lo dudo.—agregó Archie para descontento de la morena.

—No he visto a una joven, causar tanta euforia en Paris, desde el debut de la señorita Dominique, la hija del conde Geraldo —comentó Terry, mientras observaba a la rubia de reojo— Ella fue el suceso más comentado durante varias semanas .

Corazón IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora