SHHHH...

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*Narración de María*

  -Cariño, ¿tú te crees que a mi me importa lo que peses o dejes de pesar? Mira yo no sé con quién habrás estado tú, pero desde luego que tienes creada una inseguridad tremenda, se te nota. Me encantas tú, no sólo tu cara bonita. Te veo casi todos los días y lo primero que pienso es "joder, yo quiero besar esa barriguita, ¿cuándo podré tumbarme en su pecho?". Melo, cielo, me gustas por ser tú, y si me dejasen elegir, no te cambiaría, no te quitaría peso, sólo elegiría que siguieses siendo tú, la que me tapa por las noches cuando tengo frío, la que me hace reír cuando estoy mal e incluso cuando estoy genial, la que me mira de una manera especial, la que me besa como nadie y me invita a comer cuando ni si quiera le toca a ella, la que hace vlogs y el payaso todo el santo día... solo pido que seas tú. -Le dije a Melo. Ella me encantaba, y me encantaba con todo.

Recuerdo que la abracé, y después de secarle las lágrimas seguí besádola,  y ella a mí. La cosa se volvió a calentar. Nos volvimos a hablar con susurros, y yo, como siempre, a soltar gemidos indiscretos. No lo podía controlar. Para que fuera más cómodo, Melo me acostó sobre el sofá, poniéndose ella encima y entre mis piernas, y me fue acariciando la barriga... los pechos... lenta y delicadamente... y me quitó la camiseta. Los besos en el cuello me encendían, y ella ya lo sabía, así que me lo seguía haciendo. Llegó un punto en el que notamos que el sofá se nos quedaba pequeño, así que me cogió de las piernas, se levantó, y me llevó a la cama. 

Me encantaba el cariño que Melo le ponía a cada detalle, a cada beso, a cada gesto, cada mirada y cada sonrisa. Cada roce... sabía cuándo hacerlo, siempre en el momento perfecto. Esta vez, apagó las luces del salón, que aunque estaba conectado con el dormitorio, hacía que la luz fuese más tenue, haciéndolo más cómodo y más íntimo para las dos. Nuestros sujetadores desaparecieron, primero el mío y luego el suyo. La cosa estaba ya muy subida de tono. Podría decir que llegó un punto en el que no sabía ni dónde estaba, lo de alrededor desapareció de mi campo de visión, y yo sólo la veía a ella... tan bonita sin ropa... tan perfecta y tan preciosa que no podía aguantar las ganas de dejarnos completamente desnudas. Me coloqué encima, me pegué a ella, besándole el pecho, y comencé a bajar mi mano izquierda... y más... y más... hasta que llegué a su pantalón... y se lo quité. Esto hizo que Melo se agitara aún más, y me volvió a colocar a mi abajo, haciéndose la dominante, y enseñándome a hacerlo... tenía que aprender. Me dio un suave beso en los labios, fue bajando por el cuello... llegó al pecho y se entretuvo un rato con ellos... como me gustaba eso... gemí y gemí sin parar mientras le acariciaba el pelo y aprovechaba para presionarla contra mí, y eso a ella le subió el ánimo y las ganas de hacerme seguir gimiendo, así que se decidió a seguir bajando... y llegó al filo de mi pantalón. De repente, lo mordió, y no sé ni cómo, pero consiguió quitármelo sólo con la boca. Pura magia. Pura maga.  Convirtió besos en lametones, roces en buenos agarres y gemidos en gritos.  Nuestras miradas cada vez se hacían más profundas...incluso sentí que la quería. Estando en mi vientre y en el filo de mi tanga, me miró a los ojos y me dijo susurrando:

-Te voy a enseñar a hacerlo.

Bajó más abajo, me agarró las piernas, y comenzó a besar por la parte de fuera de los muslos...recorriéndose ambos con los labios... hasta que pasó a la zona peligrosa interior de mis muslos... en lo que ya se conviertieron en lametones. Recuerdo que nunca nadie, y hablando mal y pronto, me hubiese puesto tan cachonda en mi vida... sabía cómo crearte las ganas, sabía cómo encender y hacer arder a una mujer en llamas. No pude más, y con la voz quebrada y entre gemidos le dije:

-Hazlo ya.

Le encantó, como no, descubrí que subirle el ego era lo mejor que podía hacer. Subió su cabeza, agarró mi tanga con los dientes e hizo el mismo proceso que con los pantalones. Sencillamente increíble. Por lo pronto, yo le había enseñado a ella una lección, y ahora ella me iba a enseñar una a mí: "Nunca nadie va a hacerte sentir tan mujer como una propia mujer". Sabía dónde más me gustaba, sabía hacerme gritar, incluso llegué a temer por los vecinos...se me vino la imagen de Rush. En ese momento me daba igual, y seguí gritando. Sabía por el momento que su lengua era mágica, pero...¿y sus dedos? eso fue otro mundo completamente distinto. Cuando pensé que ya no podía sentir más placer, introdujo delicadamente dos dedos en mí, haciendo que me retorciese completamente y que gritase como no lo había hecho hasta el momento.

-Shhh intenta no chillar tanto gritona. -Me dijo.

-Imposible. -Dije con la voz quebrada mientras me tapaba la boca.

Melo siguió haciéndome pasar la noche de mi vida. Al ver que yo era incapaz de parar de gemir por mí misma, dejó a un lado los lametones donde más me gustaba, se concentró en sus dedos y subió para hacerme calmar.

-Shhh. -Me decía mientras contemplaba mi cara de placer.

*La que estás liando María* -Pensó Melo.

*La que estás liando Melo* -Pensó María.


MELEPE - La verdadera historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora