Londres, Inglaterra.
Un mes había pasado desde aquel exitante encuentro.
Terry se encontraba de pie frente a la ventana, contemplando distraídamente el paisaje y pensando en una idea.
Quería a Candy, pero nunca la cortejaría en Francia, donde tendría que hacer cola esperando su turno detrás de los otros aspirantes, haciendo reverencias.
Se sentía atraído por ella desde que la vió por primera vez.
La otra noche en casa de los Leblanc, reprimió a duras penas las ganas de besar sus dulces y carnosos labios y de
llevarla a un sitio oscuro para hacerle el amor. Ella era la tentación misma, a la vez provocadora y angelical, con un cuerpo de diosa y un ingenuo encanto que le hacía sonreír cada vez que
pensaba en ella. Además parecían compartir el mismo sentido del humor, lo que le hacía presagiar momentos muy agradables.
La quería para él. Eso era verdad. Pero no iba a cometer el mismo error que su padre. Eso no.
No iba obligar a candy a casarse por la fuerza. Esperaría el tiempo que fuese necesario. Pero mientras ayudaría a que ella lo conociera.
Volvió al escritorio con paso decidido.
—Quiero que envíes esta carta hoy mismo a América. Cerciorate de que llegue a manos del destinatario. No quiero errores.
—Si, mi lord—dijo el mayordomo.
—Ah, manda a preparar mi equipaje. Partiré mañana.
—Ahora mismo, su excelencia.
—Y en cuanto llegue Frank lo haces pasar.
...
..
.
París, Francia.
Por su parte en casa de los Mcgregor...
El joven había llegado y le informaron que a quien buscaba se encontraba en el jardín, así que se dirigió hasta el lugar.
Se detuvo a unos metros de ella.
Contempló el delicioso cuadro: El sol iluminaba su pelo el cual caía en cascada sobre los hombros, inmersa en su lectura, retorcía distraídamente un mechón. Sus largas pestañas, estaban
ligeramente entornadas, su perfil estaba relajado y una pequeña sonrisa se dibujaba en sus labios.
Antony rompió el silencio.
—Encantadora escena mademoiselle.—dijo con una encantadora sonrisa.
Candy se asustó y cerró de golpe el libro en el cual tenía las cartas de su amiga, Patty.
—¿Acaba usted de ver una aparición mademoiselle?—preguntó burlón.
Ella se dio cuenta de que le estaba mirando fijamente y movió los ojos señalando la nota que él llevaba en la mano.
—Ah... No. Perdón Antony. Estaba distraída.—se puso de pie y él la ayudó hacerlo.—No sabía que había regresado.
—Lo hice ayer. Pensaba en pasar a saludarla pero no me pareció prudente ya que era tarde.
—¿Cómo le fué?
— Fue un viaje largo y cansador.—le ofreció el brazo y caminaron hasta la mesa del desayunador.
—Entiendo.
—Me ha comentado Elisa que dentro de poco regresa a América.
—Asi es.—dijo con nostalgia.—Es tiempo de volver a casa. Pero vendré cuando me sea posible a visitarlos. Voy a extrañar todo ésto.

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Corazón Indomable
FanfictionUna linda historia de amor de dos jóvenes aventureros, unidos por el destino y el deber. Ella será un completo desafío para él, un aristocrata rico, poderoso y arrogante.